Comienza un nuevo curso y, con él, quien más quien menos, además de las obligaciones retoma aficiones, actividades de tiempo libre y otras rutinas. En el caso de los miembros de la asociación Entorno Meaques Retamar, iniciarán una nueva campaña de siembras y plantaciones de árboles en los terrenos que han, podría decirse, adoptado.
Lo que empezó hace 10 años por la inquietud de que se pudiera perder un espacio natural que formaba parte de la vida y los recuerdos de los vecinos del barrio Colonia Ciudad Jardín, en la zona sureste de la afueras de Madrid, se ha convertido ya en reforestación en toda regla. Tanto como que en este tiempo han plantado 10.000 y no tienen planes de dejarlo, al contrario. «A partir de finales de octubre continuaremos sembrando y plantando», afirma Jose Antonio Esteban.
Cómo surge el proyecto
Él es uno de los impulsores de la idea de recuperar lo que se podía ver como un descampado medio abandonado y uno de los fundadores de la asociación a los que unen dos circunstancias: «somos gente que llevamos aquí toda la vida, que de pequeñitos nos bañábamos en el arroyo y que desde siempre hemos podido ver la gran biodiversidad de flora y fauna que hay en ese terreno, incluso con especies protegidas».
La otra circunstancia es que a todos les preocupó la posibilidad de que «alguien se fijara en esta zona para hacer grandes operaciones urbanísticas, como cuando se habló de la Operación Campamento o lo de Eurovegas. Estos terrenos son un espacio lleno de vida natural a las puertas de Madrid, que mucha gente lo desconocía y que sería una pena que se perdiera. Y pensamos que algo teníamos que hacer». Y así fue cómo ese pequeño grupo de vecinos que se pusieron a plantar árboles.
Aunque se trataba de actuar desde el más puro espíritu ciudadano y vecinal, no se pusieron a hacerlo de cualquier manera, ni por las bravas. Por la parte de las especies, «la idea ha sido siempre reforestar con especies autóctonas, sobre todo con encinas, pero también alcornoques y quejigos. Una referencia es el Monte del Pardo, que está muy cerca. En la parte cercana al arroyo, ponemos vegetación de ribera, siempre propia de la zona, como sauces y fresnos. Y en la más cercana a la salida del metro, por donde pasa más gente y hay más presión humana, pusimos árboles resistentes y que crecieran pronto, para que no se los llevaran, aunque no fueran exactamente de la zona, como pino carrasco y piñonero y almendros. Todo tiene su porqué».
Terreno de todos
Todo ello lo han hecho con todos los permisos necesarios pedidos y con los papeles en regla. Y eso que sobre esos terrenos tienen potestad administraciones de todos los niveles: la estatal, a través del Ministerio de Defensa y la Confederación Hidrográfica del Tajo; autonómica, porque hay una vía pecuaria; y local, porque una parte pertenece al término municipal de Madrid y otra a Pozuelo de Alarcón. Vamos, que le dedicaron su tiempo a enterarse bien de a quién había que dirigirse para pedir permiso «comenzamos en zona de la vía pecuaria de la Cañada Real de Madrid, que depende de la Comunidad de Madrid y también en los márgenes de los arroyos, que dependen de la Confederación Hidrográfica del Tajo. Todos los años se piden los permisos y no nos salimos de esos espacios, por eso vamos continuando más o menos por las mismas zona. Y este año pasado el Ministerio de Defensa nos autorizó a plantar en una zona pequeña de un antiguo campo de entrenamiento que tienen ahí».
Todo este trabajo lo hacen en su tiempo libre, «el día a día lo llevamos unos pocos, dos o tres. Y casi cada día le dedicamos algo de tiempo, porque es muy raro el día que no surge algo. Porque se van viendo las cosas, cuando vamos a hacer deporte o a sacar al perro. Pero, el grupo se amplía en el verano, según la disponibilidad de cada uno, cuando hay que hacer los riegos. O si hay que hacer alcorques o poner protectores. Entonces hay que planificarlo para hacerlos en fines de semana y ya somos unas 15 personas».
En un principio reconoce que «no pensábamos que pudiésemos llegar más lejos de que los vecinos de la zona supieran que eso tiene un valor y que sería una pena que se perdiera. Porque somos gente que tenemos nuestra vida, nuestro trabajo, y todo esto lo hacemos en nuestro tiempo libre. Por mucha ilusión que tengamos y esfuerzo que pongamos no podemos abarcar mucho más terreno del que ya nos estamos ocupando. Y, aun así, – añade con legítimo orgullo- ya llevamos plantados 10.000 árboles».
La imprescindible labor de los vecinos
Pero, lo que pasa con estas cosas, «poco a poco y a medida que te vas metiendo en ello vas conociendo a mucha gente», y que unos conocen a alguien y otros aportan ideas, y así «nos hicimos una página en Facebook y creamos una cuenta en Twitter, contactamos con organizaciones ecologistas, etc. Ahora el proyecto lo conoce bastante gente, tiene una cierta difusión y es conocido incluso en estamentos políticos de todos los partidos presentes en las instituciones».
Así se han celebrado «plantaciones colectivas con colegios, jornadas de anillamiento y para identificar la flora y la fauna que hay allí, para recoger basura… incluso algunas empresas han colaborado en las plantaciones aportando, además, semillas, herramientas o protectores. Y el Ministerio de Agricultura nos dona árboles pequeñitos y algunas semillas».
Pero, aportaciones económicas, no tienen ninguna. Tanto es así que las herramientas y útiles que han ido comprando en este tiempo «los guardamos en un local que tiene uno de los compañeros, porque no tenemos recursos para alquilar uno». Para eso, para disponer de algunos recursos económicos para afrontar las plantaciones y los trabajos que hacen, comenzaron a organizar un una carrera «un trail, para financiarnos con las cuotas de participación. Y fue entonces cuando nos conocieron desde Signus y comenzaron a ayudarnos. Esa es la única ayuda estable que tenemos desde hace unos años y es fundamental para nosotros porque la aplicamos al riego». Una labor imprescindible que hay que hacer en verano para que los árboles pequeños puedan salir adelante. Pero que hacían a base de llevar garrafas de agua a pie de árboles.
El apoyo de SIGNUS
La ayuda de Signus comenzó colaborando con la organización de la carrera, como patrocinadores. Isabel López Rivadulla, su directora de Comunicación, fue precisamente quien propuso este patrocinio «porque una parte del importe de las cuotas de los participantes se los comía la propia carrera. Entre los permisos, montar la infraestructura, etc., se les iba todo prácticamente. Entonces, les propusimos financiar esa parte para que el dinero de las cuotas les quedara limpio para el riego. Porque era una pena que todo el esfuerzo que hacen con las plantaciones, se pueda perder si luego los árboles no salen adelante porque no tienen agua o tienen que regarlos a base de un esfuerzo enorme como es llevar cubos y garrafas entre todos hasta donde estén los árboles».
La carrera se comenzó a llamar trail Signus-Meaques, y así fue dos años. Pero en estas llegó la COVID y ni el año pasado ni este se ha podido celebrar. Pero se encontró otra vía de ayuda, porque «Signus está pagando las cubas de agua que contratamos para poder regar», explica Esteban. El cambio no ha podido ser más notable. Entre acarrear cubos y disponer de una manguera de un camión con una cisterna que llega a pie de las plantaciones, no hay color.
Para López Rivadulla, esta ayuda tiene el sentido de que «el hecho de que Signus se dedique a la gestión de neumáticos fuera de uso, no hay que cerrar los ojos a otros problemas del entorno. Por eso, vincularnos a una acción como esta, con unos vecinos que hacen esta labor voluntariamente, nos pareció muy importante. Entra de lleno en nuestra visión de la RSC».
Conseguir que la zona se proteja
Para el futuro, además de «seguir haciendo lo que estamos haciendo, lo que quisiéramos es que la zona se proteja. La mayoría del terreno estaría dentro de lo que es el Bosque Metropolitano de Madrid, y hay una parte que está dentro del Arco Verde de la Comunidad, que también plantaron algo el año pasado. Así que el futuro ideal sería que las administraciones competentes protejan este espacio y se ocupen de él, que son 800 hectáreas y nosotros, por más que queramos, no tenemos capacidad para tanto».
Pero hay más ideas. «Se ha llevado a todos los ayuntamientos colindantes y a la Comunidad de Madrid la propuesta de hacer un corredor ecológico entre la Casa de Campo y el Parque Natural del Curso medio del río Guadarrama, que lo han aprobado todos, menos Pozuelo».
López Rivadulla está convencida de que ese espacio tiene muchas posibilidades, «si nadie lo conoce, nadie se acuerda de él y nadie lo tiene en cuenta. Pero, si empieza a ser conocido también se le empiezan a ver las oportunidades que ofrece. Aparte de ser bonito y tener un montón de flora y fauna, de estar pegado a la Casa de Campo, se pueden hacer rutas en bici, paseos, etc. Seguramente puede captar mucho más interés, para los ciudadanos y para la administración».
Opciones de cara al futuro
Posibilidades que pueden ir bastante más allá. Por ejemplo, reconocer este espacio para hacer que empresas puedan hacer compensación de huella de carbono. «Una propuesta con la que se está empezando a trabajar, – explica López Rivadulla- que puede suponer la oportunidad de tener un espacio verde sin coste para la administración local, y en el que se pueden implicar las empresas que tienen su sede en la zona con participación en las plantaciones mediante voluntariados corporativos, etc.». Pero que todavía no han encontrado la suficiente comprensión por parte de la administración pública más cercana y primera receptora de la propuesta, el ayuntamiento de Pozuelo.
Las esperanzas no están perdidas, porque todavía quedan administraciones con competencias en este gran espacio a las que presentar las propuestas. Además, desde Signus esperan poder «plantear a más empresas la posibilidad de implicarse en impulsar el tema de la huella de carbono».
Igualmente, FSC España se ha planteado la posibilidad de hacer ahí estudios ecosistémicos de los bosques, teniendo en cuenta la enorme biodiversidad que hay en es incipiente espacio forestal.