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Árbol de Navidad ¿natural o artificial?

A las puertas de Navidad, toca adornar la casa con motivos navideños. Y nuevamente nos asaltan las mismas dudas de cada año: ¿qué decoración encaja mejor con nuestro hogar? ¿qué compro de nuevo? Y como no, las eternas preguntas sobre el árbol de Navidad: ¿compro un árbol artificial o uno natural?, ¿aprovecho el del año pasado o me compro otro?, ¿qué es mejor para el medio ambiente?, ¿y para nuestro bolsillo? En esta entrada intentamos dar respuesta al eterno dilema.

¿De dónde proceden los abetos de Navidad?

Pues depende. Pero antes de todo, echemos primero un vistazo en dónde nacen y crecen de forma natural los abetos. Abies alba, Picea abies ‘Excelsa’, Abies pinsapo y Abies nordmanniana son los nombres científicos de las especies más comunes de abetos que se comercializan en Navidad y que llegan a los hogares europeos. Son especies comunes en Europa, no tanto en España, y que se distribuyen por el viejo continente en altitudes que van de los 700 a 2.000 metros, en Alemania, Austria y Polonia, entre otros.

Sin embargo y para cubrir la demanda de mercado, en el caso de nuestro país la totalidad de abetos comercializados proceden de viveros que los cultivan durante todo el año de forma extensiva para que lleguen listos a nuestro hogar en Navidad, con una vida que va de los 8 a los 12 años. Por tanto, se trata de especies que están acostumbradas a temperaturas muy frías y el cambio al calor del hogar les supone un estrés térmico tan grande que acaba suponiendo la muerte de muchos de ellos.

En cambio, los abetos artificiales proceden en su inmensa mayoría de China, están fabricados de materiales plásticos con la consecuente huella de carbono.  

¿Qué hago cuando termina Navidad?

En caso de que el abeto haya resistido a las fiestas navideñas, ¿existe la posibilidad de sembrarlo, por ejemplo, en el jardín? Si esta es nuestra voluntad, nos tenemos que fijar justo en el momento que nos decidimos por un árbol natural y fijarnos en cómo tiene las raíces. “Hay abetos que se venden con raíz completa, algunos con raíces cortadas y otros, directamente, sin raíz”, explican fuentes del sector. Y es que con echar un vistazo a cualquier página web se puede ver esta distinción, como en este caso. Si no dispone de raíces, o las raíces se han cortado, el árbol no podrá replantar. ¿Y los que vienen con raíces? “Si las raíces se han cortado parcialmente podrán volver a crecer nuevamente cuando se entierren en terreno natural”, añaden. Sin embargo, a partir de ese momento, el árbol sufrirá un proceso de adaptación a las nuevas condiciones climáticas que poco o nada tienen que ver con las originales. Solo hace falta recordar cómo ha sido el verano y otoño con temperaturas extremas y con lluvias muy escasas.

Una vez pasada las Navidades, los abetos, o lo que quedan de ellos y que no se pueden replantar, terminan a expensas de los servicios municipales de recogida de cada localidad. En el mejor de los casos, se utilizan para hacer compost, previo triturado, como cualquier otro de resto de poda. En otros casos, terminan en el contenedor de rechazo y, por tanto, en vertederos o incineradoras. Sea de una forma de otra, la ventaja de los árboles naturales es que son 100 % biodegradables.

Distinta suerte siguen los árboles artificiales, que se guardan hasta su nuevo uso, un año después. Y a diferencia de los naturales, los artificiales no son reciclables y deben depositarse en el contenedor de rechazo una vez queramos desprendernos de ellos.

Por tanto, ¿qué es más sostenible natural o artificial?

Pues depende. Si tenemos que utilizar un árbol artificial cada año (o cada menos de 12 años ) es mejor utilizar un árbol natural. En cambio, si apostamos por un árbol artificial de buena calidad, que podemos utilizarlo años, sin necesidad de cambiarlo periódicamente, sin duda es la opción más sostenible.

Y tú, ¿de qué tipo de árbol eres más?

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