El cambio climático es una de las mayores preocupaciones medioambientales de nuestro tiempo. Prueba ello es que, en el año 2015, un total de 197 naciones firmaban un acuerdo histórico en la ciudad de París para combatir el calentamiento global, e intensificar las acciones e inversiones necesarias para mantener la temperatura de la Tierra por debajo de los 2 ºC (aunque poniendo todos los esfuerzos por no superar los 1,5 ºC). Pese a este amplísimo consenso internacional en la lucha contra el cambio climático, el escepticismo sigue presente en medios de comunicación y redes sociales, con informaciones que niegan la emergencia climática o que ponen en duda que esta crisis haya sido provocada por el ser humano.
Todo parece indicar que los movimientos negacionista que comenzaron en Estados Unidos en el siglo XX han llegado a Europa de la mano de grupos de presión bien organizados. ¿Qué pretenden estos movimientos? ¿Cuáles son sus principales argumentos? ¿Hay razones para el negacionismo climático? ¿Estamos bien informados o realmente se trata de fakes, bulos o mitos que hay que desmontar? ¿Cómo se puede contrarrestar esta información?
El cambio climático ha existido siempre
El argumento más extendido entre los escépticos climáticos es que la temperatura en la Tierra siempre ha fluctuado y que los procesos de calentamiento que estamos experimentando se deben a causas naturales, como las radiaciones solares, y no tanto a la acción humana. Sin embargo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC), a través de sus cinco informes publicados hasta la fecha, sostiene que el cambio del clima observado en la actualidad responde al aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, más que a las variaciones de la actividad solar. Los cálculos realizados durante las últimas décadas indican que tres cuartas partes del calentamiento global observado en el planeta se debe a las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por actividades industriales, agrícolas, ganaderas y de transporte.
De hecho, el clima a largo plazo, en los próximos milenios, seguirá probablemente su curso, como siempre. Nuestro riesgo, nuestra preocupación, nuestra responsabilidad en cuanto al clima, se ciñe a un período de unas cuantas décadas que se circunscribe a un siglo hacia atrás y uno o dos hacia delante.
Si hay científicos que cuestionan el calentamiento global de la Tierra será por algo
Como ocurre en otras ramas del conocimiento, habría que diferenciar entre los expertos que trabajan en el clima y publican investigaciones en revistas científicas, y un amplio grupo de profesionales, consultores y divulgadores que se nutren de informaciones relacionadas con la problemática del clima, pero no son especialistas. En este sentido, un reciente estudio publicado en la revista Environmental Research Letters ha analizado gran parte de la literatura científica publicada sobre el cambio climático desde 2012 hasta noviembre de 2020. El resultado revela que la cantidad de artículos escépticos es completamente residual. Los autores de este estudio evaluaron un total de 88.125 investigaciones relacionadas con el cambio climático a través de un algoritmo que busca palabras clave como «solar», «rayos cósmicos», «ciclos naturales» o “calentamiento global”. El 99,966 % de los estudios analizados confirman que el calentamiento global del planeta y la modificación del clima es de origen antropogénico, es decir, producido por el ser humano. Tan solo 28 estudios se podían considerar implícita o explícitamente como escépticos.
Solo se da voz a los expertos que respaldan la emergencia climática, censurando a los demás
En una entrevista publicada en Ecoticias a Luis Balairón, uno de los mayores expertos en cambio climático de nuestro país, señalaba que “en los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unida (IPCC) tienen cabida opiniones discrepantes basadas en investigaciones científicas, pero no opiniones personales no demostradas”. Durante el tiempo que Balairón colaboró en los grupos de trabajo del IPCC, como experto en unos casos y como delegado español en otros, pudo comprobar que no existen diferentes teorías sobre el clima y que las discrepancias en el seno de la organización intergubernamental de las Naciones Unidas son sobre las consecuencias del cambio climático, pero nunca sobre las causas, donde, realmente, hay muy poca controversia.
No existen evidencias científicas que permitan sostener que el clima actual depende de las emisiones de dióxido de carbono
Otro argumento muy utilizado por los negacionistas es que no existen evidencias científicas que permitan sostener que el clima actual depende de las emisiones de dióxido de carbono, pues hubo otros períodos en la historia de la Tierra con emisiones de CO2 mucho más elevadas que las de ahora y no se produjo un impacto tan drástico sobre el clima.
En el pasado se han producido cambios de ese tipo, que conocemos como cambios en el “forzamiento radiativo”, pero se han producido lentamente, no de forma brusca. Ciertamente, la respuesta del clima a un cambio en la concentración de gases de efecto invernadero no puede ser la misma si ese cambio se produce a lo largo de milenios o se produce en unos cuantos decenios. Unas décadas para nuestro sistema es muy poco tiempo. El océano es uno de los mecanismos capaces de contrarrestar algo así (ya que actúa como un termostato planetario), pero necesita entre siglos y milenios, y no décadas, para desarrollar esa función.
El cambio climático es un negocio muy rentable que tiene detrás a grandes grupos de presión
No podía faltar en este repaso a los principales argumentos del negacionismo climático, la existencia de poderes fácticos con una gran influencia económica y política, cuyo objetivo es infundir miedo y sentimiento de culpa en la población para lucrarse y alcanzar el poder. Quienes defienden esta tesis afirman que el movimiento ambiental se ha convertido en un movimiento político que busca el control de la sociedad. Uno de los máximos representantes de esta corriente de opinión es Patrick Moore, exactivista y expresidente de Greenpeace Canadá, que habla del ecologismo como un negocio muy rentable. Pero el cambio climático es, más que un negocio, un reto que afecta a casi todos los sectores productivos y sociales, y, por tanto, al conjunto de la sociedad (instituciones públicas, empresas, ONG, ciudadanos, etc.) en su sentido más amplio. Desde este punto de vista, se podría decir que el cambio climático ha entrado a formar parte del mundo de los negocios, pero no es un negocio en sí mismo, aunque ha puesto en marcha un cambio de paradigma que pone en cuestión el propio modelo de crecimiento.