El artista y cineasta indio Amar Kanwar presenta en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza un conjunto de vídeo-instalaciones que nos hacen reflexionar sobre el expolio y destrozo de tierras y la vulneración de derechos en las comunidades, sobre todo entre las mujeres. Este impactante trabajo, comisionado por TBA-21 (Thyssen-Bornemisza Art Contemporary), puede verse hasta el 19 de mayo en el museo madrileño gracias a la colaboración de SIGNUS y la Fundación Ecolec, dos entidades volcadas en el apoyo a iniciativas de responsabilidad medioambiental.
En esta semana del 8 de Marzo especialmente dedicada a la reivindicación de la Mujer, hemos querido acercarnos a otra manera de denunciar las desigualdades e injusticias.
Durante la presentación de la muestra del Thyssen, Amar Kanwar, que vive en Nueva Delhi, explicó que lleva 15 años trabajando en estas obras. Ha sido un largo proceso para “explicar lo que a veces nos deja sin palabras, lo que nos deja en silencio”. Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, recalcó sensaciones parecidas: “Estoy sobrecogido con la obra de Amar Kanwar. Y abrumado. Son obras con un contenido de extrema violencia, que hablan del atropello de los derechos humanos, pero hablan con un lenguaje sutil, delicado, poético. Podemos percibir el contraste entre la brutalidad del fondo y el lirismo de la forma. Su trabajo son pruebas acusatorias frente a la violencia, pero son también un memorial, una elegía, un lamento, un ensayo de curación de esas heridas. Son piezas inmersas entre la desesperación y la esperanza, con algo de misticismo”.
Efectivamente, al entrar en esas salas oscuras en la planta -1 del museo, a uno le atrapa inmediatamente una sensación de solemnidad; percibe que va a asistir a algo que se quedará enganchado a lo más profundo de sus emociones. Amar Kanwar nos proyecta en pantallas denuncias sobre el expolio de tierras y de la dignidad de las comunidades y de las mujeres en su país, a un ritmo lento, reflexivo, con las pausas necesarias para asumir la gravedad de lo que nos está contando.
Son denuncias y son plegarias
Francesca Thyssen, hija del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza y alma de TBA-21, habló de qué es lo que le interesa como coleccionista que da continuidad a la pasión de su familia, pero como coleccionista de su tiempo, del siglo XXI: “Quiero ser una coleccionista de la conciencia. Es la marca de identidad que yo persigo”. Respecto a la obra de Amar Kanwar que ahora podemos contemplar en el Thyssen (sí, ese es el verbo adecuado: no ver, ni mirar, ni visitar, sino contemplar, porque lo que requieren las imágenes de este artista indio es contemplación, con pausa y en silencio), Francesca Thyssen la resumió con una bella frase: “Es el silencio lo que nos permite oír los lloros”.
Y destacó su compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres y de la integridad de tierras y océanos. No se puede entender la salud de las sociedades sin la salud de sus tierras y aguas. La dignidad del ser humano y de las colectividades no pueden entenderse sin respetar la dignidad del territorio.
Ya el año pasado, TBA21 y Thyssen colaboraron en otra muestra, ‘Purple’ , una espléndida video-instalación del artista y cineasta británico de origen ghanés John Akomfrah en torno a los efectos del cambio climático y sus consecuencias en la biodiversidad y en las comunidades que habitan el planeta.
El bosque soberano
El bosque soberano es un proyecto de investigación que surge del conflicto en Odisha, una región agrícola en el este de India, entre comunidades locales, gobierno y grandes empresas por el control de las tierras de cultivo, los bosques, los ríos y los minerales, lo que ha provocado el desplazamiento forzoso de comunidades indígenas, granjeros y pescadores, y ha generado un clima de violencia. Tensión de la que podemos encontrar paralelismos en muchas comunidades de todo el mundo.
Durante más de 10 años, Kanwar ha estado filmando las intervenciones industriales que han destruido grandes extensiones de terreno en ese Estado indio, un proceso que comenzó en la década de los 90 con la connivencia del Gobierno, que eliminó restricciones legales y burocráticas. De El bosque soberano, asistimos en el Thyssen a la proyección de La escena del crimen, un vídeo de 42 minutos que presenta los impresionantes paisajes de Odisha antes de su destrucción: un pescador arroja su red al anochecer, entre el canto de los pájaros y los sonidos de los insectos, mientras el estuario fluye ondulante hacia el mar y las hierbas y el arroz en sus variados tonos de verde juegan en armonía. Casi todos las escenas de esta película muestran territorios que hoy han sido recalificados como áreas industriales. El paisaje natural se presenta como la escena de un crimen: cada lugar, cada brizna de hierba, cada manantial y cada árbol pertenecen a un terreno adquirido y su destino es desaparecer. A través del ritmo meditativo de las imágenes, Kanwar explora el significado de la pérdida y la muerte.
Son imágenes que hablan del expolio, de la desolación, del desamparo. Y que fijan la mirada en un gran árbol y un horizonte natural que simbolizan la legítima propiedad de esas tierras.
Testimonios de violencia de género
En la sala titulada Testimonios relámpago –el segundo proyecto de Kanwar presentado en esta exposición del Thyssen y TBA-21, que cuenta con el apoyo de Signus y Fundacion Ecolec para su presentación al público en Madrid–, una videoinstalación envolvente de ocho canales recoge el testimonio de varias mujeres sobre la violencia sexual y los secuestros en la India.
Asistimos a sobrecogedoras confesiones en torno a violaciones masivas, a humillaciones y asesinatos…, que nos envuelven en la sala por todas partes hasta hacernos parte, testigos incómodos, impotentes, de tan crueles episodios. Con un complejo montaje de relatos simultáneos, el artista explora las situaciones en las que los episodios de violencia sexual se suman a los conflictos sociales y políticos, con la intención de terminar con el silencio que cubre las agresiones a las mujeres, tanto en el ámbito público como en el privado.
Terminar con ese silencio que convierte a las víctimas en doblemente víctimas.
“También hay espacio para canciones, representaciones teatrales e imágenes poéticas”, según explica la documentación del Thyssen, “llevando al espectador más allá del sufrimiento para mostrarle un lugar de contemplación, donde la capacidad para sobreponerse crea el potencial de transformación en un mundo marcado por la lucha continua por los derechos y la dignidad de las mujeres”.
Una biblioteca de semillas
Con ese mismo talante de experiencia entre lo poético y lo documental, hemos de entrar en otra de las estancias negras, La sala de las semillas, que contiene pequeñas películas proyectadas sobre libros de papel artesanal, y toda una biblioteca vegetal.
En esta sala se presentan 272 especies de semillas de arroz en pequeños contenedores con el fin de denunciar el empobrecimiento constante de la biodiversidad agrícola. Procedentes de “la escena del crimen”, forman un grito silencioso de denuncia de un legado compartido y desarrollado durante siglos por los agricultores, y que ahora está condenado a desaparecer. Un Memorial en torno a la pérdida de biodiversidad agrícola, porque en el mundo no sólo es preocupante la pérdida de riqueza de especies silvestres de flora y fauna, sino también de la relacionada con la variedad doméstica, la agrícola y ganadera.
“Tanto El bosque soberano como Testimonios relámpago son tan conmovedores como oportunos, dando voz a quienes no la tienen y buscando justicia donde es difícil encontrarla”, explica la comisaria, Chus Martínez.
Buscar la justicia para los seres humanos, para los pueblos y para sus tierras y aguas.
“Estos trabajos”, concluye Francesca Thyssen, “brindan un claro enfoque sobre temas como la justicia social y la degradación medioambiental, a través de la poesía de la interpretación y de la vida real. La colección TBA-21 se distingue por incluir obras que dan sentido a las obligaciones sociales y políticas a las que nos enfrentamos como individuos y como ciudadanos de un mundo en transformación”.