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Bioconstrucción o cómo hacer casas con residuos

El aprovechamiento de residuos para las aplicaciones más diversas tiene casi tanta historia como el ser humano. No hay más que recordar cómo nuestros antepasados prehistóricos utilizaban huesos de animales para hacer agujas. Hoy se ven como rudimentarias, pero para ellos fueron útiles y cumplieron su función. Y, desde luego, se consideran una evidencia clara de los avances tecnológicos de aquellos primeros humanos.

Entre aquellas agujas y la economía circular han pasado miles de años. Pero la necesidad y la importancia de utilizar residuos para hacer cosas útiles con ellos no ha decaído. Al contrario. Si en tiempos inmemoriales se trataba de crear algo nuevo que no existía para resolver una necesidad, hoy se trata de resolver necesidades aprovechando lo ya usado para no tener que fabricar cosas nuevas (con todo lo que ello implica), y de controlar el incesante incremento de residuos.

Un mundo de materias primas

La construcción, más concretamente la bioconstrucción, es uno de los muchos campos en los que se aprovechan residuos para no tener que fabricar cosas nuevas. Se trata de un sistema de edificación que, en el caso concreto de los materiales, se basa en la utilización de aquellos de bajo impacto ambiental, son «materiales no totalmente artificiales y que puedan contener elementos tóxicos perjudiciales para la salud y, desde luego, los que provienen de fuentes renovables», especifica Paula Rivas, directora de Certificación de la organización Green Building Council España, (GBCe). Bajo este criterio, pues, estarían los materiales ecológicos, los procedentes de reciclaje, reutilización y reciclables, además de los extraíbles mediante procesos sencillos y de bajo coste, -por ejemplo, los de origen vegetal y biocompatibles-, y que no entrañen toxicidad para las personas y el medio ambiente.

Casa de bambú (Solarpedia)

Entre estos, Rivas, destaca «los restos de tejidos de algodón, las lanas, las celulosas procedentes del reciclado de papel y los derivados de maderas», como los que más se están utilizando y su aplicación más habitual «es en los aislamientos. Por ejemplo, hay ya empresas que están empleando pantalones vaqueros que ya no están en uso. Se trituran y se reciclan y con ellos se componen aislantes térmicos o acústicos».

Si se trata de maderas, «encontramos derivados que se están usando, aunque quizá no se trata tanto de reutilizar como de rescatar, por ejemplo, los restos de podas o de limpieza de bosques, que son aptos para hacer paneles de madera que puedan utilizarse para cerramientos».

Más antiguo y tradicional es la paja, que «desde luego es un residuo en sí mismo y del que se decía que no funcionaba y estaba muy denostada. Pero era porque no se sabía trabajar con ella, colocar. Sin embargo, en GBCe hemos certificado hace unos meses una vivienda unifamiliar de Menorca hecha con balas de paja. Y como este hay más ejemplos en los que las balas de paja funcionan y duran sin dar problemas».

Construcción de 14 viviendas de protección oficial pública en Formentera

Un material procedente directamente de la naturaleza son las hojas secas de posidonias, las que el mar arroja a las playas. Ciertamente, no es frecuente, pero es fue el que empleó como aislante térmico y acústico en la construcción de 14 viviendas de protección oficial pública en Formentera. Un proyecto que no solo tenía el objetivo de alcanzar reducciones significativas de los diferentes impactos ambientales en todo el proceso constructivo y a lo largo de la vida útil de las viviendas. También se trataba de crear un modelo de construcción y un prototipo de edificio eficiente y replicable, que contó con el apoyo de la Unión Europea a través del Programa LIFE, al que optó como LIFE+Reusing Posidonia y que fue premiado en la categoría de Medio Ambiente, en la edición 2021 de los Premios LIFE.

Ritmo creciente

Para Paula Rivas, el impulso del uso de estas materias primas está viniendo sobre todo porque «en los últimos años la sociedad empieza a conocer este tipo de materiales y a pedirlos. Hace unos años ‘lo reciclado’ no estaba muy bien visto, se pensaba que podrían ser productos de peor calidad y de menos interés en general. Pero, en los últimos años, se están solicitando más. Porque hay mayor conocimiento de la gente, y también por mayor concienciación. Porque estamos en una crisis de recursos, se ha visto con la pandemia que ha habido dificultades para acceder a ciertas materias primas. Entonces, todo esto está haciendo que la industria del reciclaje esté mucho más desarrollada técnicamente, además de que  económicamente también son productos atractivos. Por eso, ahora es mucho más habitual encontrar estos materiales. Y no solo en uso profesional, es que también están al alcance de los consumidores, por ejemplo en las grandes superficies de construcción y bricolaje».

Casa enterrada (Solarpedia)

Ahora bien, aunque por los volúmenes de materiales que requiere y maneja la construcción de edificios, «y que cada vez nos estamos encontrando estos materiales en edificios plurifamiliares, hasta ahora donde más se están aplicando es en viviendas unifamiliares y porque las demandan los propios dueños de esas casas al encargar los proyectos».

En este terreno, quienes quizá tienen más en su mano incrementar la demanda de materiales procedentes de reciclaje como los mencionados «más que los arquitectos, serían los promotores bien de obra nueva bien de rehabilitación. Que siguen siendo muy minoritarios. De hecho, si hablamos de arquitectura sostenible y de edificios que se certifican como tales, son menos del 0,1%. Un porcentaje mínimo de todo lo que se edifica en España. Y, dentro de ellos, ya los de bioconstrucción es un subgrupo todavía menor, marginal».

Preparar el mercado

Pero ¿qué pasaría si la demanda de estos productos aumentara mucho y en poco tiempo? Rivas tiene algunas dudas sobre si «se podrían producir de forma masiva. Centrándonos en los aislamientos, que me parecen los más representativos, quizá los fabricantes no podrían dar respuesta a una crecimiento muy rápido de la demanda. Habría que buscar un equilibrio para que la industria que los produce fuera fortaleciéndose».

Casa Vergara, casa de superadobe

A cambio, los materiales para bioconstrucción no requieren una certificación específica diferente a otros ‘convencionales’. «Tienen que tener su ficha técnica como cualquier otro, que es el documento que garantiza una calidad y unas prestaciones. Y, claro, la marca CE». Ni tampoco requieren ni grandes tratamientos ni un conocimiento súper especializado para aplicarlos. «Todos estos materiales: las lanas, el algodón, la celulosa, cuando llegan al mercado les han aplicado tratamientos contra insectos u hongos. Para poder utilizarlos como cualquier otro. Y, para instalarlos, lo mismo. Hace falta el conocimiento y la habilidad para colocarlos de manera que estén protegidos de la humedad. Si esa protección es buena, no dan problemas».

Proyectos solidarios o artísticos, un escaparate para nuevos usos de residuos

Más allá de estos ejemplos de materiales, menudean los ejemplos de construcciones de diversos tipos y para usos muy diferentes, realizadas con elementos procedentes de reutilización. Un caso, lo publicamos en este mismo blog, es el orfanato de la ONG Centre d’Àccueille Samaritain, CASA, que utilizaron neumáticos para construir sus instalaciones, en un claro ejemplo de utilización de un recurso/residuo que está a mano, es abundante y barato.

Otros ejemplos, de lo más variado en cuanto a los materiales utilizados, las estéticas y las funciones de los edificios, los reunió la revista Habitat con 16 fachadas de otros tantos proyectos que pueden resultar inspiradores.

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