Mi hija ya no estudia Biología, ahora estudia CTM. No lo quiero ocultarlo, tengo problemas a la hora de identificar lo que esconden esas siglas. Me lo ha dicho varias veces: Papá, son Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente. Por supuesto que me he quedado muy satisfecho del cambio de nombre. Es mucho más adecuado a los términos modernos. Además demuestra una preocupación sobre la Tierra y el Medio Ambiente muy superior a los que nuestra anticuada educación nos inculcaba en su momento.
Sin embargo algo falla. Mi observación es que en mi casa se utiliza mucho más la lavadora que en casa de mis padres cuando yo era adolescente. Y somos menos. El término de “fecha de consumo preferente” se lleva a rajatabla. El pan duro no se transforma en pan rallado para las croquetas, ni siquiera los restos del pollo se incluyen en ellas, y además éstas llegan congeladas directamente desde la tienda.
El uso de las servilletas, el papel higiénico, el papel cocina, los “tissues” y toda la parafernalia de usar y tirar por la taza del retrete se han triplicado en 20 años.
Mi preocupación sobre si realmente
está creciendo. Creo que estamos fallando en inculcar y practicar los conceptos que realmente nos pueden hacer evolucionar hacia un mundo más sostenible.
Son ellos los que van a disfrutar del mundo venidero, y no creo que un mundo similar al que ellos dejan, después de una reunión tipo “botellón”, sea la mejor manera de conservar nuestros frágiles ecosistemas.