Como ya estamos viendo la luz al final del túnel en esta terrible crisis sanitaria y económica que nos ha hecho abrir los ojos sobre la fragilidad de la Humanidad, desde esta sección mensual de ‘Artistas en verde’ queremos celebrarlo con lo que se conoce como ‘Light Art’ (arte de luz) y uno de los artistas más sorprendentes de la luz y las sombras, que, además, emplea desechos: Es Diet Wiegman (Holanda, 1944). Acompañadnos en este viaje de ilusiones ópticas a partir de material reciclado.
Wiegman es un artista visual multidisciplinar (él mismo se ha calificado como “artista omnívoro”) que trabaja principalmente con esculturas de luz y sombras. Hijo y nieto de artistas, pronto tuvo clara su vocación; estudió en la Academia de Arte de Rotterdam entre 1961 y 1965. En los años 60 adquirió cierta relevancia por sus trabajos en cerámica; ya entonces habitaba en su alma de artista la intención de reciclar, de unir pasado y futuro, de revivir objetos, al impregnar con arcilla latas oxidadas y viejos petates militares.
Desde siempre albergó como principio vital e inspirador en su arte que toda la materia es a fin de cuentas una conjunción de átomos en tránsito perpetuo, en una constante trasmutación a lo largo del tiempo. Vamos, que todo y todos estamos en un proceso de continuo devenir, continuo reciclaje.
El salto a la fama mundial lo dio Wiegman en los años 80, desarrollando sus experimentos con esculturas de luz, realizando sombras con elementos reciclados y basura proyectados en las paredes; lo que se conoce como shadow art , que viene a ser el reverso, la cara B, del light art. Posteriormente realizó esculturas en las que mezclaba las sombras con los reflejos obtenidos a partir de vidrios y espejos rotos. Cuando se le preguntaba por su trabajo, Wiegman simplemente contestaba: “Yo no he inventado el fenómeno de las sombras. Yo sólo hago agujeros en la luz”.
El David de Miguel Ángel y la Venus de Milo
Es alucinante ver cómo es capaz de proyectar la estatua del David de Miguel Ángel –el más bello cuerpo masculino que jamás se ha esculpido– a partir de desechados utensilios de cocina, como un colador, rayadores y un pasapuré. O reproducir la eterna y sensual Venus de Milo con la sombra de un montón de botellas de vidrio, algunas rotas, otras enteras. O llegar a algo parecido al pensador de Rodin a partir de chatarra electrónica y componentes de electricidad. O levantar con monedas –y con toda la intención del mundo– un Atlas llevando a su espalda la pesada Bola del Mundo.
La expresión de la luz
Light art (arte de luz) es una forma de arte visual en el que el medio principal de expresión es la luz. Así lo cuentan en Proyecto IDIS (Investigación en Diseño de Imagen y Sonido), de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires : “La luz se ha empleado en pintura, dibujo, fotografía, arquitectura, impresión, vídeo e incluso en la escultura a lo largo de la historia humana; sin embargo, el concepto moderno del arte de la luz surgió con el desarrollo de fuentes de luz artificial y la experimentación en el arte moderno. Uno de los primeros en utilizar esta técnica fue László Moholy-Nagy (1895-1946), un miembro de la Bauhaus influenciado por el constructivismo, considerado como uno de los padres de esta corriente. La escultura de luz (Light sculpture) y los móviles son componentes de su Light-Space Modulator (1922–30), una de las primeras obras de arte que utilizan luz artificial propia, además de combinarse con arte cinético”.
Y siguen explicando en Proyecto IDIS: “El desarrollo de la electrificación permitió a partir de finales del siglo XIX y comienzos del XX la utilización de la lámpara incandescente. Esos fluorescentes tuvieron un especial impacto lógico en el uso comercial, pero también desde el arte; algunos de los representantes de la idea de la luz como material fueron Dan Flavin y Frank Popper. Otros artistas contemporáneos son: Julio Le Parc, Chul Hyun Ahn, Olafur Eliasson, Spencer Finch, James Turrell, Leo Villareal, Lucio Fontana, Martial Raysse, Chryssa, François Morellet, Joseph Kosuth, Bruce Nauman, Piotr Kowalski, Mario Merz, Jim Campbell y Yann Kersalé”. Artistas todos que demuestran que para crear belleza no es necesario ni siquiera gastar materia.
Desde aquí, y por la proyección que han alcanzado sus últimas obras en ciudades como Londres, Nueva York y Bilbao, quien esto firma se declara absoluto admirador de James Turrell y Olafur Eliasson.
Jugar con la distorsión, lo falso, el cliché
Pero Diet Wiegman, que en 2009/2010 fue distinguido como “Artista más Brillante del Año” en Holanda por la Art Week Foundation, da un paso más y entra de lleno en el territorio Signus Ecovalor. Sus esculturas de luz son algo más que siluetas figurativas, ingeniosos y pacientes juegos de sombras; las obras de Wiegman trabajan conceptualmente con las sombras y el movimiento a partir de materiales desechos y rehechos a lo largo de cuatro décadas. Dentro de ese concepto, de su filosofía Wiegman, el artista holandés nos está haciendo reflexionar sobre la distorsión, la manipulación, los prejuicios, los clichés, las contradicciones, las falsedades, los postureos… Que no es oro todo lo que reluce, ni basura todo lo que apartamos. Ni más ni menos. Ni mucho menos.
Para completar el círculo del reciclaje, él a menudo destruye sus propias obras, y recompone y recicla los restos para crear nuevas obras. No solo eso, sino que en su larga trayectoria artística ha combinado trabajos de distintos periodos para mezclarlos y obtener nuevas composiciones. Terminamos con sus propias palabras, palabras de un mago de la sombra y la luz: “Es como la vida misma, las personas reutilizamos experiencias anteriores y recuerdos, y los combinamos con nuevos logros del presente”. Todos en un viaje de trasmutación permanente.