En verano, una vuelta a los clásicos, una mirada a los pioneros. Esta serie mensual de ‘Artistas en Verde’ recupera en julio y agosto a dos grandes nombres del arte comprometido, ese arte que valoriza materiales menospreciados, tachados de desechos. Pioneros en dar nuevas vidas. En rescatar, recuperar, Reciclar. Hoy nos detenemos en uno de los escultores contemporáneos más famosos, el británico Tony Cragg, nacido en Liverpool hace 73 años, residente en Alemania desde los años 70, localización que compagina con sus largas estancias de inspiración en la isla sueca de Tjörn, habitada por solo 15.000 personas.
Seguramente muchos le conocéis por sus grandes esculturas de masas de plástico aplastado, colocadas en escenarios hiper-clásicos, en los que su presencia resulta aun más impactante. Pero antes de estas composiciones, Tony Cragg fue otro de esos pioneros en servirse de la basura para realizar sus obras, allá por los años 70 y 80 del siglo pasado. Realizó muchas de sus primeras esculturas con materiales encontrados, con restos de construcción, materiales descartados en las obras, materiales domésticos tirados, fragmentos de plásticos desechados y aplastados, fragmentos rotos de basura encontrada. Por eso tenía que estar en este blog de SIGNUS. Hemos de reconocerle como un visionario en algo que hoy, gracias a la evolución de la civilización, ya está más asumido y asentado.

Amor de plástico y caucho
Hemos de irnos especialmente a sus trabajos de los años 70 y 80 para encontrar esa filosofía de obra y vida. Al principio recordaba mucho a Richard Long y su arte efímero en sus composiciones con piedras, collages con objetos encontrados en la playa (a Tony Cragg siempre le interesó indagar en la relación del ser humano con su entorno). De ahí fue pasando a acumulaciones de tacos o tablones de madera o cartones desechados o trozos de objetos cotidianos de plástico, cubos, cajas, tubos, tapaderas, platos, envases, peines, cubiertos… Como la serie Policeman, de 1981, o la serie de siluetas de parejas titulada Real Plastic Love, de 1984, realizadas con trocitos de plásticos de objetos de uso cotidiano.

Indagando indagando, en los años 80 compuso también extraordinarias esculturas por acumulación de restos de plástico y caucho, con cámaras de ruedas y neumáticos, como en las obras Black and White Stack o Car, de 1980. En 1986 volvió al neumático en su pieza Adontoid Pegs, configurando formas que pueden recordar a estilizadas pagodas tailandesas.
La des-fetichización de la escultura
El Museo Nacional Reina Sofía, en Madrid, le dedicó una gran exposición en 1995. Su catálogo nos explicaba: “La escultura contemporánea se caracteriza por un radical proceso renovador que se inicia a finales de los años cincuenta. Dicha renovación se lleva a cabo fundamentalmente a través de tres vías: la reconsideración de los materiales tradicionales y la inclusión de otros tomados de la vida cotidiana, la des-fetichización del objeto escultórico y la entrada en juego de otros valores espaciales, de escala y de ocupación”. Tony Cragg participaba en la renovación de la escultura europea desde esas tres vías y tomando como referencia a los artistas minimalistas, las manifestaciones del Arte Povera (de este movimiento hemos traído aquí a Mario Merz ) y el trabajo de Richard Long, uno de los puntales del Land Art. Empleaba lo que en inglés llamaron “civilization waste” (“los desechos de la civilización”).
El periodista especializado en arte Fernando Samaniego escribía en El País a raíz de esa exposición en Madrid: “Desde los trozos de plástico recogidos en el Rin a las mesas de madera llenas de clavos, la singular obra artística de Cragg se extiende por los amplios espacios del Reina Sofía, con las cerámicas cortadas como pan, los instrumentos científicos con patas de animales, los tampones de parafina en un paisaje burocrático, las botellas sobre torres y bicicletas, los gigantescos tornillos de madera y las torres de materiales industriales”.

Y el comisario de la exposición, Fernando Castro Flórez, señalaba: “La ambición estética de Cragg le convierte en una figura singular, que no remite a la abstracción ni al conceptual”. Señalaba que de Duchamp saca la enseñanza de utilizar nuevos materiales y de Beuys la forma de escapar de la trivialidad, con una poética de lo cotidiano. «Su obra no tiene referencias artísticas o políticas; proceden de la tensión misma de los materiales. Mira al futuro y al pasado prehistórico, por su interés por la sensualidad en las moléculas, a los seres primitivos y a las ruinas».
La naturaleza, como principio del arte
Posteriormente, a medida que se iba agotando el siglo XX, Cragg fue evolucionando de acuerdo con la máxima del artista según la cual “la naturaleza es fuente y origen del arte”. Y profundizó en el empleo de la piedra y la madera en sus esculturas.
Se contaba en la exposición del Reina Sofía: “El mundo orgánico se muestra en sus esculturas, ideadas y pensadas como conjuntos: Mental Picture (1992), realizada en piedra; Complete Omnivore (1993), construida en hierro y yeso, o Administered Landscape (1994), hecha en parafina. Estas obras se extienden, son esculturas abiertas tanto simbólica como conceptualmente, y remiten a las leyes de la naturaleza, en especial a las relativas al pliegue y origen de las formas, como en la serie Early forms (1993)”. La naturaleza como principio y fin de la obra del artista.

En España, la última vez que pudimos disfrutar ampliamente de su obra fue en 2018 en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en Valencia. Y, por cierto, a raíz de esa exposición, Mercadona –a través de la Fundación Hortensia Herrero, de la vicepresidenta de la cadena de supermercados– le regaló una de las esculturas ahí desplegadas (Points of view, Puntos de vista, de casi 6 metros de altura, realizada en acero inoxidable) a la ciudad de Valencia.
Muy recientemente, hace unos meses, pudimos ver una de las obras de Cragg realizadas por acumulación de objetos de vidrio como parte del diálogo establecido entre las pinturas de Morandi y los trabajos de artistas contemporáneos en una interesante muestra en la Fundación Mapfre.
[…] de ‘Artistas en Verde’ dedicado a tres clásicos. Tras las locas esculturas del británico Tony Cragg y las asombrosas criaturas playeras del holandés Theo Jansen, en septiembre nos detenemos en el […]
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