Tuve la oportunidad de conocer a Cristina Bezanilla y de trabajar con ella a comienzos de esta década. Me gustó su entusiasmo, cómo creía en la dedicación artística en cuerpo, mente y alma. Tanto que ella se mostraba torpe en las relaciones públicas para vender su trabajo, y en esas tareas le ayudaba su hermana. Una aportaba creación e imaginación; otra, Arancha, el concepto, la palabra, el orden y la empatía. Un tándem perfecto. Y me llamó la atención desde el primer momento el empleo de ruedas, neumáticos, cables, señales de tráfico, semáforos, faros, interruptores de electricidad… Materiales duros y muy urbanos que ella rescataba para concederles nueva vida y sentido, para componer una especie de art brut, enormes collages de objetos, muy matéricos y contemporáneos, que en su combinación nos proporcionaban nuevas narrativas y una nueva poética.
«Los materiales los encuentro de forma casual, están por todos los sitios, todo me sugiere arte, solo hay que identificarlo, yo veo arte a partir de lo que la mayoría de las personas consideran basura. Además, creo que el reciclaje artístico es una buena alternativa ante la problemática ambiental mundial, pues dignifica y da nuevo valor a lo que tan a menudo se ha considerado desecho».
Y dentro de su mundo tan particular, se abre un apartado especial todo lo relacionado con la automoción. «Me gustan mucho las motos, los coches, las ruedas… Mis obras surgen de la vida que está a mi alrededor; para mí, cualquier material tiene el potencial de convertirse en arte y transformar la manera en que las personas pueden ver el mundo. Esta reutilización de los materiales es lo que personaliza mis obras, esculturas y pinturas… Creo que el talento lo tienen los objetos en sí mismos».
Lo tiene claro: «El arte y el reciclaje tienen una relación muy directa; a veces es la fuente de donde procede mi inspiración, poniendo en marcha el impulso creativo más inesperado o sorprendente; otras veces es sólo una técnica; pero siempre está presente en mi obra».
¿También lo aplicas a tu vida cotidiana?
«En el día a día intento practicar un consumo responsable, aunque tengo que reconocer que no siempre lo consigo. Sin embargo, en mi casa todos los muebles, mesas, sillones, lámparas, objetos de decoración, complementos… están hechos por mí con materiales reciclados o recogidos directamente de la basura. La gente tira auténticos tesoros, a veces incluso visito chatarrerías, desguaces… Lo que otros tiran me sirve a mí perfectamente para mi casa o mi trabajo».
Desde muy joven, Cristina Bezanilla tomó conciencia de dedicar su vida a la plástica, «fuesen cuales fuesen las circunstancias». «Quizá porque mi madre, de una forma obsesiva, nos arrastraba a mis hermanas y a mí a participar en todos los concursos de pintura, quizá porque dicen en mi familia que descendemos del pintor Gutiérrez Solana. A sacar fotos nunca me enseñaron, aprendí de forma natural, desde que en la primera comunión mi padre me regaló mi primera cámara; me ha acompañado siempre como una forma de libertad expresiva, siempre he sido una tímida atrevida, sin límites, sin medida».
¿Y cómo ha evolucionado tu carrera artística?
«Creo que ha sido muy importante a nivel técnico la incorporación de las nuevas tecnologías, la fotografía digital, los ordenadores, los móviles… Han facilitado muchísimo la creación de nuevos lenguajes en el arte, aunque creo que lo importante sigue siendo la idea. También han cambiado mis intereses personales en los últimos años, mis creaciones hablan más de mí misma, reflejan cambios en mi manera de pensar, e incluso aportan mayores datos sobre mi forma de ser. Trato de acercar mi personalidad a las claves del trabajo que elijo».
Entre sus últimos proyectos más destacados elige el Premio Proyecto Identificación Subjetiva, ‘Proyecto Kamaní’, de Migrar es Cultura y Museo de América, de 2016: «El proyecto Identificación Subjetiva es la unión de dos ejes de mi trayectoria: por una parte, el proceso de transmisión de información, buscando la solución formal más adecuada, el collage, el street-art o arte de la calle, como lenguaje de expresión elegido. Por otra parte, la temática de carácter documental, retratos, fotografías y vídeos de personas en diferentes países, como China, Japón, India, Estados Unidos o Sudamérica desde hace años. Este trabajo invita a una reflexión positiva que nos encamina a comprender nuestra diversidad, el origen, la cultura en contacto, lenguas, valores… Todo ello está generando unos contextos multiculturales potencialmente enriquecedores para todos. La importancia de impulsar una sociedad hospitalaria, que promueva el respeto a todas las personas, independientemente de su origen cultural, contribuyendo a la mejora del conocimiento. Mi trabajo siempre ha estado centrado en las personas, en la convivencia y los problemas de aceptación del otro, desde la fotografía, vídeo y otros soportes plásticos. Este proyecto es el resultado de varios años de trabajo e investigación».
¿Y entre lo nuevo, Cristina?
«Estoy realizando una gran cantidad de proyectos, constantemente investigando nuevas posibilidades; incluso en los peores momentos mi mente sigue pensando en diálogos plásticos. Ahora mismo estoy metida de lleno en el proyecto Fucking cáncer: mi hermana y yo. Nuestra historia real (Reconstrucción mamaria con colgajo DIEP). Un trabajo de investigación-producción artística que abarca desde mayo 2016 hasta hoy, fusión entre arte y vida con una fuerte implicación tanto a nivel profesional como personal. Una narrativa audiovisual multidisciplinar, para mostrar mediante la fotografía contemporánea el día a día de mi hermana, en su entorno cotidiano, tras ser diagnosticada por segunda vez de cáncer de mama. En España se diagnostican cada año unos 23.000 nuevos casos; es algo que cambia profundamente a las mujeres, y a menudo nos lleva a recuperar otros valores. La exposición se abrirá el 19 de octubre, Día del Cáncer de mama, en el hospital universitario La Paz de Madrid».
Más información en la página de Facebook de Cristina Bezanilla.
Cristina Bezanilla…una artista por naturaleza,con quién tuve la suerte de coincidir en la UNIVERSIDAD DE SALAMANCA.Maravilloso su buen hacer como artista y como persona.
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Cristina y Arancha son dos bellísimas personas. Y las obras de Cristina conmueven. El artista más auténtica que he conocido jamás.
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