Una mujer baila con los peces y se convierte en sirena. Una mujer mayor hace manitas con un pulpo y su rastro y rostro se pierden en el fondo del mar. La neoyorkina Joan Jonas, de 83 años, es la nueva artista que colabora en los proyectos con compromiso social y ambiental de TBA21 (Thyssen-Bornemisza Art Contemporary) y la invitada del mes de marzo en esta serie mensual de artistas que piensan en verde. Jonas está exponiendo su trabajo sobre el océano en el Museo Thyssen de Madrid hasta el 18 de mayo.
No deja de ser curioso el paralelismo entre el apellido de la artista y el profeta Jonás, a costa de esta muestra. Ya que en el Antiguo Testamento se cuenta que, por desobedecer su mandato, Yahveh dispuso que un gran pez se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su interior hasta que, tras serio arrepentimiento del profeta, Yahveh ordenó al pez que le vomitara en tierra seca.
Y Joan Jonas, que se considera sobre todo una mujer de tierra, se ha zambullido en el agua para la muestra que, tras su paso por Venecia, ha llegado a Madrid hasta mayo: Moving Off the Land II.
A Joan Jonas hay que seguirle su trayectoria para entenderla bien y que te guste. Fue una mujer pionera en que el arte traspasara los límites de espacio de una galería. Desde los años 60, Joan Jonas destacó por los experimentos realizados en campos como la performance, el videoarte y el arte conceptual. Creó un tipo de obra en la que confluía el dibujo y la pintura con la danza, la música y el teatro. Por eso ella, en vez de exposiciones, prefiere hablar de instalaciones.
Además, pronto comenzó a interesarse por la relación del ser humano con la naturaleza, convirtiendo la defensa de bosques y océanos, mares y paisajes, en un tema recurrente en su producción. Eso precisamente es lo que movió a Francesca Thyssen, impulsora de TBA21, a encargarle un proyecto en torno a los océanos; y eso es lo que ha traído la instalación Moving Off the Land II a las salas del Thyssen y a este blog verde.
El lenguaje de cetáceos y escritores
Stefanie Hessler, la comisaria, explica que las nuevas obras de Jonas “se sumergen en lo más profundo de las aguas marinas, nadan con los peces que las pueblan e incorporan material poético y literario de escritores”. Así, mezclados con los sonidos de agua y del complejo lenguaje de los cetáceos, el visitante escucha recitar extractos de Moby Dick, de Hermann Melville; de El alma de un pulpo, de la naturalista Sy Montgomery, y del ensayo Undersea, de la bióloga marina Rachel Carson. Todo un viaje submarino para el visitante, que se ve absorto en la magia acuosa del planteamiento emocional de Joan Jonas.
Francesca Thyssen está convencida del poder movilizador del arte: “Seguimos creyendo firmemente que cuando se abordan de esta manera, las artes pueden convertirse en un poderoso agente de cambio que llega tanto al poder de arriba como al activismo de base, alcanzando un nuevo espacio creativo de acuerdo común”.
Pulpos, rayas y círculos
Antes de entrar en el meollo de Moving Off the Land II (montada con la colaboración de la Fundación Ecolec), el visitante se encuentra con una selección de acuarelas de especies marinas, como pulpos y rayas, y de dibujos de rayas (rayas-rayas), círculos y espirales, junto a un gran collage de una ballena, acompañado de una rítmica grabación de sonidos emitidos por cachalotes, procedentes de grabaciones proporcionadas por David Gruber.
Avanzamos y el espacio principal alberga tres grandes instalaciones de proyección, una especie de teatrillos que acogen/recogen al espectador para que la experiencia de contemplar los vídeos resulte más inmersiva. Los vídeos proyectados hacen referencia a las sirenas, los espejos, los pulpos (animales extraordinariamente inteligentes), las ballenas, los pescadores artesanales jamaicanos… El material fílmico de las performances de Jonas se intercala con imágenes nuevas, que incluyen filmaciones en acuarios y en aguas de Jamaica, tomas de criaturas biofosforescentes grabadas por el biólogo marino y experto en arrecifes coralinos y fotosíntesis Dabid Gruber, junto a secuencias de palabras y movimientos, registradas en el estudio de Joan Jonas en Nueva York y que se superponen a las imágenes subacuáticas.
“El resultado”, explican en el Thyssen, “es un homenaje a los océanos y las criaturas, a la biodiversidad y la ecología, a la vez que una llamada de atención sobre los efectos del cambio climático y la extinción de especies”.
De Nueva York a los océanos
Con el paso del tiempo, Joan Jonas ha visto reconocida su perspectiva novedosa de la creación artística. La artista es una de las pocas supervivientes de aquel Soho neoyorquino que se convirtió en hervidero de las vanguardias y donde sigue viviendo, aunque se muestra muy crítica con su aspecto actual, entre parque temático para turistas y millonarios y gran centro comercial. Ha participado dos veces en la Bienal de Venecia representando a su país, EE UU, y seis veces en la Documenta de Kassel (Alemania). Su obra forma parte de los fondos de museos como el MoMA de Nueva York y la Tate Modern de Londres.
En España, tiene representación en las colecciones del MACBA de Barcelona y del Reina Sofía de Madrid. Aquí pudimos contemplar un buen despliegue de su talento en la exposición Caudal o río, vuelo o ruta, en 2016 en el Centro Botín de Santander. En ella el público disfrutaba especialmente de las grabaciones de sus bailes cual elfina entre los árboles del Valle del Nansa y el Jardín Histórico de Puente San Miguel. Entre otros muchos reconocimientos, Jonas ha recibido el premio a los logros de toda una vida del Museo Solomon R, Guggenheim.
Desde luego, a ella, a diferencia de Jonás, no se la ha comido un pez.