Contando las semanas, los días… Llega el verano, el momento de disfrutar de unas merecidas vacaciones y de cogernos esos días de descanso que tanto estábamos deseando ¿Qué hacer? ¿Dónde ir? A diferencia de lo que algunos puedan pensar, viajar no tiene por qué ser un desastre ecológico ni tampoco una actividad dañina para el planeta. Por el contrario, puede convertirse en una experiencia de lo más lúdica y placentera que uno pueda imaginar, contribuyendo al desarrollo sostenible y a la fijación de empleo en comunidades rurales.
Existen muchas maneras de minimizar el impacto ambiental de nuestros viajes. Desde la elección del destino hasta el alojamiento que escogemos; todo cuenta. Según el informe sobre Viajes Sostenibles de Booking.com, el 56 % de los turistas españoles cree que el impacto medioambiental del viaje debería de ser un factor importante a la hora de planificar las vacaciones. Y no parecen declaraciones hechas de cara a la galería. Si atendemos a los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, el número de casas rurales en España se multiplicó por tres desde el año 2000 (de 5.865 a 15.048 establecimientos), del mismo modo que creció el número de ecoturistas en alojamientos rurales, de 2,7 en 2014 a 4,4 millones de residentes en 2019.
Poner en valor el entorno
Elena Totorica, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Coliving y Coworking en zonas rurales y propietaria de un ecohotel en Frómista (Palencia), confirma estas cifras: “cada vez son más los viajeros que se decantan por modelos de turismo basados en el desarrollo rural, conjugando una oferta cultural y gastronómica con la visita a espacios naturales de alto valor ecológico. Una tendencia que va en aumento desde la pandemia del Covid-19. “Nuestra misión consiste en ayudar mediante propuestas y actividades turísticas a poner en valor el entorno, así como el trabajo de productores locales (el quesero, el panadero…), pequeñas empresas y guías de la zona. Es una forma de que la gente conozca el patrimonio natural y cultural de nuestro país y lo valore”.
El hotel rural Doña Mayor, que regenta Elena Totorica en Frómista, es un ejemplo de esta nueva generación de alojamientos ecológicos en lugares con encanto. La emblemática localidad del Camino de Santiago, conocida por ser un icono del románico palentino en la comarca de Tierra de Campos, atrae cada año a miles de ecoturistas que encuentran en la historia, la naturaleza y la gastronomía su principal reclamo. “Nosotros comenzamos cuidando los desayunos y las comidas que ofrecíamos a nuestros clientes, con productos de temporada y de proximidad o alimentos ecológicos procedentes de cultivos sostenibles. Después continuamos poniendo luz verde, paneles solares para el agua o sustituyendo la calefacción de zonas comunes por chimeneas de pellets”, señala Elena Totorica. “Asimismo, siempre hemos entendido que parte de nuestro trabajo es poner en valor el patrimonio histórico y natural de nuestro territorio. Palencia es una región bastante desconocida y es imposible valorar lo que no se conoce. Para un alojamiento ecológico que quiera fomentar el turismo sostenible es muy importante ayudar a los clientes a que conozcan las actividades y los espacios que hay en la zona y pueden visitar”.
Ecolodge, ecohotel y ecoresort
A partir de ahí, conviene diferenciar diversos conceptos que pese a parecer iguales no son exactamente lo mismo. Algunos expertos señalan que los ecolodges (un término más popular en el mundo anglosajón) hacen alusión a residencias situadas e integradas en espacios protegidos de especial interés natural, donde predominan las experiencias basadas en la naturaleza en un entorno de bajo impacto ambiental y tecnologías alternativas. Por su parte, el ecoresort se suele referir a alojamientos que se encuentran en torno a las playas y ofrecen actividades destinadas al descanso y al consumo de productos locales de temporada; mientras el ecohotel se localiza, fundamentalmente, en zonas rurales, en establecimientos sostenibles con un número limitado de habitaciones.
En cualquier caso, todos estos hoteles ecológicos se caracterizan por ser proyectos turísticos comprometidos con el territorio, que contribuyen a proteger y conservar los recursos naturales, paisajísticos y culturales del medio rural, mejorando el bienestar de millones de personas que viven en el campo, reduciendo la brecha rural-urbana, erradicando la pobreza y evitando la migración a la ciudad.
Minimizar el impacto ambiental
El uso del término eco supone, además, una apuesta por minimizar el impacto sobre el medio ambiente a través del uso de fuentes de energía renovable; tecnologías de bajo consumo; servicios de reciclaje; productos de la región; artículos de tocador ecológicos, ropa de cama y toallas orgánicas; empleo de productos de limpieza no tóxicos u orgánicos; vajilla no desechable; medidas de ahorro del agua, etc. “Ahora hay una conciencia ambiental mucho mayor. Antes no había tanta gente sensibilizada con el problema del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la falta de recursos y materias primas. Esto ha provocado que muchos establecimientos ya nazcan siendo ecohoteles. Cuando se construye el edificio se utilizan los materiales más adecuados y los sistemas de climatización más eficientes, pero no solo por conciencia ambiental, sino por propio interés. Ser sostenible, además de estar bien visto por la sociedad y los clientes, es algo que es bueno para la rentabilidad económica del negocio. Al final, invertir en energías renovables merece la pena. Por eso la mayoría de personas que gestionan alojamientos turísticos son conscientes de que esto hay que hacerlo”.
Elige tu experiencia
Para los huéspedes interesados en pernoctar en un ecohotel, existen números sellos, símbolos y distintivos verdes para alojamientos, campings y otros destinos de vacaciones en toda Europa, aunque el visitante valora, por encima de todo, la experiencia que ha vivido, asegura Elena Totorica. “En la actualidad no hay ningún certificado que el cliente pueda identificar como hotel ecológico. Hay muchas tipologías de ecohotel, hotel sostenible…, tantas que resulta muy complicado englobarlas bajo un sello que las unifique a todas. Es un trabajo que aún está pendiente de hacer en muchos sentidos”.
El viajero que desea pasar unas vacaciones de una manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente ha de preguntarse primero qué considera más importante: productos ecológicos y de temporada, alimentos vegetarianos, edificios de alta eficiencia energética, uso de energías alternativas, experiencias en espacios protegidos que contribuyan a la conservación de la biodiversidad o establecimientos más orientados a conseguir que los ingresos permanezcan y se reinviertan en el lugar de origen. Dependiendo de las prioridades de cada uno, será más fácil encontrar el alojamiento ideal para este verano. “En contra de lo que algunos puedan pensar el ecohotel ofrece la misma calidad, confort y descanso que cualquier otro hotel, pero de una forma sostenible. Si somos capaces de transmitir eso sería un gran avance”, concluye Totorica.