La Economía Circular es una evolución en la organización de los sistemas, que persigue el cambio desde una economía lineal (producir, usar y tirar) hacia un modelo circular, tal y como ocurre en la naturaleza. Toda evolución significa un cambio de cultura, de prácticas y en definitiva de modo de pensar. Si además tenemos en cuenta que esta revolución afecta a la economía y persigue la sostenibilidad de los procesos, de los productos fabricados y de los comportamientos de los consumidores, nos encontramos con una tarea muy complicada de llevar a cabo en el corto tiempo de que disponemos. Este planeta no tiene los recursos suficientes para mantener el crecimiento exponencial en el consumo de las materias primas no renovables que va necesitar en los próximos años.
El reto que tenemos nos afecta a todos, pero ¿quién tiene que liderar el proceso del cambio?, ¿quién puede conseguir que esta revolución se realice de una manera sólida, coherente y en un tiempo adecuado?
La demanda por parte de la administración pública de productos y servicios con reconocidos valores ambientales, debe de ser un fuerte instrumento para estimular su oferta por parte del sector privado, favoreciendo así la creación de mercados respetuosos con el medio ambiente. Es una necesidad perentoria que las administraciones públicas impulsen y den ejemplo, como abanderadas, del cambio cultural que supone el concentrarse en “producir-usar-reciclar-volver a producir”.
¿Qué es la Compra y Contratación Pública Verde? La Comisión Europea define la Compra y Contratación Pública Verde como: “Proceso por el cual las autoridades públicas tratan de adquirir productos, servicios y obras con un impacto ambiental reducido durante su ciclo de vida, en comparación con el de otros productos, servicios y obras con la misma función primaria que se adquirirían en su lugar.»
La Compra y Contratación Pública Verde es el instrumento que tienen las administraciones públicas para contribuir de manera decisiva al cambio cultural en el que estamos inversos. Además es importante reseñar que el Club de Roma en sus proyecciones estima que existe la posibilidad de crear hasta 400.000 puestos de trabajo en España ligados al sector de la economía circular y el reciclaje. Además con un factor económico que puede ser vital. Los centros de trabajo y de producción se tienen que trasladar desde donde se encuentran las materias primas a donde se realizan las labores de reciclaje, es decir nos encontramos con la posibilidad de realizar el proceso de relocalización de la industria a la inversa de lo sucedido en los últimos 50 años.
En el informe de la Comisión al Consejo de Europa, al Parlamento Europeo, al Comité Económico Social Europeo y al Comité de las Regiones (2/12/2005) titulado “Cerrar el círculo: un plan de acción de la UE para la economía circular” se afirma:
“La economía circular impulsará la competitividad de la UE al proteger a las empresas contra la escasez de recursos y la volatilidad de los precios, y contribuir a crear nuevas oportunidades empresariales, así como maneras innovadoras y más eficientes de producir y consumir. Creará puestos de trabajo a escala local adecuados a todos los niveles de capacidades, así como oportunidades para la integración y la cohesión social. Al mismo tiempo, ahorrará energía y contribuirá a evitar los daños irreversibles causados en lo relativo al clima y la biodiversidad, y a la contaminación del aire, el suelo y el agua, a causa de la utilización de los recursos a un ritmo que supera la capacidad de la Tierra para renovarlos”.
Una economía circular restaurativa y regenerativa, que trate de que los productos, componentes y materias mantengan su utilidad y valores máximos en todo momento, tratando de desvincular el desarrollo económico global del consumo de recursos finitos, es una necesidad imperativa para conseguir la sostenibilidad de nuestro modo de vida. Es por ello que estamos seguros que la revolución económica que está llegando será circular… o no será.