Hoy es el Día Europeo de los Parques y lo celebramos con una entrevista a uno de los nombres indispensables del ecologismo español: Eduardo Martínez de Pisón. Escritor, geógrafo y alpinista, es una de las voces más autorizadas para hablar de parques nacionales en nuestro país. Ha formado parte del Comité Científico de Parques Nacionales, es miembro de los patronatos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y miembro de honor del patronato del Parque Nacional del Teide.
Desde el mes de abril también preside la 1ª Catedra de Parques Nacionales de España que se encarga de dar apoyo científico y académico a este organismo autónomo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica. “Celebrar el Día Europeo de los Parques es siempre motivo de satisfacción –asegura Eduardo Martínez de Pisón–, es una forma de despertar conciencias y recordar la necesidad de que haya lugares protegidos en el mundo”.
Venimos de un año de grandes celebraciones en la Red de Parques Nacionales
Así es. En 2018 se cumplieron 100 años de la creación de los dos primeros parques nacionales españoles (Covadonga y Ordesa) y para celebrarlo se programaron actos conmemorativos en toda España, algunos de ellos tan solemnes como el que tuvo lugar en el Senado el pasado mes de julio con la presencia de Su Majestad el Rey. Yo siempre he pensado que si se celebran actos de ese tipo es porque existe un amplio consenso sobre la utilidad de la Red de Parques Nacionales y su aportación a la memoria histórica de nuestro país. Entonces… ¿por qué no extenderla? ¿Por qué no seguir ahondando en el mismo modelo que tan buenos resultados nos ha dado? Es algo que deberíamos plantearnos. Se trata de seguir activos sin dormirnos en los laureles.
¿Cuáles son los principales retos de los parques nacionales en la actualidad?
El conocimiento actual de la geografía física de los parques y de sus entornos nos permite enfocar la gestión de los parques naturales con más sentido. Además, necesitamos seguir ampliando la Red y adaptarnos a los problemas sociales, económicos y ambientales de cada momento. La España de hoy es muy diferente a la de hace un siglo, donde el Parque Nacional de Covadonga (ahora Picos de Europa) o el Parque Nacional de Ordesa (ahora Ordesa y Monte perdido con la última ampliación) resultaban tremendamente remotos y recónditos. Por el contrario, la España de hoy está marcada por el desarrollo turístico y una creciente demanda de servicios y recursos temible en la naturaleza de montaña.
Precisamente esta semana los medios de comunicación se hacían eco del mayor atasco de la historia del Everest, donde más de 200 montañeros se vieron obligados a esperar largas colas para acceder a la cima de la montaña más alta del planeta
Este es un fenómeno preocupante en nuestros días que va en aumento. En España, por poner un ejemplo, hay un estrechamiento en la cresta que sube hasta la cumbre del Aneto, en el que se producen atascos en verano como si fuera la entrada o la salida del metro. Una de las funciones de un parque natural, nacional o regional en la actualidad es poner en marcha las medidas correctoras necesarias para equilibrar, armonizar y frenar la demanda desbocada que se está produciendo.
Hay quien piensa que la declaración de Parque Nacional provoca un efecto llamada
Nosotros lo llamamos el efecto de renombre y tiene una incidencia muy baja sobre la conservación del territorio. No podemos olvidar que los parques nacionales son los garantes de la conservación y de la protección de la flora y la fauna de un determinado territorio. Un caso paradigmático es el de la Sierra del Guadarrama, que conozco bien desde hace 50 años. Si la Sierra madrileña se hubiera abandonado a su suerte, en estos momentos estaría tremendamente deteriorada, no me cabe la menor duda. Son otros efectos externos los que influyen en la conservación y pueden convertir cualquier espacio natural en un parque temático: los planes urbanísticos, las motos todoterreno, los aerogeneradores, las pistas de esquí prolongándose cada vez más en busca de una nieve que huye hacia arriba, etc. Lo que hace un parque nacional es regular y reglamentar ese terreno para sacarlo del mercado de productos y servicios.
Entonces… ¿crees que se puede compatibilizar desarrollo y conservación?
Es absolutamente necesario; pero sobre una idea de progreso en el sentido más amplio de la palabra que incluya aspectos materiales, culturales, ecológicos e incluso espirituales. Desde este punto de vista, un espacio protegido es un defensor de los amaneceres, del musgo sobre las rocas, de los trinos de los pájaros, del silencio del bosque… Es pura poesía y esa poesía es necesario defenderla con prosa, con mucha prosa, es decir, dinero, voluntad de acuerdo, presupuestos, leyes, guardas, políticos…
¿Está previsto aumentar la Red de Parques Nacionales en los próximos años?
Sí, hay dos proyectos muy avanzados en estos momentos. Por un lado, la creación de un parque marítimo en las cercanías de la isla de El Hierro en el Archipiélago canario, y, por otro, la declaración del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves en la provincia de Málaga, que ya ha pasado por todos los trámites necesarios (incluso por Consejo de Ministros) para recibir la conformidad que llegará casi con toda seguridad este año o, como muy tarde, el siguiente.
¿Por qué resulta tan difícil ampliar los parques nacionales?
Los parques europeos no pueden ser excesivamente grandes porque se encuentran ubicados en territorios extraordinariamente humanizados. A esto hay que añadir las exigencias para la conservación y la gestión de cualquier parque nacional. No obstante, en áreas de montaña debería resultar más sencillo esa ampliación, ya que por encima de los 1.700 metros de altura las zonas improductivas son muy extensas. En esos casos hay que elegir entre dos modelos completamente diferentes: las estaciones de esquí o los parques nacionales, o como dice Joaquín Araujo, o te pones de parte del bosque o te pones de parte del aserradero.
Por otra parte, hay que tener en cuenta la vertiente financiera. Los Parques tienen una dotación económica muy completa que incluye a los municipios de los alrededores. En el momento que multiplicas el espacio a gestionar multiplicas también las necesidades, incluyendo la cantidad de localidades afectadas por el área de influencia. Esto obliga a aumentar la financiación o, en caso contrario, disminuir el porcentaje que aportas a cada una de las partes implicadas.