La educación ambiental es como la gran roca de Sísifo: siembras millones de semillas de respeto y conocimiento de la naturaleza entre las nuevas y no tan nuevas generaciones, pero luego solo germinan unas pocas y, si hay suerte, con el tiempo crecerán y volverán a expandir semillas de conocimiento por el mundo, pero en cada generación la roca vuelve a la ladera de salida, hay que seguir empujándola, polinizando, lanzando semillas al viento.
Unos años son mejores, más productivos, salen buenas cosechas de personas comprometidas, sabias y sabios de la naturaleza. Pero otros años encajan el golpe de la sequía, son malos tiempos para la lírica ecológica, las cosechas salen ralas, toca volver a empezar casi desde cero.
¿En qué momento de ese ciclo de la educación ambiental nos encontramos ahora mismo en España?
Para responder a esta pregunta y tratar de hacer una foto fija del estado de la cuestión (ambiental) nos hemos ido al Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA), donde más de 1.200 especialistas han analizado durante cuatro días las principales problemáticas medioambientales que preocupan, ocupan y amenazan a la sociedad española.
Los expertos de CONAMA han identificado este año varios temas prioritarios como la pérdida de la biodiversidad, la transición ecológica, la emergencia climática o el consumo y hábitos de vida saludables, sin olvidar el importante papel que tiene la educación ambiental como elemento intermedio entre los científicos, los comunicadores y la sociedad.
Esperanza activa
Después de 16 años hablando de educación ambiental en este importante congreso, la novedad se llama ahora urgencia, y los educadores ambientales se enfrentan al gigantesco reto de ser capaces de responder a tal urgencia.
La buena noticia, como destaca Ester Bueno, conocida educadora y técnica ambiental en el CENEAM – Centro Nacional de Educación Ambiental, es que después de muchos años viéndose los mismos las caras (y las arrugas), este año predominaba en el público asistente gente joven y hasta muy joven, sin duda fruto de esas semillas germinadas en tierra fértil. O como concluyeron tres jóvenes quinceañeros al final del seminario, «si no lo hacemos nosotros ¿quién lo va a hacer?”
Buscando esa foto fija de la educación ambiental transformadora que se está haciendo ahora mismo en España, resumimos a continuación cinco experiencias ejemplares que los organizadores seleccionaron de entre varias decenas y bautizaron con el sugerente nombre de «experiencias de esperanza activa«.
Proyecto Konpondu
Este proyecto del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz busca la activación ciudadana para dar impulso a modelos de consumo circular, pero centrándose especialmente en la tercera de las tres erres de la ecología, la menos utilizada ahora mismo en nuestra sociedad, la reparación.
Konpondu significa en euskera «arréglalo». Según explica Diego Malo, técnico superior de residuos y economía circular de la capital vasca, más que educación ambiental, lo que ellos hacen es «marketing ambiental«.
Han localizado y geo referenciado a todos los reparadores de la ciudad, descubierto que son más de los que parecen (más de un centenar) pero que tienen poca o escasa visibilidad. Y lo que es peor, que no valoramos su trabajo. Preferimos comprar algo nuevo que arreglarlo, reparar no es tendencia, no mola gastar dinero en dar una segunda vida a algo estropeado cuando por poco dinero más podemos adquirir el modelo más moderno o el diseño más actual, sin tener en cuenta el brutal impacto ambiental de tal decisión.
Frente a la obsolescencia programada (tecnológica), pero también la obsolescencia percibida (estética), en Vitoria se promueve entre la población más joven la economía circular y el derecho a la reparación.
Por eso, para luchar contra este consumo desaforado, el Ayuntamiento de Vitoria ha lanzado una curiosa campaña de comunicación con mensajes tan rompedores como «Los nuevos rebeldes con causa» o «Rebélate y repara«.
Resort Areatzea
La técnica de Comunicación en los Servicios de la Comarca de Pamplona, Bakarne Atxukarro, entusiasmó a todos los presentes con un proyecto educativo tan genial como sencillo, la reconversión de una vieja escombrera en un lujoso hotel… para abejas solitarias.
Hoteles para abejas hay muchos, pero la gran diferencia de este proyecto es que está pensado en ellas. Incluso cuenta con página web propia y redes sociales dedicadas a sus futuras inquilinas, a las que tientan con mensajes como «¿Cansada de tanto volar? Conoce nuestras suites de lujo, con vistas privilegiadas al bosque y bufé exclusivo». O también: “¿Todo el día polinizando y cuando vuelves a casa no encuentras las comodidades que deseas? ¡Deja de zumbar y vente a Areatzea Resort! Tu nuevo hogar en el Parque Fluvial”.
Este espacio natural también tiene atractivo indiscutible para las personas. Además de contar con paneles explicativos sobre el hotel y sus moradores, invita a sentarse en cómodos bancos instalados frente al Resort Areatzea con la única misión que disfrutar con el ir y venir de los afortunados insectos.
Receta Naturaleza
Laura Benítez, responsable de proyectos educativos de SEO/BirdLife, presentó una nueva línea de trabajo de la veterana asociación conservacionista que sin duda va a dar mucho que hablar en los próximos años. Han dado la vuelta a la tortilla. Ya no se trata de proteger a la naturaleza para que haya más pajaritos. Ahora se trata de tener naturaleza y pajaritos cerca para que no enfermemos las personas, para ahorrar en fármacos y ser todos más felices. Laura está en contacto con médicos, psicólogos, psiquiatras y pediatras, y a todos les pide lo mismo: tienen que recetar naturaleza.
La de Laura no es una obsesión ecologista. Numerosos trabajos científicos, cada día más numerosos e incontestables, avalan que estamos enfermando a niveles globales y alarmantes por lo que se ha venido en llamar «déficit de naturaleza«. Y al revés, salir al campo, aunque solo sea una vez al mes y apenas para pasear o sentarnos en un banco, tiene impresionantes efectos terapéuticos.
Por esta razón, Laura Benítez propone «renaturalizar el sistema educativo«. Porque, añade, «lo que es bueno para las aves es bueno para nosotros».
Leamos el río
José Luis Herrera, técnico superior de Gestión en Educación y Difusión Ambiental de la Diputación de Barcelona (DIBA) presentó un proyecto doblemente innovador, pues apuesta por educar a los adultos (siempre parece que la educación ambiental está restringida a niños y que los mayores somos causa perdida) y elige como dinamizadores a las bibliotecas públicas, las tradicionales fuentes del saber local.
Con el proyecto «Leamos el río» (Llegim el riu) se promueve la ciencia ciudadana como herramienta para responder a los retos ambientales y sociales de la sociedad. El río elegido en esta primera fase del proyecto ha sido el Llobregat, vertebrador indiscutible de Catalunya. Su lema es ya un clásico en la educación ambiental, «conocer para estimar, estimar para transformar«.
Gracias al trabajo de cientos de voluntarios, y el asesoramiento de muchos científicos de alto nivel, ha sido posible analizar el estado hidrológico y ecológico del río desde el nacimiento a su desembocadura.
Al mismo tiempo se han desarrollado numerosas acciones directas para mejorar la calidad de sus aguas. Por ejemplo, poniendo redes a la salida de aliviaderos al río de las aguas de alcantarillado. ¿El resultado? No quieras saber los cientos de toallitas y otras mierdas que quedaron atrapados en apenas unos pocos días.
Educar a través del arte
Terminamos este repaso de experiencias ejemplares viajando a dos pequeños pueblos de La Rioja, Nieva de Cameros y Montemediano. Allí, la Asociación Profesional de Ambientólogos Riojanos (ADALAR) ha puesto en marcha un precioso proyecto sobre biodiversidad que integra la psicología ambiental y el arte. La gran baza educativa son los buitres que crían en los riscos cercanos y su gran dinamizadora la artista Lourdes Berzas, Loubé. Fue ella la encargada de liderar la realización de un gran y hermoso mural infográfico participativo dedicado a las necrófagas en el que intervinieron activamente, pincel en mano, vecinos y vecinas de todas las edades.
En palabras de David Ijalba, presidente de ADALAR, de esta forma se logra «hablar de la naturaleza dentro de la naturaleza», además de mostrarla como solución a la despoblación, visibilizando el patrimonio local y desmintiendo ideas negativas respecto al mundo rural.
Pero lo más importante, remarca Laura Berzas, es que son proyectos ideados y desarrollados por los pueblos, lo que garantizará su conservación y futuro.