En esta sección de artistas que piensan en verde, os traigo hoy a quien seguramente sea mi artista vivo favorito. El más comprometido en una comunión absoluta con la naturaleza, en su vida y en su obra: el artista holandés de 89 años herman de vries. Escrito así, sin versales, como él firma, porque defiende las no jerarquías, la igualdad de todos y todas con todo. ¿Deberíamos decir con toda? Para este hombre de enorme barba blanca todo es uno. A partir de ahí ha compuesto una trayectoria artística de esencias que nos hacen mirarnos y ver lo que realmente somos. Naturaleza. Mayor sostenibilidad no se me ocurre. ¡Es el arte circular!
Como otros grandes artistas e intelectuales, desde Thoreau, Nietzsche y Kierkegaard a Miró y Richard Long, de vries encuentra en los largos paseos por el campo las raíces, ramas y frutos de su obra. Y ha hecho suyo el lema del filósofo del s. XVII Pierre Gassendi: «ambulo ergo sum» (camino luego existo), en contraposición a la famosa sentencia cartesiana: “cogito ergo sum” (pienso luego existo).
A pesar de su avanzada edad, dedica dos horas al día a recorrer el bosque alemán Steigerwald, donde recoge elementos que llaman su atención, como muestras de tierra, plantas, conchas u objetos de origen humano, todos ellos encontrados de forma casual, para componer sus obras. ¿Alguien da más en su apuesta por la reutilización y el reciclaje?, ¿alguien puede concebir un estadio más avanzado de lo que podríamos llamar arte circular”?
Hace tres otoños visité chance & change (oportunidad y cambio), la extraordinaria retrospectiva que le organizó el MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León)


Era su primera gran exposición en España. La coordinadora general del museo y comisaria de la muestra, Kristine Guzman, explicaba así en el catálogo cómo fue su visita a la casa-taller del artista, que nos da muy buena idea de cómo es el hombre. Para respetar su filosofía vamos a prescindir de las mayúsculas:
“en una tranquila población alemana rodeada de tierras de cultivo y un espeso bosque, se levanta una pacífica casa rústica con un hermoso jardín delantero. en un buzón de madera situado junto la puerta principal se lee «de vries», en referencia a la casa de herman y susanne de vries. el amplio vestíbulo de esta casa de campo se abre a una escalera cuyas paredes están atestadas de diversos instrumentos musicales exóticos. en la primera planta, una puerta entreabierta deja ver una habitación luminosa de paredes y sábanas blancas. una sala, con su biblioteca contigua, llena de libros cuidadosamente catalogados y colocados en estanterías que van desde el suelo hasta el techo, ofrece un fiel retrato de los habitantes de la casa. Hay libros sobre botánica, medicina natural, etnobiología, paisajismo, filosofía y religiones orientales, poesía; cajas y cajas llenas de muestras de tierra, piedras u hojas; obras enmarcadas, carteles de exposiciones, carpetas con poesía escrita a mano… en la planta baja, ocupada por la cocina, un mapa muestra los cientos de recorridos realizados a lo largo de los años. el baño, con un armario lleno de frasquitos de medicinas naturales, da a un jardín donde crecen libremente las plantas y las flores. allí, en un espacio independiente, se encuentra el estudio de herman de vries: está repleto de más elementos naturales, maravillas para el ojo curioso. . .
el estudio de un artista dice mucho sobre quien trabaja en él, y el de herman de vries es un mundo muy particular donde la naturaleza, la ciencia, la filosofía y la poesía coexisten y se convierten en arte. en su mundo, moldeado tanto por procedimientos científicos como por escritos budistas o taoístas, hay muchos conceptos recurrentes que discurren transversalmente por su práctica de la manera más lógica y natural”.
Y el folleto de la expo del MUSAC nos decía: “de vries nos incita a mirar y abrir los sentidos para percibir la belleza y diversidad del mundo que nos rodea”.


Uno entiende así que este hombre nunca se ha apartado del zero (corriente artística a la que se sumó en los años sesenta y que se autodefinía como «una zona de silencio y de posibilidades puras para un principio nuevo”), de la esencia, de la defensa de la mínima intervención humana en el arte y en el planeta, tal es el respeto y entendimiento que siente con la naturaleza, con todo lo que le rodea.
de vries se formó como horticultor y trabajó 16 años como biólogo en el Instituto de Investigaciones Biológicas Aplicadas a la Naturaleza en Arnhem, Holanda. También fue jardinero en un monasterio, lo que le permitió disponer de tiempo para observar y reflexionar, dos elementos cruciales para crear algo distinto, y algo de lo que hoy día nos olvidamos prácticamente por completo. Para crear algo original hay que tener la mente y el cuerpo despejados.
“herman de vries ha subordinado sus medios artísticos a la obra de arte de la naturaleza”, seguía escribiendo Guzman. “Quiere aportar interpretaciones mínimas sobre lo que es la realidad para así incitarnos a percibir y a pensar en consecuencia. Muchas de sus obras son el resultado de buscar, coleccionar y mostrar elementos del mundo real. El mundo es la realidad y esa realidad se extiende desde el pequeño pueblo donde vive, al bosque por el que pasea a diario y a todos los lugares lejanos que recorre en sus viajes”.


Para hacernos una idea de su trayectoria artística, me detengo en una de las obras más impresionantes de esa expo en el MUSAC: catalogue earth museum, una recopilación de más de 7.000 muestras de todo tipo de tierras (caliza, arenisca, turba volcánica, marga…) que el artista empezó a reunir en 1978. “Sin ninguna intención científica, cada muestra es tratada como un especimen científico: se seca, se embolsa, se empaqueta y se etiqueta con su fecha y lugar de origen. Después, de vries las traslada al papel, tomando una pequeña muestra con los dedos y frotando en el papel para crear una imagen cuadrada o rectangular, y, a continuación, las guarda en cajas idénticas o las exhibe como si se tratase de una gran biblioteca de colores pantone”.
Mantiene que la naturaleza es el mejor motivo en sí misma, sus fenómenos y cambios (chance & change, la importancia del cambio y el azar, como sugería el título de la muestra del MUSAC) constituyen la obra de arte en sí misma, y el artista moderno debe contribuir a curar la brecha abierta entre el ser humano y su entorno.
En este vídeo que le hizo el MUSAC podemos ver bien su obra y pensamiento.
De vries compone arte con los silencios, con su respiración de hombre mayor, con las hojas y con las hierbas que va recolectando, con las cortezas de los árboles, con la tierra y el aire, en perfecta sintonía y comunión con la naturaleza. Si en la entrega anterior hablábamos de los paisajes desolados, con residuos amontonados, de los fotógrafos españoles Almalé y Bondía , hoy queremos, en este otoño de distancias y ausencias, respirar hondo y sentirnos uno con el todo. El todo más grande aunque lo escribamos en minúsculas. Como dice herman de vries en un escrito: “mi poesía es el mundo, lo escribo cada día, lo reescribo cada día, lo veo cada día, lo leo cada día, lo como cada día, lo duermo cada día”.