¿Sabías que las mascotas tienen un impacto significativo sobre el medio ambiente debido a la producción de alimentos para animales, el desecho de excrementos y el transporte? ¿O que los perros y los gatos pueden causar daños a la fauna de especies vulnerables en hábitats naturales? ¿Sabías que la comida que consume un perro a lo largo de un año equivale a la huella de carbono que necesita un todoterreno para recorrer 10.000 kilómetros?
No hay más que dar una vuelta por el parque más cercano de nuestro barrio o de nuestra ciudad para darse cuenta de que la cantidad de animales de compañía ha aumentado notablemente durante los últimos años. Desde 2019 hasta 2021 el número de perros y gatos domésticos creció un 44% al pasar de 10,5 a 15,1 millones, mientras que en los dos años anteriores solo había crecido un 17%.
Detrás de estas cifras subyace los innumerables beneficios que aportan estos queridos animales a la salud mental y física de las personas, como se ha podido comprobar de forma muy especial durante la pandemia del Covid-19. Sin embargo, pocas veces se habla de los impactos «negativos» en el medio ambiente que pueden ir asociados a la proliferación de las mascotas en la actualidad.
Alimentos para mascotas
El más significativo es el de la comida para mascotas. La producción de alimentos para animales de compañía requiere grandes cantidades de energía, agua y recursos naturales, contribuyendo al cambio climático y a la degradación del suelo. Los esfuerzos realizados para cuantificar estos impactos revelan datos llamativos, tales como que la comida de un perro a lo largo de un año tiene una huella de carbono similar a la que necesita un todoterreno para recorrer 10.000 kilómetros de distancia o que las emisiones de gases de efecto invernadero de los alimentos para animales es equivalente a las emisiones totales de países como Filipinas o Mozambique.
Aunque los alimentos para animales suelen tener un precio inferior a otros productos como la leche, el queso o los huevos, su impacto ecológico no es nada desdeñable. La causa principal reside en su dieta carnívora y el daño que provoca la ganadería intensiva, que es una de las principales fuentes de proteína en los alimentos para mascotas, en el medio ambiente. No obstante, la ganadería afecta el balance de carbono de la tierra que se usa para alimento animal y contribuye, de forma indirecta, a la liberación de enormes cantidades de carbono a la atmósfera.
Las emisiones de CO2 son mayores en el caso de los perros más grandes, como el San Bernardo o el Mastín, y menores en el caso de los perros más pequeños, como el Chihuahua, el Caniche o el Pequinés. En cualquier caso, según los expertos, la huella de carbono que causan las mascotas se podría reducir de forma significativa mediante la elección de opciones más sostenibles, como productos orgánicos y/o de comercio justo y reducir el consumo de carne en los alimentos para animales de compañía.
Los científicos parecen estar de acuerdo en que una solución para los animales y el planeta sería reducir o diversificar la proteína de su dieta. De hecho, ya hay productores de alimentos secos que usan insectos en sus croquetas, aunque todavía sigue abierto el debate sobre qué pueden hacer los amantes de los animales para mitigar los daños causados por sus mascotas.
Bolsas de plástico
Otro impacto significativo de los animales de compañía desde un punto de vista ecológico son los excrementos de las mascotas. Se estima que un perro doméstico produce de media alrededor de 125 kilos de heces al año, por lo que podrían corresponderle alrededor de 410 bolsas anuales (algo más de una al día), lo que equivale a cerca de 123 millones de bolsas anuales para las heces de todos los perros de Madrid.
Esto supone la utilización de forma masiva de bolsas de plástico, mayoritariamente de polietileno, que tardan una media de 150 millones de años en descomponerse, en un momento en el que se está tratando de reducir a toda costa el consumo de plásticos de un solo uso por su impacto en el medio ambiente y en el entorno natural para la fauna terrestre y marina. Además, los excrementos de las mascotas que no se gestionan de forma adecuada pueden contaminar el suelo y las aguas superficiales, al igual que los juguetes rotos.
En este sentido, los expertos recuerdan que es posible reducir el impacto ambiental de las heces de los animales de compañía si se hace una gestión adecuada de los excrementos y se utilizan bolsas de plástico compostables, elaboradas a partir de recursos vegetales como la fécula de patata o el maíz. No olvides que estas bolsas, una vez utilizadas, se deben tirar al contenedor de residuos orgánicos. Y si son biodegradables a la basura normal.
Daños de las mascotas en el medio natural
Las mascotas pueden causar daños a la fauna silvestre y al hábitat natural de muy diversas maneras, pero la que más preocupa a los científicos y a los ecologistas es la que está relacionada con la sobrepoblación y el abandono de gatos y perros domésticos en zonas urbanas y rurales.
La tasa de abandono de animales en España es una de las más altas de Europa, con alrededor de 285.000 perros y gatos recogidos al año por protectoras en todo el territorio estatal en el año 2021. Los daños producidos a la biodiversidad de estos animales en libertad son innumerables. Los estudios realizados muestran una tasa de depredación media de gatos callejeros de 2-4 presas/día, lo que aumenta la presión sobre los recursos naturales y puede afectar a la fauna silvestre y al hábitat natural.
Por último, los perros y los gatos son vectores de más de 50 tipos de enfermedades distintas, muchas de ellas contagiosas (zoonóticas), otras inmunológicas (alergias), traumatológicas (arañazos, mordedura) etc. Los estudios sobre las heces de los perros revelan decenas de especies de bacterias diferentes, muchas de las cuales son resistentes a los antibióticos, siendo una fuente importante de infecciones.