fbpx

El impacto ambiental de nuestras compras por Internet

¿Has pensado alguna vez en el coste ambiental de las compras online?, ¿hasta qué punto contribuyen a aumentar la contaminación de las grandes ciudades?, o ¿qué podemos hacer nosotros para reducir los efectos nocivos de lo que se ha dado en llamar el ‘reparto de la última milla’? Te lo contamos en el blog de SIGNUS.

¿Has pensado alguna vez en el coste ambiental de las compras online?, ¿hasta qué punto contribuyen a aumentar la contaminación de las grandes ciudades?, o ¿qué podemos hacer nosotros para reducir los efectos nocivos de lo que se ha dado en llamar el ‘reparto de la última milla’? Te lo contamos en el blog de SIGNUS.

Sin lugar a dudas el incremento del comercio electrónico es un fenómeno imparable. No hay ni un solo estudio o informe sobre los hábitos de consumo de los españoles que no apunte en esa dirección. Y mucho menos tras la pandemia. El último estudio de Comercio Electrónico B2C en España (negocio a consumidor), elaborado por el Observatorio Nacional de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información perteneciente al Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital señala que el confinamiento ha supuesto una oportunidad para afianzar la tendencia creciente de la compra online. Según este informe, la mitad de los consumidores online durante el confinamiento no había comprado nunca por Internet o si había comprado antes llevaba más de un año sin hacerlo.

El coste ambiental de las entregas a domicilio

La compra online está cada vez más presente en la vida cotidiana de las familias españolas con un ascenso del 210 % en los últimos cinco años. La comodidad, la rapidez y el ahorro de tiempo están detrás de este cambio de hábitos de consumo que, aunque tiene grandes ventajas, también lleva asociados algunos efectos negativos para el medio ambiente y la salud de las personas.  

Uno de ellos, quizá el más importante, es el aumento de la contaminación en las ciudades. La entrega a domicilio de las compras efectuadas por Internet supone una enorme fuente de gases de efecto invernadero, en especial cuando las entregas no pueden realizarse y es necesario repetir el trayecto. Las últimas estimaciones apuntan a que el transporte de mercancías podría ser responsable entre el 20 y 30 % de las emisiones de dióxido de carbono de las grandes urbes. “No debemos dar marcha atrás. La pandemia no puede poner en riesgo todas las estrategias de descarbonización que se han puesto en marcha a corto, medio o largo plazo en el ámbito de las ciudades. La mala calidad del aire produce cada año 400.000 muertes prematuras en Europa”, señala May López, directora de Desarrollo de Empresas por la Movilidad Sostenible, un foro que integra a un amplio grupo de organizaciones que apuestan por contrarrestar los problemas de la movilidad urbana con soluciones sociales y ambientales.

En opinión de May López, tenemos que ser conscientes de qué podemos hacer, qué impactos podemos reducir y en qué plazos. El perfil de transportista que se encarga del reparto y la distribución en grandes ciudades es en la mayoría de los casos autónomo con un coche o pequeña furgoneta diésel. “Estos profesionales van a partir de una situación muy complicada tras el Covid y no les podemos pedir que hagan una inversión en modelos de movilidad más sostenibles en estos momentos”. 

Envío responsable

La solución a este problema pasa por la ecomensajería (cada día es más frecuente cruzarnos con jóvenes en bicicleta que transportan paquetes y comida para llevar para Deliveroo, Glovo, Ubereats…) y los avances tecnológicos (avance en automatización, digitalización, robotización y analítica de datos), pero también por una mayor conciencia social sobre la contaminación asociada a la compra online.

Y es que cada vez que alguien compra un producto por Internet se pone en marcha un complejo proceso logístico que puede ser más o menos ecológico dependiendo de los plazos de entrega. Los pedidos urgentes y superurgentes (actualmente existen entregas en 15 minutos) son los más dañinos para el medio ambiente, ya que obligan a poner en circulación furgonetas de reparto con un solo bulto. Si son muchas las personas que piden algo urgente al mismo tiempo, la ciudad se llena de furgonetas de transporte medio vacías que van del almacén al punto de venta, del punto de venta al domicilio del cliente y de nuevo hacia la base. Esto supone un derroche de recursos humanos y materiales insostenible que se traduce en emisiones de gases de efecto invernadero, atascos y la multiplicación de residuos por el embalaje de todos esos paquetes.

En el otro lado de la balanza se sitúan las compras por Internet en las que el cliente no pide la entrega en el mismo día ni tampoco personalizada hasta la misma puerta de su casa. Las grandes plataformas de comercio electrónico, como Amazon, disponen actualmente de taquillas y puntos de recogida (lockers) en estaciones de servicio y supermercados para los clientes más comprometidos con el medio ambiente o aquellos que necesitan recibir un paquete fuera de su localidad de forma rápida, fácil y segura.

Los expertos en movilidad sostenible insisten en que las empresas de venta online no sólo deberían informar a sus clientes de las diferentes opciones de entrega por lo que vaya a tardar en llegar el producto, sino también por el coste ambiental del servicio. En este sentido, la compañía Correos puso en marcha a finales de año una campaña de comunicación para sensibilizar a la población sobre el impacto de la paquetería urgente en el medio ambiente, ya que la diferencia entre enviar un paquete urgente en un solo vehículo o esperar a que ese medio de transporte esté completo es muy elevada. “No todo es urgente, pero cuidar el planeta, sí”, señalaba la empresa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *