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El poder de la imaginación

El año pasado, aproximadamente por estas fechas, la Fundación Botín rendía un homenaje a uno de los mayores expertos en materia de agua de nuestro país, el profesor Ramón Llamas. Catedrático de Hidrogeología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia de Ciencias aseguraba durante aquel discurso que “en el mundo no falta agua, falta imaginación”.

Algo parecido se podría decir de la economía circular: no faltan recursos, sino imaginación para dar valor a los residuos.  Hay una gran cantidad de materiales que actualmente tratamos como residuos y que con las tecnologías a nuestro alcance y un poco de imaginación podrían ser útiles como materia prima en multitud de procesos industriales ¡Qué razón tenía el profesor Llamas!

El caucho es un buen ejemplo de esta realidad. Se trata de un material muy apreciado en el sector industrial por su elasticidad, resistencia al impacto, estabilidad térmica y aislamiento acústico. Sin embargo, estamos acostumbrados a relacionarlo exclusivamente con los neumáticos y durante demasiado tiempo hemos creído que la gestión al final de su vida útil era un problema más que una oportunidad.

Hoy en día el caucho se recicla en plantas de tratamiento de residuos y se utiliza para la fabricación de infinidad de productos que forman parte de nuestra vida cotidiana: pinturas, lacas, tuberías, aislamiento de viviendas, campos de fútbol, parques infantiles, fabricación de piezas para maquinaria del sector industrial, calzado, trajes de seguridad industrial, y en el sector transporte: no sólo en automóviles, sino también en la construcción de carreteras y vías de ferrocarril.

Y esto es sólo el principio. Cada año surgen nuevas aplicaciones que intentan dar valor a los neumáticos fuera de uso. Las últimas investigaciones en el sector de la edificación, por ejemplo, están orientadas a cambiar la fibra de vidrio por una fibra de caucho reciclada con un gran poder de aislamiento térmico y acústico. La empresa alicantina Insa Turbo,  por su parte, propone elaborar guardarrailes de caucho de forma masiva para evitar la muerte de decenas de motoristas al año. La jienense Renean promueve el uso de polvo de neumático en la elaboración de prototipos en impresoras de 3D. Y la startup australiana Green Distillation Technologies asegura tener un aceite obtenido a base de neumáticos que utilizado como aditivo en motores diesel limpia el combustible para hacerlo menos contaminante ¡La imaginación al poder!

Según el director General de SIGNUS, Gabriel Leal, “actualmente los neumáticos fuera de uso se gestionan al 100 %, por lo que han dejado de ser un problema medioambiental”. Ahora, el reto es “incorporar sus principales componentes (caucho, fibra y acero) a la economía circular”, con la intención de convertirlos en “materia prima secundaria y ampliar sus aplicaciones”, aseguró Gabriel Leal durante las jornadas técnicas Mezclas bituminosas con polvo de neumático celebradas en Madrid a finales de noviembre.

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