fbpx

Enrique Segovia, WWF : “Vivimos muy desconectados de la naturaleza”

Un año más, WWF nos propone sumarnos a La Hora del Planeta. Hablamos con Enrique Segovia de la Hora del Planeta y de la evolución de la conciencia ambiental en los últimos 30 años.

Enrique Segovia es biólogo y director de Conservación de la oficina española del WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, en inglés World Wide Fund for Nature), organización en la que trabaja desde hace más de tres décadas. Es el mayor organismo conservacionista del mundo, pues con más de cinco millones de socios en todo el planeta está presente en más de 100 países y desarrolla más de 1.300 proyectos para la protección del medio ambiente en todo el planeta.

En su perfil de Twitter, Enrique Segovia deja bien clara sus ideas con dos frases tan breves como contundentes: “Porque la naturaleza importa”, #LuchaPorTuNaturaleza.

Un año más, y ya van 13, WWF nos propone sumarnos a La Hora del Planeta el próximo sábado 27 de marzo. ¿En qué consiste este acto y qué pretendéis con él?

Es una campaña global que hacemos en todos los países del mundo. Consiste en apagar las luces de ciudades, monumentos emblemáticos y rótulos de empresas desde las de 8:30 a las 9:30 horas de la tarde en cada uno de los husos horarios. Dura una hora, aunque al final ocupa las 24 horas. Es un acto simbólico, pero cuando se hace planetario se convierte en un elemento muy potente de información y sensibilización. Empezó hace 13 años en Sídney para llamar la atención sobre el cambio climático y la necesidad de que todos juntos trabajemos para luchar contra él, pero con el tiempo se ha convertido en un movimiento global y ahora que la batalla climática poco a poco la vamos ganando estamos empezando a llamar la atención de la otra cara de la moneda qué es la pérdida de naturaleza, de biodiversidad.

Al final lo de apagar la luz es por lo tanto un símbolo respecto a lo mucho que tenemos que hacer para cambiar nuestra relación con la naturaleza

Si pretendiéramos ahorrar luz no lo haríamos durante una hora, no lo haríamos un sábado por la tarde. Es un acto simbólico de llamada de conciencia, un aldabonazo en nuestro cerebro para que nos demos cuenta de que debemos cambiar. Cuando lo hacemos todos, cuando implicas a gobiernos, a empresas, a familias y a entidades, te das cuenta de que entre todos juntos podemos hacer algo importante.

Es una llamada de atención. Estamos aquí y nos importa lo que le está pasando al planeta. Pero ahora hemos ido más adelante, proponemos luchar por nuestra naturaleza porque el daño que le hacemos al planeta nos lo estamos haciendo a nosotros mismos.

¿Notáis cada vez más apoyo?

Cada vez hay más apoyo y más sensibilidad sobre estos temas. La Hora del Planeta es una campaña muy sencillita que da cabida para que participe en ella todo el mundo. A nivel individual cada vez tenemos más información y hay una corriente de cambio muy buena que tiene que ver sobre cómo nos estamos alimentando, cómo nos estamos desplazando o cómo nos estamos relacionando con la naturaleza. También permite que aquellas entidades pequeñas se atrevan con estos pequeños pasos, y que al ver que están participando en una corriente global se animen a seguir avanzando y a dar pasos más grandes.  

¿Hay más preocupación por los temas ambientales?

Sin duda. La propia realidad del cambio climático se nos está haciendo cada vez más visible; también la pérdida de naturaleza. Ello nos obliga a actuar y por eso la sensibilidad cada día es mayor, cada vez hay más ciudadanos sensibles con estos temas. El negacionismo climático ha pasado al lado oscuro de la historia. La realidad nos está demostrando el impacto que estamos teniendo en la naturaleza y cómo el cambio climático ya es real.

Lo que está pasando con el clima y estamos sintiendo como esas olas de frío que hemos sufrido tiene una explicación climática evidente, no podemos darle la espalda a esta realidad. Somos los culpables y está en nuestras manos el poder evitarlo, todavía estamos a tiempo de poder revertir la situación. Ahora es el momento.

Los próximos años van a ser cruciales. David Attenborough lo explica como nadie: lo que le hagamos en las próximas décadas al planeta marcará el devenir de la vida en los próximos milenios del planeta.

Más que desmoralizarnos o caer en la depresión deberíamos sentirnos orgullosos de ser la generación del cambio

Tenemos que pasar del orgullo a la acción. Puedo hacerlo, pero tengo que hacerlo. El momento contemplativo ya ha pasado. Pensar que la tecnología nos podrá sacar de esto, o que nuestra generación no puede hacer ya nada y serán los jóvenes los que en el futuro podrán hacer algo gracias a una nueva educación, ese momento ya ha pasado, ese carro ya lo hemos perdido. No nos queda otro remedio que ser nosotros, nuestra generación los que en los próximos 10 años deberemos actuar.   

Pero este año, además de pedirnos actuar por el clima nos invitáis a algo sorprendente: a conectar con la naturaleza. ¿Tan desconectados estamos?

Parece mentira, pero sí estamos muy desconectados de la naturaleza. Tenemos un sistema de producción de alimentos que hace que la mayor parte de la gente no sepa qué come ni de dónde viene lo que come o cómo se produce y los impactos tremendos que está generando. Tenemos una forma de vivir y de consumir sin mirar a la naturaleza. Contaminamos los ríos y los mares, eliminamos aquellas cosas que no nos gustan, plantamos edificios en primera línea del mar y luego cuando llega el temporal nos quejamos. Al final somos una sociedad que hemos avanzado mucho, hemos sido capaces de llegar a la Luna e incluso ahora hemos puesto un cacharrito en Marte, y sin embargo no somos capaces de gestionar correctamente el planeta en el que vivimos y que nos suministra todo lo que necesitamos para vivir. Es un drama.

¿Somos la especie inteligente pero algunas veces parecemos algo tontos?

No somos tan inteligentes. Cogemos de la naturaleza lo que nos gusta, lo que necesitamos, y le devolvemos basura. Tomamos de la naturaleza el petróleo y le devolvemos humos y contaminación. Tomamos de la naturaleza el agua y se la devolvemos sucia y contaminada. Talamos los bosques y le devolvemos los papeles que vamos tirando por ahí. Está claro que la relación que tenemos con la naturaleza no es la mejor y debemos cambiarla. Deberíamos apostar por una economía circular que no genere residuos.

Más de 200 ayuntamientos, casi un centenar de empresas y cientos de miles de ciudadanos se han sumado este año a La Hora del Planeta. ¿Merece la pena el esfuerzo de esta movilización?

Claro que merece la pena. Para empezar, se trata de una acción sencilla, llama la atención, tiene un punto reivindicativo, pero no es una cosa que se pueda negar a hacer nadie. Luego sí que es verdad que les pedimos algo más que apagar la luz; este año, por ejemplo, que naturalicen sus entornos, sus oficinas, sus hogares. Pero al final, el acto simbólico de la campaña es sencillo y te hace formar parte de una comunidad global que en un momento determinado se preocupa por lo que está pasando. El altavoz que lanzamos por todo el mundo es muy fuerte.

¿Y qué dirías a los que os critican porque se hace una hora al año pero el resto del año seguimos igual, sin cambiar en nada de nuestros modos de vida?

La respuesta es sencilla. Con una hora llamas la atención, pero esa hora te tiene que servir para pensar y conseguir cambiar tu actividad el resto del año. Pasan los años y la campaña sigue viva. Muchos nos preguntan cuándo acabaremos con ella. Mientras sea necesario, les respondo. Este tipo de campañas siguen siendo absolutamente necesarias. Éstas y otras muchas. El planeta nos está pidiendo a gritos que ciudadanos, gobiernos, empresas y entidades seamos capaces de hacer juntos algo importante por él.

También es bonito que al menos una hora al año apaguemos las luces y hagamos lo que siempre hicimos en la antigüedad: hablar, dialogar y resolver problemas juntos  

Es también un poco la idea. Durante esta hora sin luz se pueden hacer muchas cosas. A mí una de las que más me gustan es que piensen por qué están sin luz, qué significa y cuánto tiempo puedes estar sin ella, porque te darás cuenta de que no puedes estar prácticamente ni un solo minuto sin luz. Pensemos de dónde viene esa energía, cómo se produce, cómo la utilizo y qué le estoy haciendo al planeta para lograrla. Esa reflexión ya me parece un motivo potente de auto sensibilización.

¿Y vosotros que conseguís que empresas y ayuntamientos apaguen los edificios durante una hora, no pensáis que están demasiado iluminados estos edificios?

Es verdad que hay una sobre iluminación, pero más que los edificios son las ciudades. Aunque se ha mejorado mucho en eficiencia lumínica. Hace años las farolas alumbraban hacia el infinito y ahora alumbran hacia abajo. Yo creo que ahí se ha avanzado mucho, sobre todo por un tema de eficiencia energética, porque así se ahorra dinero.

Todo el mundo está de acuerdo en que se puedan iluminar edificios emblemáticos, pero que se iluminen más o menos y que sea una iluminación temporal es otra cosa que también ha cambiado; antes se dejaba la iluminación toda la noche y ahora no. Luego tienes casos extremos como el Guggenheim, que se suma siempre a La Hora del Planeta apagando la luz de su gran araña central pero que, curiosamente, es la única que tiene el museo encendida, porque la iluminación nocturna del edificio tan solo está reflejando la iluminación exterior de la ciudad. Parece que brilla, pero en realidad no está consumiendo nada de luz. Este podría ser el caso extremo de que un edificio brille por la noche sin consumir electricidad.

La Hora del Planeta 2021 llama a la acción global para conectar con la naturaleza en un año que nos ha dejado dos mensajes claros: la naturaleza no solo es nuestra fuente de vida, sino también una garantía para nuestra salud y bienestar. ¿Qué relación hay entre pandemia y destrucción de la biodiversidad?

Hablarlo ahora es un tema delicado porque seguimos encerrados en casa, con mascarillas y hemos perdido a muchos familiares queridos, pero ya cuando surgió esta pandemia hace un año empezamos analizarlo y vimos que había una relación directa con la pérdida de biodiversidad. El 80% de las pandemias provienen de la propia naturaleza, son zoonosis. Virus y bacterias que están perfectamente integrados en los ecosistemas y unos se controlan a otros. Queda allí diluido el impacto. Pero en cuanto rompemos esos ecosistemas, el ser humano entra en contacto con esos microbios y se pierde el efecto control que tenía el propio ecosistema, con lo cual la probabilidad de que salte e infecte a un ser humano se multiplica exponencialmente, y eso es lo que ha pasado. Que el actor sea un pangolín o un murciélago es lo de menos, pero la mezcla de ruptura en la naturaleza, permeabilidad en el ser humano que encima nos estamos comiendo animales salvajes y la aparición de zoonosis es clara. Si además estamos en un momento global donde nos movemos todos por todas partes, explica una velocidad de expansión que en este caso ha sido escalofriante.

Parecía que la importancia de proteger la naturaleza era algo de cuatro ecologistas, pero los hechos os están dando desgraciadamente la razón

Es que la naturaleza te suministra agua, el alimento, tus prendas de vestir, todo lo que necesitas para cubrir tu vanidad, pero le estamos devolviendo basura y la estamos destruyendo. Ahí es donde se produce el cortocircuito. Por eso decimos que la naturaleza no solo protege tu forma de vida, sino que es tu garantía de vida y de salud. Esa relación que hemos roto con ella es la que tenemos ahora que reconstruir.

Y aquí llegamos a los mensajes positivos: estamos a tiempo. No nos queda mucho, hemos perdido muchos comodines como pensar que la tecnología nos salvaría. La tecnología ayudará, pero no nos va a salvar de la crisis ambiental. O pensar que estamos educando muy bien a las generaciones futuras y serán ellos los que vendrán con otra mentalidad y lo solucionarán todo. Ya no tenemos tanto tiempo. Hay que seguir educando a las próximas generaciones, pero somos nosotros, con nuestras decisiones diarias, los que tenemos que cambiar y solucionar esta crisis.

En WWF nos invitáis este año a naturalizar nuestros hogares y a disfrutar de la naturaleza desde casa. ¿Cómo se consigue algo así cuando la mayoría vivimos en casas mal hechas en ciudades mal diseñadas?

Pues al final hay que echarle un poquito de imaginación. Tenemos que reverdecer nuestras casas, aprovechar los balcones y ventanas poniendo plantas. Podemos atraer un poquito de fauna con unos bebederos y comederos para las aves. Son cosas sencillas y te permiten que un día aparezca un pájaro y te alegre la mañana. Por supuesto, que sean plantas locales y no invasoras, que no uses fertilizantes químicos y reduzcas la cantidad de tóxicos que tienes en tu vivienda. Si tienes la opción de tener un patio o un jardín, buscadle su lado más salvaje, déjale que se asilvestre un poquito, a ver qué cosas aparecen. Incluso aunque no plantes nada en una maceta vacía en primavera te crecerán en ella plantas como el diente de león. Pues déjale que florezca y que haga su vilano y que luego lo soples como cuando éramos pequeños para que sus semillas lleguen a otros sitios. Hay que hacerlo tanto en las casas como en las oficinas, medidas sencillas que nos ayuden a acercarnos un poquito a la naturaleza.

La pandemia nos ha demostrado la necesidad que tenemos del contacto directo con la naturaleza. Los que vivimos en ciudad vemos cómo cada fin de semana, en cuanto nos dejan queremos ir al campo. Es increíble la cantidad de gente que está saliendo los fines de semana a andar por el monte. Es algo positivo que nos ha traído la pandemia. Nos hemos dado cuenta de que la necesitábamos. Y si te das cuenta de eso ya reconoces que está mal y que la tienes que cuidar. Si piensas que no la necesitas no la haces ni caso. Por eso la opción de conectarte, de atraerte un poquito de naturaleza a tu casa, aunque sea con unas macetitas o un pequeño huerto, es un poco lo que le estamos pidiendo a la gente en esta edición de La Hora del Planeta.

Danos una serie de consejos básicos para ayudar con nuestro consumo a conservar una naturaleza que como bien dices necesitamos más que nunca.

Cambiar nuestra forma de alimentarnos es absolutamente fundamental. El comer producto natural no procesado, de cercanía, de temporada, y sobre todo mucha fruta y muchos vegetales. Y reducir el consumo de carne, sobre todo la de origen industrial. Con eso ya le vamos a dar un avance sustancial al cuidado de la naturaleza. Por supuesto cuidar el agua. Y reducir nuestras emisiones en el transporte está muy claro.

Son medidas sencillas que todo el mundo conoce y puede hacer, pero tenemos que dar el paso. Yo me pondría un reto al mes de dar un pasito. Es como cuando nos marcamos un reto físico, al principio te cuesta mucho pero luego, después de 21 días coges el hábito. Pues esto es lo mismo. Y es muy importante.

¿Qué deberíamos hacer para reducir el consumo de plásticos con el que estamos plastificando el planeta qué deberíamos hacer?

Pensemos en el plástico como algo que necesito o como basura. Si el plástico que llega a casa va a ir a la basura no lo utilices. Con ese concepto, cuando tú vayas a comprar algo decides. Es que esto que voy a comprar cuando llegue lo voy a tirar a la basura. Pues no lo compres. Para las frutas o las hortalizas te llevas tu bolsa, eliges lo que quieres comprar, lo pesas, pagas y te lo llevas. Con buena higiene siempre en las manos no necesitamos guantes de plástico para nada; un poquito de hidrogel y ya está. Todo plástico que entra en casa y que lo primero que haces cuando llegas es tirarlo a la basura es accesorio.

Termina invitándonos a participar en La Hora del Planeta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *