Este hombre es otro de los artistas –el último que nos quedaba por entrevistar– de ‘El arca (reciclada) de Noé’, la reciente exposición que Signus Ecovalor organizó en la galería madrileña Mad is Mad . Sus obras, directas y expresivas, sin trucos ni dobleces, geométricas, irónicas, que recuerdan a las primeras vanguardias del siglo XX, hablan de él. César Fernández Arias es así. Y no se muerde la lengua a la hora de denunciar muchos rollos y propagandas verdes.
Terminamos el año con este pintor-escultor-ilustrador, un hombre que viene trabajando con elementos reciclados –tapones, tornillos, interruptores, ladrillos, cartones, viejos cubiertos, restos plásticos y textiles, piezas de juguetes– desde décadas atrás. CFA es nuestro último invitado del 21 en nuestra serie de artistas que piensan en verde.
Cuéntanos, César, en qué andas ahora profesionalmente.
Aparte de mi trabajo en el taller con moldes y copias en cemento, ando en pinturas con esmalte en piezas de cartón a modo de señales, algo que siempre me ha interesado. Planeo además proyectos de señalización creativa por el entorno donde vivo, en la sierra de Madrid.

¿Cómo fueron tus comienzos artísticos?
Los comienzos artísticos quedan en la prehistoria. Siempre dibujé y me atraparon las actividades manuales. En principio estudié Económicas, aunque lo que realmente me gustaba era Arquitectura, pero acabé en Bellas Artes.
En tu trayectoria siempre ha habido un componente importante de trabajar con materiales reciclados. Explícanos por qué y qué es lo más interesante en este sentido que has hecho.
A quien siento como mi maestro, el que más me ha influenciado, el escultor británico Tony Cragg, decía que el artista debe trabajar con el material que encuentre gratis y a partir de ahí darle un valor añadido con las ideas y el trabajo para obtener un objeto artístico. En general, creo que los artistas no trabajamos con materiales con el afán de reciclarlos, pero los talleres de creatividad infantil y en colegios sí que recogen ese componente educativo sobre la ingente cantidad de residuos que producimos, algo que el planeta no puede permitirse. Hay que consumir menos y reutilizar…, en definitiva, decrecer, pero a este sistema, que se basa en comprar, comprar y comprar, eso no le gusta.

También se te ha asociado con la organización de talleres. ¿Cuáles recuerdas como más interesantes?
Yo empecé con los talleres en colegios como actividades extraescolares hace muchísimo tiempo; era una forma de ganarte la vida llevando a cabo algo que te gustaba y que sabías hacer. Pero por entonces en España todavía no había costumbre de este tipo de talleres de arte, de trabajar con la intención de expresar y sacar la faceta creativa, un poco como un artista trabaja en su taller, algo que se ve normalmente aplastado por la televisión, por los padres, que tampoco saben mucho del tema, y por el sistema en general.

Hay un ejemplo magnífico de lo beneficiosos que pueden llegar a ser: un maestro norteamericano, Tim Rollins (1955-2017), profesor de Arte en un instituto del Bronx, en Nueva York, empezó a trabajar con chavales y adultos; les ponía música mientras trabajaban, realizaban obras colectivas, etc… Se lo tomaron en serio; les enganchó la cosa y formaron un colectivo artístico, Tim Rollins and K.O.S (Kids of Survivor). Les empezó a ir bien profesionalmente, alquilaron un taller para trabajar, comenzaron a exponer por todo el mundo, en ARCO vi algunos trabajos. Esa es la fuerza del arte. Mira, esos chicos, si no llega a ser por Tim, podrían haber acabado en la marginalidad y drogadicción, por el barrio donde vivían y las circunstancias disfuncionales de su vida.
Muchos te recuerdan por tus talleres con niños en Madrid, ¿cómo eran?
Sí, yo estuve varios años con un taller en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y fue todo un éxito. No quería que los chavales aprendieran técnicas, ni dibujo; era su taller, yo apoyaba las ideas que traían y les facilitaba cómo hacerlas. Ahí sí que teníamos un auténtico supermercado con todo tipo de materiales reciclados, no solo los típicos, tapones y demás… Yo buscaba por los contenedores y tenía gente que me proveía de material estupendo; era como asistir al taller de un escultor-inventor-constructor, decía en los flyer. Yo era escultor e intentaba reproducir el ambiente necesario para la creación.

Ahora los talleres que dan en museos y otros centros los realiza un departamento pedagógico, y están empeñados en que se aprenda algo; son muy ordenados y frígidos, y, además, en muchos casos, los que imparten el taller no tienen ninguna experiencia creativa. He dado talleres de formación a estudiantes de ciencia de la educación, los futuros maestros, y he visto el nivel.
¿Cuáles piensas que son ahora mismo los principales retos ambientales a los que nos enfrentamos? ¿Estamos dando los pasos adecuados? ¿Qué habría que hacer? ¿En qué estamos fallando?
Los retos ambientales… Ay, creo que estamos condenados al fracaso, porque la educación falla en este tema y a la mayoría de los ayuntamientos, que son los que podrían crear ciudades estupendas, les da igual todo esto. Sí, publicitan campañas de educación, parques, huertos urbanos… Les interesa la propaganda. Por ejemplo, por ahí se ven carteles que dicen que Madrid es la ciudad más verde de Europa o algo así. (Risas). O como cuando cambiaban de ubicación los medidores de contaminación para colocarlos en la Casa de Campo y así cumplir con la normativa europea de contaminación urbana, etc.. Hay muchos ejemplos que nos dicen que no se creen esto del reto ambiental. Los ricos y poderosos quieren seguir vendiendo sus productos; ellos son los primeros causantes del cambio climático.

Lo que detesta César Fernández Arias en el arte y en la vida.
Hay demasiada tontería y demasiado ombliguismo. Creo que el artista hoy en día tiene que desarrollar un trabajo diferente, implicarse en solucionar problemas, plantear otras formas de hacer, crear escenarios alternativos… Lo de hago-mi-piececita-y-la-intento vender y… pues ya vemos el panorama de cómo está el arte y el mercado, con un 96% viviendo en la precariedad.