fbpx
Arte recicladoArtistas en verdeMujeres

La artista que transforma coches y motos en mujeres de hierro

La descubrí por Instagram. Una mujer armando esculturas de metal. Una argentina con residencia actual en Lima que le pone alas de metal a las mujeres, que construye extraordinarias esculturas a partir de chatarra de coches y motos. Mujeres valientes, mujeres empoderadas. Y aprovechando que venía a Madrid a participar en una exposición colectiva, he quedado con ella para entrevistarla para esta serie de ‘Artistas en Verde’. Eugenia Latino es una mujer que desprende talento, belleza, sorpresas y energía positiva y mucho amor a su familia.

Eugenia Latino (no es nombre artístico, es su nombre tal cual) nació en 1976 en Buenos Aires, hija de una médica cirujana y un ingeniero mecánico. Casada con Rober, español ingeniero en telecomunicaciones, y madre de Valentina (20 años) y Guillermo (8). Datos que, si otras veces pueden no aportar mucho, en su caso son fundamentales porque Eugenia, muy orgullosa de su familia, no deja de referirse a su padre y a su madre, a su marido y a sus hijos a lo largo de conversación.

¿De dónde le sale esta pasión por las esculturas a partir de chatarra de vehículos?

Lo cuenta así: “Mi infancia transcurrió entre el diseño y la construcción de prototipos, y las carreras de autos y motos; todas pasiones inculcadas por mi padre. Pasaba mucho tiempo en el taller con él armando y desarmando motores, ahí aprendí sobre todas las piezas que ahora uso para reciclar. Es por eso que me encantan las motos y los autos; desde muy pequeña aprendí a conducir  y participaba en carreras de motocross con mi hermano”.

Su pasión motorizada trasciende el formato artístico. “Todavía hoy mi pasión continúa y conduzco una Harley-Davidson. De hecho, formo parte del Club Harley-Davidson del Perú y participo de todos los viajes que puedo”. 

Sepamos más: “Soy abogada de profesión (especializada en Derecho Agrario), aunque siempre tuve gran interés por el mundo del arte. Desde 2019 comencé a hacer cursos de cerámica, encáustica y algunos otros. Después me di cuenta que podía hacer esculturas usando chatarra que todavía existía en el antiguo taller de mi padre. Así comencé un curso de soldadura y mis primeras obras fueron unas lechuzas. Mi padre siempre que viajaba compraba pequeñas figuras de cerámica en forma de lechuza, las traía a casa y las colocaba en la entrada. Eran símbolo de protección del hogar”. 

“En 2020”, sigue contándome, “decidí mudarme a Lima junto a mi familia, acompañando a mi esposo en un desafío profesional, sin saber que migrar se volvería mi desafío personal. Ahí decidí dejar definitivamente el Derecho, para dedicarme a la escultura”. Me cuenta que el confinamiento por la pandemia del covid-19 le dio el empujón final: “Tenía mucho tiempo para estar encerrada en casa y en el taller dedicándome a mis cosas, y sin la mala conciencia de estar perdiendo el tiempo por dedicarme al arte; porque en mi familia –mi madre médica, mi padre ingeniero– siempre fueron muy prácticos y siempre me motivaban para emprender…, digamos, trabajos prácticos”.

Artistas que transforman residuos en arte

Una vez enterados de esa pasión por los cacharros y la soldadura, heredada de su padre, queremos saber más: “Sobre mi obra, puedo decirte que dentro de los diferentes movimientos artísticos siempre me incliné por obras de artistas que transforman residuos en arte, porque de esa forma le dan una segunda vida a esos materiales. Y por mi historia familiar me incliné por las piezas de hierro, porque me gusta estar en contacto con las herramientas, desarmar las autopartes, quitarles el óxido y soldarlas; de alguna manera me recuerda a mi infancia en el taller de mi papá. Además, el hierro es un material que me permite transmitir un mensaje de fortaleza. Por ejemplo, en mi última serie, titulada Mujeres de Hierro, conecta la fortaleza de este material con la necesidad de empoderamiento de la mujer en la sociedad actual”.

“Por otro lado”, añade, “me gustaría continuar haciendo obras con un mensaje de sostenibilidad y conciencia ecológica. Creo que es importante generar esta conciencia; por eso a veces hago talleres con niños en los que intento fomentar la recuperación de materiales reutilizables. Me da mucho placer verles trabajar en los talleres con tanta ilusión”.

¿Un mensaje de empoderamiento femenino?

Eugenia Latino moldea corazones y flores, aves y caballos, pero sobre todo mujeres, a partir de su pieza más icónica, una maravillosa Victoria de Samotracia, presentada en sociedad el pasado verano. ¿Un mensaje de empoderamiento femenino? “A mí me enseñaron que podía hacer lo que quería, que ser mujer no era impedimento. Pero siempre es más difícil llegar para nosotras, ¡sin duda! Necesitamos una sociedad más equitativa. Aún hay muchos trabajos y actividades que la sociedad considera que son “cosa de hombres”, pero poco a poco nos vamos haciendo camino. Mi padre [como veréis, su padre está muy presente en todas las explicaciones] nunca vio en mí la debilidad aparente de una niña, sino la fortaleza de una mujer que tenía que aprender a valerse en la vida por sí misma y ser totalmente libre. Si te das cuenta, me educó aparentemente como un hombre: aprender de motores, armarlos y desarmarlos, conducir moto desde los 6 años, etc… Me gusta pensar que siempre quiso ayudarme a ser fuerte como el hierro de sus autos, y educó una mujer que ha podido destacar haciendo cosas “de hombres”.

Ahora, mi esposo me ayuda día a día a sentirme plena, me empodera y empodera a nuestra hija; en casa compartimos las tareas, cuidamos a nuestros hijos y tenemos las mismas responsabilidades. Como mujer y madre me siento responsable de educar a mi hijo varón para que sea un hombre que empodere a la mujer; todos los días le enseño que no hay roles de nena y de nene, que en casa todos hacemos todo y por eso él tiene que ir al mercado y levantar los platos de la mesa”. 

Reflexión sobre qué planeta le vamos a dejar a nuestros hijos y nietos

Sobre el medioambiente, reconoce como uno de los aspectos que más le preocupa la invasión de plásticos que ve en Perú, extendiéndose por sierras y playas. Además, por su hermano, que es ingeniero agrónomo, Eugenia está muy concienciada sobre no esquilmar el suelo, apostar por los cultivos rotativos y reducir al mínimo el uso de agroquímicos. Y vuelve a mencionar a su padre: “Fíjate que ya hace 30 años mi viejo se preocupaba por el reciclaje del aceite de la moto, y no tirarlo en cualquier sitio. Y de él heredé también un sentido de aportar a la sociedad; por eso, además del arte, quiero que mis esculturas tengan más sentidos diversos, un mensaje de reflexión sobre qué planeta le vamos a dejar a nuestros hijos y nietos”.

Con apenas tres años de trayectoria como escultora de la sostenibilidad, Eugenia Latino ya ha participado en varias exposiciones colectivas en Lima y en España (Madrid, A Coruña y Sevilla). Para el nuevo año, además de Perú, está invitada a participar en verano en una exposición en Italia (sus abuelos eran de Italia, Francia y España) y posiblemente en otoño en Madrid; le haría especial ilusión presentar su trabajo en Argentina, en Buenos Aires. Y seguirá apostando por esas mujeres suyas de hierro, de bujías, clavos, discos de embrague, cadenas y diafragmas de moto… Pero con dos novedades: “Me gustaría emplear técnicas mixtas. Mezclar el hierro con, por ejemplo, vidrio reciclado. Y ponerles cara, que hasta ahora no la tienen”.

Tags:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *