Matadero Madrid. Nave 0. Una estructura de esas de ruina industrial que tanto nos gustan últimamente sirve de escenario para la muestra ‘Blind Sensorium: antropología visual’ del documentalista y fotógrafo italiano Armin Linke, que de la mano de la Fundació Sorigué nos introduce en el Antropoceno, en la profunda transformación que la avaricia de una sociedad globalizada, hiperindustrializada e hipertecnologizada está ocasionando en la Tierra. A él va dedicada nuestra entrega mensual de Artistas en Verde. Señoras, señores: esto es serio. Es muy probable que hayamos entrado en una nueva era de cambios impredecibles: el Antropoceno.
Traspasar el umbral de esa sala de ambiente apocalíptico que condensa tantas señales de alarma de que algo definitivo está sucediendo genera una irremediable desazón. Porque no…, no estamos ante una película de ciencia ficción en torno a un futuro distópico. No. Las imágenes que nos lanzan pantalla y paneles fotográficos lo que retratan es el aquí/ahora, desde el mar de plástico de los invernaderos de El Egido (Almería) a los incendios de bosques y turberas en Indonesia para producir masivamente aceite de palma. Y uno quiere salir rápidamente a la espléndida tarde soleada que baña el parque de Madrid Río, con niños jugando al balón, muchos ciclistas, muchos perros paseando a sus dueños, mucha gente tumbada en el césped. Aunque de repente, algo, un motivo multiplicado, repetido por mil, nos devuelve a esa Nave 0 y nos remite a que no, que no todo es normal: todas las caras enmascaradas no nos permiten evadirnos, escapar, pensar que no pasa nada, que todo lo que hemos visto en esas imágenes queda lejos, no nos afecta.
No.
El panel de presentación a la entrada de Nave 0 ya avisa: Armin Linke “ha documentado a lo largo de más de una década los efectos que la globalización y las infraestructuras tecnológicas, en gran medida opacas o invisibles, dibujan sobre nuestro mundo. Este archivo de fragmentos visuales –con imágenes de superestructuras como centros de supercomputación, data centers o grandes autopistas de información a través de cables– construye una imagen global de la Tierra hoy, un planeta totalmente transformado por la intervención del ser humano en su explotación, acelerada y sin tregua, de los recursos naturales”.
Más explicación: “La videoinstalación Blind Sensorium –una película de 103 minutos, una veintena de paneles fotográficos más una línea temporal de 26 metros de largo, con vídeos, audios, fotografías y texto, para visualizar y profundizar en los temas y escenas de la película– es una síntesis de más de diez años de trabajo de campo de Armin Linke y sus colaboradores Giulia Bruno y Giuseppe Ielasi, para producir una antropología visual en torno al cambio climático”. El lenguaje por el que han optado –tan aparentemente frío, aséptico, documental– transmite incluso un impacto mayor, porque la realidad resulta tan evidente, tan bien perfilada está, que no hace falta cargar tintas ni emplear filtros de dramatismo ni retorcer los argumentos para percatarnos de que todas las señales de alarma deberían encenderse.
Ya.
Linke y su equipo “han seguido y entrevistado a científicos , políticos y activistas, y han obtenido acceso a laboratorios, centros de datos y salas de negociación política, sitios de extracción de recursos e importantes ubicaciones para los ecosistemas de la Tierra”.
Así, nos encontramos en la Nave 0 con Paul J. Crutzen, el químico alemán ganador de un Nobel por su descubrimiento de los gases que aceleraban el deterioro de la capa de ozono, y que popularizó el término Antropoceno. Y con Bruno Latour, sociólogo y antropólogo francés, uno de los intelectuales occidentales más influyentes en la actualidad con sus reflexiones en torno a la modernidad y el actor-red. Y Eduardo Neves, profesor de Arqueología en la Universidad de São Paulo y uno de los más destacados investigadores sobre la Amazonia. Y Jan Zalasiewicz, presidente del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno de la Comisión Internacional de Estratigrafía, el organismo que está considerando el Antropoceno como una posible adición a la Escala de Tiempo Geológico. Y la asociación de agricultores locales de Bangladés Nayakrishi Andalon, que archiva alrededor de 5.000 de los 10.000 tipos de semillas de arroz tradicionales de su país; “las prácticas agrícolas industriales recientemente introducidas utilizan solo unas 10 variedades de arroz”.
En la Nave 0 también nos trasladamos a inquietantes espacios. Como las quemas controladas de bosques en Sumatra para expandir las plantaciones de aceite de palma. Y la “capa de plástico y vegetación modificada genéticamente que ocupa el Poniente Almeriense, una franja de tierra entre Sierra Nevada y el Mar Mediterráneo”. Y el Centro alemán de Cálculo Climático, enorme paradoja, porque para almacenar el historial de datos climáticos a nivel global en superordenadores, se ha convertido en uno de los edificios con mayor consumo energético de Alemania. Y a Guiyu, “el mayor vertedero de residuos electrónicos de China, y posiblemente del mundo, que recibe desechos tóxicos de diversos países. El suelo, el agua, el aire y la población de Guiyu están pagando un alto precio por esta práctica. En pequeños talleres y en campo abierto, miles de hombres, mujeres y niños desmontan juguetes y equipos de países desarrollados: ordenadores, monitores, impresoras, reproductores de DVD, fotocopiadores, móviles y cargadores, altavoces, baterías de coches y hornos microondas. Utilizan métodos primitivos que los dejan expuestos a peligros ambientales; por ejemplo, queman placas de circuitos y otras partes del ordenador sobre fogones para extraer metales. Proceso de fundición que libera grandes cantidades de gases tóxicos al aire”. Y a Bangladés, un país irrigado por 57 ríos transfronterizos y con una región costera baja, muy vulnerable a la subida del nivel del mar, lo que lo convierten en uno de los países más afectados por el cambio climático, especialmente por inundaciones, contaminación del agua y condiciones climáticas extremas como ciclones.
A pesar de todo…, a pesar de todo hay algo que reconforta: Comprobar que la concienciación sobre nuestros atentados al planeta, comprobar que las cicatrices que dañan los ecosistemas cada vez llegan a más gente a partir de iniciativas y lenguajes muy diversos. Así, esta primavera en Madrid se han montado tres grandes exposiciones ecológicas. Aparte de Blind Sensorium: antropología visual, que se puede visitar hasta el 20 de mayo en Matadero , aquí nos hemos hecho eco de Materia Gris, Nuevos materiales para la era post-fósil , en CentroCentro, sobre los más increíbles reciclajes, y en Espacio Fundación Telefónica continúa la interesante propuesta del francés Joanie Lemercier sobre su transformación artística para salvar la naturaleza y los bosques .
Es domingo por la tarde, regreso a casa caminando por el centro de Madrid, la ciudad saluda optimista, a pesar de todo, con una primavera bendecida por algunas lluvias. Las malas hierbas se abren paso entre los adoquines y en los descampados. Las hileras de castaños de Indias y árboles del amor salpican de colores las calles. Tan sencillo todo, tan natural y tranquilizador comparado con lo visto en esa oscura Nave 0, que cuesta creer que todo no vaya a ser así siempre. Señoras, señores, esto es el Antropoceno.