¿Qué pasaría si una mañana te levantaras y tomaras la decisión de no comprar nada, absolutamente nada más que lo imprescindible? ¿Y si la fecha elegida para hacer este experimento fuera justo el Black Friday, el día que marca el pistoletazo de salida de las compras navideñas en todo el mundo? Pues esto es precisamente lo que nos propone el Día Sin Compras, una jornada de reflexión que nos invita a mirar con un sentido crítico nuestra manera de vivir y de consumir.
“Dejar de comprar durante un solo día no tiene el menor sentido, si no va acompañado de una profunda reflexión sobre nuestro estilo de vida y el modelo de consumo imperante”, señala Charo Morán, coordinadora de Consumo de Ecologistas en Acción y una de las organizadoras de este evento, que tiene como finalidad aparcar las compras por un día para hacer un consumo consciente y responsable el resto del año.
“A lo largo de la historia de la humanidad nunca habíamos tenido la necesidad de consumir ni comprar tantas cosas como ahora. De hecho, hay civilizaciones en la actualidad que consumen mucho menos que nosotros”, asegura Charo Morán. “Los indios navajos de Norteamérica, por poner un ejemplo, atesoran una media de 236 objetos en sus casas frente a los 10.000 de una familia occidental”, continúa Morán citando a Serge Latouche, uno de los máximos exponentes de la Teoría del Decrecimiento a nivel mundial en su libro .
Otro dato nos ayuda a entender la voracidad de una sociedad consumista que ha puesto a las compras en el centro de su universo. “Tenemos 10 veces más cosas que nuestros abuelos y, sin embargo, no somos 10 veces más felices de lo que eran ellos”, afirma con rotundidad Morán, segura de no equivocarse.
Consecuencias de un consumo desaforado
El Día Mundial Sin Compras se celebró por primera vez en Vancouver, Canadá, en septiembre de 1992, como reacción al exceso de consumo imperante en las celebraciones navideñas de finales del siglo XX. Ecologistas en Acción, así como otras organizaciones conservacionistas vienen sumándose año tras año a esta jornada Sin Compras (incluso antes de que el Black Friday irrumpiera en nuestras vidas), organizando encuentros, coloquios y acciones de comunicación para llamar la atención sobre el impacto de nuestras compras. “El consumo está estrechamente relacionado con la salud del planeta. Cualquier producto que compramos o servicio que contratamos tiene un proceso productivo detrás que conlleva el uso de energía, recursos naturales o materias primas”, nos explica la coordinadora del área de Consumo de Ecologistas en Acción. “Cuanto más acumulamos mayor es nuestro impacto sobre el medio ambiente”.
Es lo que conocemos como huella ecológica, un concepto creado por William Rees y su entonces alumno Mathis Wackernagel en 1996, que analiza los patrones de consumo de una población determinada conforme a los recursos naturales disponibles. “Los cálculos de huella ecológica realizados en España confirman que si todos los habitantes del globo terráqueo vivieran como nosotros, necesitaríamos dos planetas y medio como este para continuar con el ritmo de consumo actual. Algo a todas luces imposible”, enfatiza Morán, que nos recuerda que nuestro modelo de consumo no es solo insostenible, sino también profundamente injusto. “Deberíamos preguntarnos cómo y dónde se hacen nuestros móviles o cómo y dónde se confecciona la ropa que vestimos. Nuestro estilo de vida lleva aparejado una mochila ecológica y una mochila social de gran impacto en todos los sentidos”.
Esta mirada crítica, compartida por un segmento de la población cada vez más amplio, ha desembocado en una gran variedad de movimientos y corrientes en contra del modelo de consumo vigente, voraz con las personas y con el planeta. Uno de los más recientes es el Waste Zero, un estilo de vida que consiste en aprender a suprimir, en la medida de lo posible, hábitos de consumo incontrolados e innecesarios. La clave es lograr vivir una vida más consciente y más enfocada en el presente que respete el medio ambiente, tomando decisiones de compra inteligentes basadas en la fuerza de voluntad y productos ecológicos o de segunda mano. Los impulsores de esta filosofía aseguran que así se protege el medio ambiente y se reduce el gasto económico en la gestión de las basuras.
Una semana de Black Friday
Desde que llegó a España el Black Friday ha pasado de celebrarse durante un solo día a alargarse hasta una semana o quince días en algunos casos. A esto hay que añadir fenómenos como el Ciber Monday del lunes siguiente, donde las compras se trasladan a Internet. “La situación de pandemia ha modificado nuestros hábitos de consumo. Cada vez está tomando más fuerza la compra online y empresas de comercio electrónico, como Amazon, se frotan las manos con campañas de publicidad que ya hablan de una semana de Black Friday”, señala Morán.
Pero tal y como nos comenta la coordina de Ecologistas en Acción, no solamente se trata de criticar a la sociedad de consumo, sino de ofrecer alternativas al modelo de vida imperante, basado en el despilfarro y la cultura de ‘usar y tirar’. “Hay que darle la vuelta a la ecuación. Lo que echábamos de menos durante la pandemia no era el centro comercial, sino pasar tiempo con nuestros seres queridos: salir de casa y estar en contacto con otras personas”.
¿Consumimos felicidad?
La práctica totalidad de los estudios sociológicos y psicológicos que se han llevado a cabo sobre el comportamiento humano y un tema tan etéreo como la felicidad coinciden al afirmar que lo que nos aporta mayor bienestar es la calidad de las relaciones humanas, destacando el valor de lo colectivo sobre lo individual. “Pero la sociedad consumista va justo en la dirección contraria. Promueve las satisfacciones efímeras por encima de todo y la capacidad de compra del individuo que compite por un mayor posicionamiento social ¿No sería mejor apostar por una vida más rica en lo relacional y en lo colectivo?”, se cuestiona Morán.