Las bolsas de plástico de un solo uso que no hace tanto tiempo se usaban a tutiplén, y gratis, en los supermercados y tiendas de alimentación ya no están. Desde este mes de enero están prohibidas en toda la Unión Europea y han sido reemplazadas por otras que han de estar compuestas por plástico procedente de reciclaje y por las que hay que pagar. Plásticos con un menor impacto ambiental.
En forma de bolsas o envases o de innumerables componentes de artículos de uso común, lo cierto es que el plástico está presente de muchas maneras en la vida cotidiana. Además de en incontables aplicaciones en todo tipo de sectores industriales, textil, automoción y otros transportes, tecnológicos, medicina y un larguísimo etcétera.
Y, al mismo tiempo, el plástico es uno de los materiales más sometidos al escrutinio por el impacto ambiental en su producción y en el final de su vida útil, cuando los residuos plásticos causan graves problemas de contaminación en los ecosistemas naturales. En gran medida relacionada esta contaminación con plásticos de uso masivo por la población general y de la que depende que sigan el camino que lleva a su correcto tratamiento como residuo o no.

Así pues, ha tocado buscar y encontrar alternativa en otros materiales y a base de desarrollar otros tipos de plástico y aumentar sus posibilidades de reciclaje. Especialmente para los usos más susceptibles de originar esa contaminación ambiental.
Así es como han llegado el concepto de Economía Circular y los nuevos materiales como plásticos reciclados, los bioplásticos, los biodegradables y los plásticos biodegradables compostables.
Reciclados, bios, biodegradables y compostables
Sobre estos últimos, Gema Rodríguez, química y responsable del Servicio de Promoción y Divulgación de la Investigación del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros (ICTP-CSIC), explica sus características que permiten «comprender por qué tienen un menor impacto ambiental que los plásticos convencionales, para distinguir unos de otros y para actuar correctamente con ellos cuando son residuos».

Así, el bioplástico «es el que se obtiene a partir de una fuente renovable, que pueden plantas ricas en carbohidratos, como por ejemplo el maíz o la caña de azúcar, de madera o de celulosa. Pero también se pueden producir a partir de residuos orgánicos o, incluso, de CO2. Eso sí, hay que puntualizar que por ser bio no siempre será biodegradable». Estos, los plásticos biodegradables «son los que se degradan por la actuación de microorganismos vivos al final de su vida útil». Y dentro de este grupo entran los compostables, «que son los que se biodegradan, o transforman, en procesos que requieren el tratamiento y las condiciones concretas que se dan en las plantas de compostaje». Lo que no debe llevar a pensar que «por ser biodegradable podemos tirarlo en cualquier sitio, irnos al campo y dejarlo ahí, porque no se degrada en el suelo o en el agua así porque sí. Estaríamos creando otro problema».

Para esta investigadora «lo ideal sería que todo el plástico pudiera ser fabricado materia prima renovable o procedente de reciclaje y, por supuesto, reciclable». Pero, en cualquier caso «el plástico en sí no es malo. Lo malo es el residuo y lo que hacemos con él. Eliminar todo el plástico al cien por cien no es posible. Quizá ni siquiera sea recomendable, porque hay muchas propiedades que lo hacen un material único y mejor que otros. Es ligero, resistente, flexible, resistente… por eso está tan presente en nuestra vida»
Menor impacto ambiental
Lo que también tiene claro es que «necesitamos plásticos más sostenibles y que la contaminación por plásticos es un problema serio a abordar». De momento, lo que está «demostrado ya es que el procedente de reciclaje y los producidos a partir de fuentes renovables tienen un menor impacto ambiental».
De ahí el camino recorrido para incorporar a la cadena de reciclaje botellas de plástico, envases de bebidas y alimentos, de cosméticos, de productos de limpieza, etc. Y de ahí también que la I+D+i haya encontrado en plantas, gases o residuos orgánicos una fuente de materias primas para la producción de plásticos más sostenibles ambientalmente.

Se trata de un reto en el que están metidos de lleno sectores muy diversos y justo por eso el CSIC creó en junio de 2018 SusPlast, de la que también forma parte Rodríguez. «Es una plataforma temática interdisciplinar del CSIC para reunir el conocimiento sobre los plásticos tanto de expertos del consejo, como de empresas, de las universidades, de la administración, de todos los sectores en definitiva para resolver retos bien definidos en plazos concretos. El espíritu de esta plataforma va ligado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS, para dar respuesta a este reto que plantea las Naciones Unidas e implicar al sector privado en las respuestas».
Plásticos Sostenibles para una Economía Circular
Su nombre completo es Plásticos Sostenibles para una Economía Circular, y «el reto que pretende abordar es llevar a cabo tanto estrategias mecánicas, como químicas y biotecnológicas, para implantar una gestión de plásticos basada en la economía circular. En línea con Estrategia Europea de Plásticos en una Economía Circular, que también tiene por objeto transformar la forma en que se diseña y producen los productos de plástico en la UE. En ella se plantean algunos retos como que para el año 2030 todos los envases de plástico deben ser reciclables de manera rentable. Y que más de la mitad de los residuos plásticos en Europa se deben reciclar».
SusPlast nace, precisamente para dar respuesta tanto a los ODS como a la Estrategia Europea y reúne «a investigadores y empresas expertas en reciclado mecánico, reciclado químico y en estrategias biotecnológicas para conseguir nuevos polímeros basados en fuentes naturales y en fuentes renovables. Somos un montón de grupos de expertos en las diferentes áreas para abordar una gestión de plásticos basados en una economía circular».

Al estar integrada por esta diversidad de expertos y áreas, tanto de diseño, como de desarrollo, fabricación y gestión de residuos, su trabajo abarcaría a todos los tipos y productos plásticos que están en uso, ya sean de aplicaciones más industriales, como los de uso más común para los consumidores normales y corrientes «Porque el fundamento de obtener una gestión basada en la economía circular es que el plástico no vaya a vertedero, que no se convierta en un residuo y vuelva a ser un recurso, a formar parte de la cadena de producción bien como otro envase, bien como otro polímero».
De manera que ahí caben desde una botella de leche o una bolsa de patatas fritas, hasta salpicadero de un coche o el asiento de un avión.
[…] ecológicos, plásticos industriales y otros materiales de gran consumo son el resultado de esta tecnología bautizada con el nombre de […]
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[…] posconsumo. Esta inciativa se une a otras emprendidas por otros fabricantes que ya han adoptado plásticos PCR en varias de sus líneas de […]
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