El mes pasado nos fijábamos en Vik Muniz. Y en mayo seguimos en Brasil, país que como pocos acumula energía, color y el arte de la mezcla, lo híbrido. Y nos quedamos en la misma ciudad, en São Paulo; ahí nacieron los hermanos Campana: Humberto en 1953, Fernando en 1961. Ambos tomaron al principio caminos diferentes, pero el tiempo les llevó a reencontrarse. Humberto estudió Derecho; Fernando, Arquitectura. Rutas distintas que finalmente convergieron en el diseño industrial, sobre todo de mobiliario, en los años ochenta. Y con una visión rompedora y visionaria en aquella década: ya entonces mostraban su inquietud por emplear materiales reciclables y económicos en productos de diseño industrial y complementos decorativos. A finales de los años ochenta presentaron su primera gran exposición como equipo de diseñadores; la montaron en el Museo de Arte de São Paulo y la llamaron Desconfortáveis, que en portugués quiere decir incómodo, signo ya de su sentido juguetón e irónico de la vida y de su trabajo. La muestra estaba compuesta fundamentalmente por sillas diseñadas a partir de materiales rescatados a los que dotaban de una segunda vida. Dieron el campanazo. El éxito les sonrió desde entonces. Hasta llegar a los museos MOMA de Nueva York, el Pompidou de París, el Victoria & Albert de Londres y el Museo VITRA de Alemania; grandísimos templos todos ellos del diseño de objetos.
Han sabido como pocos romper moldes y jugar, con objetos coloristas, poéticos, irónicos, juguetones. El sentido de lo lúdico y lo artesanal recorre sus diseños desde el principio hasta hoy: “Me fascinan los materiales”, ha declarado Humberto, que es el que suele hablar en las entrevistas, “desentrañar su ADN, mudarlo y convertirlo en algo nuevo”. “Las piezas comienzan a tomar forma tan pronto como comenzamos a jugar con los materiales; ellos nos indican hasta qué punto quieren y pueden ser transformados. Nuestros objetos son fruto de esta experiencia lúdica, de la voluntad expresada por los materiales. La silla Favela, por ejemplo, ilustra una forma desenfadada de hacer una silla, a partir de trozos de madera reciclada, sin seguir regla alguna o ceñirse a un plan cartesiano”.
Cuerdas, alambres, peluches… El trabajo de los Campana surge de la transformación y la reinvención; de la construcción de un nuevo mundo a partir del reciclaje de materiales ya usados y que nos rodean día a día. El resultado es una obra de creatividad “casi amazónica”, como ellos dicen, que refleja la personalidad propia de su país, Brasil: energía, poesía, color, formas híbridas.
Efectivamente, su silla Favela (2003) hecha de astillas se convirtió en su principal carta de presentación. Su diseño está inspirado en la construcción tradicional de las favelas típicas brasileñas. Un año antes, lograron salir en revistas de todo el mundo con su silla Banquete, creada a partir de peluches. Otro hito en su carrera: la silla Vermelha, de 1998, hecha con más de 500 metros de cuerda roja.
Y entre todo su catálogo también se han enamorado de algo muy de su tierra, el caucho. Así, su Colección Transneomatic, de 2009, para el programa Diseño con Conciencia de la firma Artecnica de Los Ángeles, especializada en trabajar con rompedores artistas emergentes, está compuesta por centros de mesa creados a partir de neumáticos y mimbre. Esta colección de cestas está confeccionada con grupos de artesanos de zonas rurales de Vietnam, a partir de neumáticos de motocicletas reciclados. Un logrado diseño que une tradición y modernidad; que armoniza conceptos antagónicos como son lo orgánico y lo mecánico, lo rápido y lo lento, lo cálido y lo frío.
A esta experiencia de los Campana en Vietnam se refería la periodista Ana Domínguez Siemens, una de las grandes especialistas en diseño en nuestro país en una reciente entrevista en la revista El Asombrario . A propósito de una exposición que ella ha comisariado este invierno en CentroCentro, Madrid, recalcaba ejemplos en los que el diseño “es crucial para el desarrollo de comunidades locales”. “Por ejemplo, el de los hermanos Campana en Vietnam o el de Hella Jongerius con la tribu Shipibo de Perú, comunidades que han desarrollado colecciones que ellos fabrican y se venden ahora en las tiendas más cool del planeta. El diseño en estos casos ha aportado a las comunidades un valor añadido a las cosas que ellos ya sabían hacer, permitiendo que su producto fuera competitivo en el mercado del Primer Mundo”.
Del mobiliario, los Campana han pasado al diseño de moda, escenografías, diseño de interiores, paisajismo, intervenciones urbanas… Les encanta esa visión multidisciplinar, transgredir fronteras, algo muy propio del siglo XXI.
Sin duda, reflejan bien la esencia de Brasil. Como ellos mismos han explicado: “Brasil tiene tanta mezcla de razas… Los problemas en nuestro país son de orden económico. El resto, las razas, las religiones, el pensamiento o la sexualidad no son temas de conflicto. En nuestro trabajo está el caos de
São Paulo, la belleza de Río de Janeiro y la exuberancia del Amazonas”.
El juego, la infancia y también las raíces, la tradición artesanal de Brasil asoma tras su creatividad. Humberto ha identificado así sus principales fuentes de inspiración: La artesanía: “son impresionantes las manifestaciones de artesanía en mi país”. Y la infancia: “Nuestra infancia se desarrolló lejos del entorno urbano. Muchas veces, lo que hacemos es trasladar nuestra infancia a nuestra obra. La curiosidad, esa forma de mirar el mundo un tanto ingenua y hasta naif, propia de un niño, nos define”.
Anatxu Zabalbeascoa, otra de las periodistas más prestigiosas en España a la hora de escribir de arquitectura, decoración y diseño desde El País Semanal, ha dicho de estos hermanos brasileños: “Reconocidos y solicitados, los Campana representan el cruce entre el hacer artesano (que muchas de sus piezas requieren) y la producción industrial. Adelantaron una tendencia: la del producto de apariencia imperfecta, y por eso singular, que ha caracterizado a buena parte de los diseños recientes”.
Respecto a su trabajo con materiales de reciclaje, el mayor de los hermanos Campana ha explicado: “Al principio fue una cuestión de necesidad, de falta de recursos. Ahora sí que se ha convertido en una opción ecológica. Levantamos esa bandera siempre que podemos”.
En una entrevista para la revista Room daban más claves de su proceso creativo: Humberto: “Intentamos aportar emoción, recordar elementos de nuestra infancia. Porque un mueble hoy va más allá de una función y de una forma concretas, trae emociones, cuenta una historia: la de un país. El diseño es el retrato de una cultura. Los muebles son como personajes que colocamos en la vida de la gente. Los muebles son elementos que viven y conviven con las personas. Es importante crear ese diálogo entre el usuario y el mueble”.
Fernando: “Obviamente, la función es necesaria, pero hoy en día es importante también aportar emoción y rescatar valores antiguos. Existen técnicas artesanales antiguas que están muriendo. Tenemos que recuperarlas, porque eso también es ecología, recuperar sociedades más débiles, comunidades frágiles como las que viven en Brasil”.
En esa misma entrevista se les preguntaba por su investigación en nuevos materiales, desde un punto de vista ecológico, y respondían: “Hicimos un trabajo llamado Transplastic para la Albion Gallery de Londres. Y usamos una liana del Amazonas que crece y ahoga al árbol. Y para que no lo ahogue hay que retirarla, lo que implica un proceso sostenible. No estás destruyendo el árbol, no estás destruyendo esa liana, y además con ella se puede trabajar como con el junco o el ratán. Creemos que es el material del futuro, porque es muy resistente, confortable, tiene una apariencia cálida, y supone reciclar”.
Lo tienen claro, y desde un espacio como este blog de SIGNUS nos encanta escuchar lo que dicen tan alto: “Hay que hacer que la basura vuelva a ser bonita, procesándola de nuevo, mezclándola con otros materiales; reaprovechar cosas ya existentes desde una nueva estética, con una segunda vida”.
Recrear materiales y tradiciones. Reinventar, no tirar, no despreciar. Esa es la clave. Anatxu Zabalbeascoa recogía estas declaraciones de Humberto en otra entrevista para El País Semanal: “Nuestro trabajo tiende puentes, abre puertas entre el diseño y el arte, entre la artesanía y la industria. No nos interesan los purismos, nos gusta ser capaces de inventar a partir de lo que ya está inventado. Ese es un reto de nuestra época”. Su búsqueda implica también una alerta: es fundamental salvar la artesanía: “Si el ser humano deja de tocar lo que hace, el mundo está perdido. Hay que crear un high tech hand made (alta tecnología hecha a mano). Es una frase de Massimo Morozzi, director de Edra (una firma de mobiliario que cuenta con ellos en su plantel de diseñadores), que nos gusta mucho”.
Y terminaban con una declaración de principios con la que no podemos estar más de acuerdo desde aquí: “Nosotros reciclamos todos los materiales, incluidas las ideas y nosotros mismos. Hoy el lujo es la libertad de no tener, o no ponerte, límites de ningún tipo en tu vida”.
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