Dice el dicho que una imagen vale más que cien palabras. Pues bien, las imágenes de las películas participantes en la cuarta edición del festival Another Way Film Festival (AWFF) no han podido ser más elocuentes. Es el certamen sobre cine documental y progreso sostenible de Madrid y en la edición de este año se han proyectado 19 documentales internacionales y otros tantos cortos que giran en torno a temáticas tan diversas como el activismo, el cambio climático, el movimiento verde, el acaparamiento de tierras, los derechos humanos o la protección de las especies. Películas con enfoques variados y apuestas creativas vanguardistas, entretenidas y audaces que denuncian, animan a la acción o provocan reflexión, según el espíritu con el que reciba cada espectador.
Este festival, que nació pequeño y en su primera edición exhibió siete películas y congregó a unos 700 asistentes en un día y medio, ha ido creciendo hasta llegar a los 3500 de este año y proyectar 38 filmes a lo largo de cuatro días, en los que también se han celebrado diversas actividades paralelas.
Y de ser casi una artesanal y personal apuesta de su directora, Marta García Larriu, a tener una presencia en el panorama cinematográfico de Madrid, que, «carecía de un festival de estas características, como hay ya en Barcelona y Canarias. Incluso, otros grandes festivales de gran prestigio y trayectoria, como San Sebastián o Venecia, acaban de crear en sus últimas ediciones secciones medioambientales. Es una temática definitivamente en auge». Por eso, no es de extrañar que «el AWFF haya ido creciendo en equipo, presupuesto, credibilidad y apoyo de entidades diversas, entre ellos los patrocinadores».
Como también en secciones: la oficial, la sección Impacto y el concurso online de cortos, Rueda por el Cambio. Además de incluir una convocatoria para guiones y actividades paralelas.
En el concurso de cortos, sección que se incorporó el año pasado, los ganadores del premio del jurado y del público, respectivamente, han sido “Euphoria”, de la húngara Katalin Egely, y “Madrid Zero”, de Álvaro Llangunes, como cortometraje más visionado online. Porque esta sección ha tenido la peculiaridad de que ha podido participar el público que ha visto los cortos a través de la página web del festival.
Es interesante comentar con Marta García, lo diferentes que son uno y otro. “Madrid Zero” es casi un reportaje periodístico en el que sus protagonistas son personas, reales, que están tratando de reducir el uso de plásticos en su vida diaria, unas, y participando en proyectos ciudadanos para reciclar residuos orgánicos y producir compost, otras. En cambio Euphoria «es una creación artística muy diferente, basada en la animación a partir de acuarelas», explica la directora del festival.
Precisamente, ese es uno de los motivos por los que tenía la ilusión de incluir los cortos en el festival. «Porque lo bonito del corto es que en él se experimenta más con el lenguaje. Podemos aceptar animación, stop motion…, fórmulas que en largometraje quizá no son tan viables. Además, como los cortos se suelen hacer al principio, cuando uno empieza a dar sus primeros pasos e intentos en el cine, me parecía importante atraer a los nuevos cineastas a esta temática a través del incentivo de un concurso». Las cifras avalan lo acertado de su idea «desde el principio ha tenido una buenísima acogida y atrae mucha gente, tanto de público como creadores. El año pasado recibimos 500 cortos internacionales, y este año han sido casi 700. Claro, esto supone hacer una selección muy, muy selecta, porque luego se exhiben 19».
Los directores de ambos cortos tienen en común la juventud y que los dos, desde perspectivas y formatos muy diferentes, han conectado muy bien con los espectadores. Ninguno de ellos ha podido estar presente en el festival para saborear el triunfo, pero han atendido las preguntas que les hemos trasladado por correo electrónico, para saber más sobre sus trabajos.
Nos cuenta Kati Egeli, la autora de “Euphoria”, desde Budapest, que «un amigo me dijo que mis películas son como poesías visuales», en una perfecta definición de lo visto en la pantalla. Y al igual que la poesía, «dejo libertad al publico y confío a su propia percepción interpretar lo que ve; porque prefiero generar sentimientos más que pensamientos». En todo caso, su propia idea al empezar a trabajar en esta película, era «expresar cómo perder la conexión con la naturaleza, con nuestro origen y nuestra parte animal, causa ansiedad, soledad y aislamiento; y sin ella no podemos entender nuestro sentido y lugar en el mundo. Y que para calmar esa frustración tenemos que buscar en nuestro interior. Pero, también, que hay una unidad entre todos los seres vivos, por eso hay tantas transformaciones».
Realizar esta película, que nació como vídeo musical para una banda de música argentina, le llevó cuatro meses. Pintó 4000 acuarelas, «ciertamente esta no es la técnica más rápida, porque hay que esperar a que se sequen las imágenes para pintar las que faltan entre ellas y crear el movimiento», en las que personas, aves y animales marinos y terrestres, ríos y niños se van metamorfoseando unos en otros.
Aunque otro corto suyo, “Tierra sin mal”, ha recibido varios premios, este es el primero que recibe “Euphoria”, y «estoy increíblemente agradecida por este reconocimiento, porque este trabajo lo hice de todo mi corazón. El hecho de que lo hayan valorado significa que logré lo que quería, que el mensaje puede llegar y que hay gente con quien compartirlo».
“Madrid Zero”, por el contrario, es directo y cuenta historias personales que consiguen empatizar con la audiencia de forma sencilla. El premio del público, para su director Álvaro Llangunes, «es una gran motivación y alegría, porque surge del interés de la audiencia. Que hayan visto el documental, lo hayan compartido, dejado comentarios y hablado sobre el tema con los amigos es genial, quiere decir que el corto motiva». La idea de mostrar cómo «los protagonistas reducen sus residuos en su vida diaria, ayuda bastante a que el mensaje llegue; y que la gente piense que podrían ser ellos mismos las personas que cuentan su propia experiencia».
Llangunes es graduado en Periodismo y tiene un máster en Documental y Reportaje Periodístico Transmedia , y el corto «surgió, precisamente, durante la preparación del trabajo final del máster. Había oído hablar del zerowaste en mi entorno familiar justo en el momento en que buscaba temas para ese trabajo. Pero las primeras referencias eran de fuera de España y me pregunté si habría alguien intentando ser zerowaste en Madrid, así que investigué y comencé a encontrar resultados. Eso es parte de lo que se ve en la película». Si bien la idea nació más como un reportaje que como un documental, «vimos que las historias personales podrían tener más peso».
Como periodista, a Llangunes le interesan todos los temas, pero «en los últimos años he visto cómo los ambientales van ganando espacio en la prensa, y vemos cómo estamos llegando a un punto de no retorno. Por eso pensé que era el momento de tratar este tema y enseñar cómo con tu vida normal también se pueden hacer cosas que ayuden a revertir la situación».
Desde que terminó el corto, en julio pasado, hasta ahora “Madrid Zero” ha participado en 20 festivales por todo el mundo y ha obtenido otro premio en el Ekotopfiml, de Bratislava. Y, justo después del AWFF, se ha proyectado fuera de competición en el BIFED (Bozcaada International Festival of Ecological Documentary), en Turquía desde donde nos respondía Llangunes. «Siempre ha tenido buena acogida del publico, es un tema que sorprende y genera inquietudes. Por su respuesta he podido ver que el corto a mucha gente le hace replantearse sus hábitos y analizarlos para cambiarlos».