Con la cantidad y variedad de buenas soluciones que ha aportado desde su aparición, y lo continúa haciendo, y la de problemas que a menudo supone su presencia masiva en nuestra vida. Con el plástico pasa lo que decía el refrán: lo poco agrada y lo mucho enfada.
Y, no solo pasa esto con el plástico. Si hablamos de envases, y es de lo que va lo que sigue, para que no haya más de los necesarios se trabaja desde diferentes ámbitos. Uno de ellos el legislativo.
, norma con la que se trata de avanzar en la implantación de la economía circular y conseguir el cumplimiento de los nuevos objetivos de reciclado de envases que España tiene que cumplir de aquí a los años 2025 y 2030. Con este real decreto se completa la trasposición a la legislación española de la Directiva Europea relativa a los envases y residuos de envases
Se asignan objetivos y medidas concretas que habrán de cumplir los diferentes sectores implicados en la producción y gestión de los envases de todo tipo; así, envasadores, distribuidores, poseedores y administraciones tendrán que asumir diferentes cometidos y obligaciones.

Impuesto a los envases de plástico no reutilizables
Lo que probablemente más ha dado qué hablar a las industrias que envasan sus productos para su comercialización, es que establece un impuesto a los envases de plástico no reutilizables. Cada kilo de plástico para envases fabricado o comprado, tendrá un cargo fiscal de 0,45 euros.
El propósito de este decreto es prevenir y reducir el impacto ambiental de los envases, por eso se marca el objetivo de lograr que en 2030 lleguen al mercado un 20% menos de envases de un solo de los que hay actualmente. Y que, lo que llegue, sea reciclado para que las materias primas vuelvan a la cadena de uso.
Cada kilo de plástico para envases fabricado o comprado, tendrá un cargo fiscal de 0,45 euros
Paralelamente, la norma extiende la obligación de los productores de asumir el coste total de la gestión de estos residuos. Y con gestión se trata de que recoger los envases cuando ya han sido utilizados y organizar toda la cadena logística e industrial necesaria para que los plásticos sean reciclados. Lo que, técnicamente, se llama régimen de responsabilidad ampliada del productor.
Hasta cierto punto, es posible que los consumidores no vean cambios muy notables que les conciernan. Al fin y al cabo, los contenedores para envases diferentes tipos, sobre todo los de plástico, aluminio y vidrio, ya forman parte del paisaje se las calles de ciudades y pueblos de todo el país y hace tiempo que las campañas de información y sensibilización para la correcta separación de los diferentes tipos de residuos de envases.

La venta a granel
Pero, lo cierto es que sí se van a producir cambios que serán herramientas para favorecer esa disminución de envases de un solo uso y que verán directamente los consumidores.
Por ejemplo, se fomentará la venta a granel de alimentos. Que no es nuevo, ciertamente, pero a partir de ahora las tiendas de alimentación de mayor superficie, de 400 m2 o más, están obligados a establecer espacios para la venta a granel de frutas y verduras. Pero no solo, también de otros alimentos.

Para los consumidores esta norma supone la posibilidad de optar por soluciones más sostenibles en sus decisiones de compra. Así lo ven en la Organización de Consumidores y Usuarios, OCU. Eztizen Gregorio, portavoz de la organización para el área de Sostenibilidad y Consumo, explica que «los estudios de consumo que hemos hecho muestran que el 93% de los consumidores españoles reconoce que el plástico es un problema para el planeta y que, paralelamente, lo encuentra con demasiada frecuencia. Es más, el 43% es sensible a la cantidad de embalajes innecesarios o superfluos que a menudo llevan los productos. Pero, a pesar de que tienen esa preocupación y sensibilidad, a la hora de decidir entre un producto u otro la reducción de envases no es el criterio principal. Al final lo que más influye son el precio y la calidad». Por esta razón para la OCU uno de los aspectos más destacables de esta nueva normativa es «que va a ofrecer a los consumidores alternativas más sostenibles y asequibles económicamente. Esto se ve muy claro en el hecho de que ahora van a poder llevar sus propios envases para los productos que se vendan a granel y los comercios los han de aceptar».
Las tiendas de alimentación de mayor superficie están obligados a tener espacios para la venta a granel
Es decir, que llegar a casa con la carne, el pescado o los encurtidos, los fiambres, embutidos y quesos envueltos o envasados en la tienda, será solo una opción, «porque los consumidores podrán llevar sus propios túper o botes de vidrio para que se los pongan en ellos».
Esta es una de las principales fórmulas que los consumidores tienen de participar en la reducción de envases de esa manera accesible y asequible a la que alude Gregorio, y para la que no dependen de nadie. Eso sin contar con el ahorro de tiempo que supone vaciar la cesta de la compra directamente en la nevera sin llenar el cubo de basura de envoltorios de diversos tipos, plásticos entre ellos.

A la compra con el táper
Además, pueden ocurrir y de hecho en algunos comercios ya se hace, dos cosas «estamos viendo casos de comercios, especialmente los de comida preparada para llevar, en los que hacen un pequeño descuento a los clientes que llevan sus propios recipientes. Lo que fomenta la reutilización de envases. Pero también estamos viendo lo contrario, por ejemplo con los cafés para llevar se cobre el envase por un lado y la tapa por otro, con lo que puede suponer un sobrecoste de 10 o 15 céntimos. Este tipo de medidas lo repercuten al final en el bolsillo de los consumidores, más que fomentar la reutilización de envases».
Para la OCU quizá la carencia principal de la nueva normativa es que «se centra sobre todo en los productos de alimentación y se quedan fuera otros de gran consumo como son los de limpieza, higiene y cosmética». Ámbitos en los que hay bastante recorrido para la mejora. Si bien es cierto que ya se van viendo «pequeñas acciones de algunas marcas y comercios de perfumería y cosmética que ofrecen soluciones de venta o de envases más ligeros para rellenar los originales». Ambas son fórmulas válidas para bien reducir la cantidad de plástico que llega al mercado.

A futuro, lo previsible es que las nuevas normativas «incentiven una mayor inversión de las diferentes industrias en I+D+i para identificar y desarrollar nuevos materiales para los envases, de manera que tengan menor impacto ambiental, tanto en su producción como en su gestión posterior». Ahí llegará el momento en que los consumidores se acostumbrarán a cosas «como en su momento han sido las bolsas de fécula de patata o el plástico reciclado, que no es tan transparente, pero que ya tienen integrados».
Otra de las tareas en las que las industrias de alimentación y bebidas tienen que avanzar es conseguir que los tapones de envases no reutilizables vayan adheridos a este, para facilitar su reciclado y, sobre todo, para evitar su dispersión y para que encontrarlos en cualquier parte, incluso en el Ártico, deje de ser habitual.