Ayer dio inicio la COP25, la Cumbre del Clima, la Conferencia de las Partes, que de varias maneras se referirán los titulares de las noticias a este evento. La llamen como la llamen, la cuestión es que se va a celebrar en Madrid la reunión internacional más importante, en trascendencia global, -además de por número de delegaciones oficiales, entidades de la sociedad civil (ONGs, empresas, científicos, etc.) y participantes (entre 20.000 y 25.0000)-, de cada año de todas las relacionadas con el cambio climático, su mitigación y la adaptación a él.
¿Qué es la COP?
Esta conferencia reúne a los 195 países, España entre ellos, adheridos a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMUNCC, en sus siglas en inglés), el principal tratado internacional contra el cambio climático, y su marco máximo órgano de negociación, toma de decisiones y vigilancia del cumplimiento por parte de los países de los acuerdos alcanzados. A ellos se refiere el término Partes y son los que han reconocido que «el cambio climático y sus efectos adversos son una preocupación común de toda la humanidad», según se expresa en el preámbulo del documento oficial, y decidido «proteger el sistema climático para las generaciones presentes y futuras», y así llegar a compromisos e implantar políticas y acciones que permitan que la temperatura media de la Tierra permanezca en niveles compatibles con la permanencia y la vida de todas las especies que la pueblan, que la poblamos, porque los humanos somos una de esas especies.
De manera que a lo largo de las casi dos semanas de duración de la Cumbre se sucederán reuniones y negociaciones de las Partes de la Convención, de diversos organismos y entidades de las Naciones Unidas relacionadas y organizaciones admitidas como observadoras, etc. Y, aunque no deja de aparecer como algo extraordinario, lo cierto es que este evento es rutinario. Se trata de uno más de los periodos de sesiones de la Convención (CMUNCC), que desde que entró en vigor, en 1994, se reúne una vez al año para negociar respuestas multilaterales al cambio climático. La primera COP fue en Berlín en 1995, y así, sucesivamente, se han venido celebrando puntualmente cada año. Eso sí, no todas las COP han tenido igual misma trascendencia ni siquiera el mismo éxito.
¿No iba a celebrarse en Chile?
Las COPs se celebran por turnos en cada una de las cinco regiones de las Naciones Unidas: África, Asia Pacífico, Europa Oriental, América Latina y el Caribe, y, por último Europa Occidental y Otros (estos Otros son Estados Unidos, Canadá. Australia, Turquía y Nueva Zelanda). Este periodo de reuniones se debía celebrar en la región América Latina y el Caribe, concretamente en Brasil, pero Jail Bolsonaro, retiró la candidatura nada más ser elegido presidente y fue entonces cuando Chile se ofreció para organizar y ser sede de esta COP. Pero, debido al importante conflicto social y político que vive el país andino desde octubre pasado, su presidente Sebastián Piñera, también renunció a celebrarla en Santiago. Y lo anunció el 30 de octubre pasado.
Obviamente el desconcierto en la comunidad internacional fue tremendo. Semejante incertidumbre sobre la cumbre a poco más que un mes de la fecha prevista para su apertura el 2 de diciembre era algo completamente inédito. Un auténtico shock en el mundo ambiental.
Por ello, se podría decir que a esta COP le ha costado no poco trabajo situarse en una sede definitiva. La celebración se ha salvado por la intervención de España, que, a través del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y de la ministra de Transición Ecológica, igualmente en funciones, Teresa Ribera, ofrecieron a la ONU la posibilidad de celebrarla en Madrid y en las mismas fechas inicialmente previstas.
¿Por qué es tan importante esta conferencia?
Porque no celebrarla, cancelarla definitivamente, no era una opción. Al contrario, tal como explicaba Teresa Ribera, «es fundamental garantizar que la Conferencia de las Partes se pueda desarrollar con total normalidad. Porque es necesario hacer viable el Acuerdo de París, que está siendo desafiado por algunos sectores». Esos sectores tienen nombre y apellido: Trump el más sonado, y Bolsonaro, quien con su renuncia y algunas declaraciones posteriores, también ha mostrado una posición clara en contra de la acción climática.
Al referirse a la necesidad de hacer viable el Acuerdo de París, alude la ministra a uno de los objetivos principales de esta sesión de la COP: alcanzar los compromisos que hagan posible la implementación, a partir el año próximo, del Acuerdo de París. Básicamente y, resumiendo mucho, que los países presenten sus planes para cumplir con los objetivos globales del Acuerdo -entre otros “mantener la temperatura media del planeta muy por debajo de los 2° por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar aun más el aumento de la temperatura a 1,5°”, según el artículo 2 del Acuerdo-. Y, más aún que estos planes, se espera de los países presentes en la cumbrecomo Partes que expresen sus ambiciones climáticas y muestren si van incluso a ir más allá y qué medidas voluntarias van a tomar para contribuir a limitar el calentamiento global.
Que los diferentes países se pongan de acuerdo, quieran, o puedan, poner en marcha todo lo necesario para alcanzar esos objetivos, se irá viendo. Pero, de momento, lo que es seguro es que el día 2 de diciembre la COP25 dará inicio en Madrid, en el recinto ferial de IFEMA, y que si hace cinco semanas alguien hubiera dicho que eso iba a suceder se le hubiera dado cero credibilidad.
Porque en Madrid se está contando con apenas cinco semanas para lo que en general requiere un año de organización. Bien es verdad que la misión de Madrid consiste solo en ser sede de la COP, porque la organización, el liderazgo de las negociaciones y la presidencia sigue estando a cargo de Chile, especialmente de la presidenta de esta COP, su ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt.
Pero los requerimientos logísticos de acoger un evento de este tamaño y características, sus enormes dimensiones en todos los sentidos hacen que el esfuerzo de tenerlo todo preparado y a tiempo para su desarrollo normal esté siendo titánico y a contrarreloj. En cualquier caso, en palabras de la ministra Ribera, «nos parece que, por encima de todo, es fundamental garantizar que la Conferencia de las Partes del Clima pueda desarrollarse con total normalidad».
¿Cómo va a ser la COP25?
La COP25 ocupa siete pabellones del recinto ferial de IFEMA, más el Centro de Convenciones y salas de reuniones. En torno a 113.000 metros cuadrados. Se espera que asistan en torno a 25.000 personas de casi 200 países. Y el montaje de todo lo necesario comenzó el día 17.
Lo habitual en las cumbres del clima es que haya dos zonas diferenciadas para la celebración de los distintos eventos y reuniones: la azul y la verde.
La primera, es donde se celebrarán los eventos, reuniones y sesiones de negociaciones formales previstos en esos días en la agenda de las de Naciones Unidas, y está bajo su administración directa.
La zona Azul es el espacio de debate y negociación por parte de jefes de estado, ministros y técnicos, a puerta cerrada, sobre mitigación, adaptación, financiación o ambición climática. La primera semana tiene carácter técnico y la segunda es la conocida como tramo ministerial, y en ella participan y se dan cita jefes de Estado y ministros responsables de cambio climático de decenas de países.
En ese área estarán los dos plenarios y los pabellones de las delegaciones; y será donde, tanto los países como los observadores autorizados, -ONGs, empresas, instituciones científicas, sindicatos, gobiernos locales, etc.- celebrarán eventos adicionales y donde España contará con una sala de delegación.
La segunda zona, la verde, es el espacio dedicado a la sociedad civil, en la que entidades de diversos tipos, como patrocinadores, instituciones científicas, empresas, ONGs, jóvenes, podrán participar de manera directa en la COP. Esta zona es de libre acceso para el público, mientras que la zona Azul el acceso es exclusivamente mediante la acreditación oficial de las Naciones Unidas.
Como novedad en una COP, en esta ocasión se quiere crear una nueva zona, turquesa, desde la que se transmitirán los acontecimientos más relevantes del área Azul, de maneraque sirva de enlace entre el área oficial y la social.
Como complemento a esta zona verde, está previsto que la COP salga fuera del recinto de IFEMA y se “vea” en Madrid, para lo que se ha diseñado la zona “Castellana Verde”, en la que desde Atocha hasta Plaza de Castilla, los ministerios, museos, el Jardín Botánico, el Ayuntamiento de Madrid, entidades públicas y privadas que tienen su sede a lo largo de esta arteria urbana, celebren diferentes actividades relacionadas con su acción climática.