El comercio de residuos es una práctica habitual en todo el mundo. Desde hace décadas millones de toneladas de desechos salen de Europa y Estados Unidos para cruzar el océano en grandes contenedores metálicos con destino a países en vías de desarrollo - comparte , por lo general del sudeste asiático. Allí se reciclan y se les saca el mayor provecho posible. Lo malo es que no ocurre siempre así. Según se quejan gobiernos y ONG, sólo una parte de esos residuos recibe un tratamiento adecuado. El resto se queman, se abandonan en vertederos o se tiran directamente al mar. - comparte
Países que prohíben la exportación de residuos
El gobierno australiano ha dado un paso adelante para reducir la cantidad de desechos que flotan en aguas del Pacífico, y a finales del verano anunciaba su firme propósito de prohibir la exportación de residuos de plástico, papel, vidrio y neumáticos. “Llegará el momento en el que no podamos meter nuestros residuos en un barco para enviarlos a otro país. El riesgo de que acaben flotando en los océanos nos obliga a actuar”, decía el primer ministro australiano, Scott Morrison, tras el anuncio de esta medida.
La decisión del gobierno australiano se une a la negativa de algunos países asiáticos a seguir recibiendo residuos de manera indiscriminada. Primero fue China la que hace un año y medio cerró las puertas a la entrada de residuos reciclables como el plástico, el papel o los desechos textiles. Luego, poco a poco, se han sumado las restricciones de otros países como Filipinas, Malasia y Vietnam. El último organismo internacional en unirse a esta causa es la ONU que a principios de mayo introducía una enmienda en el Convenio de Basilea para regular el comercio de residuos, exigiendo el consentimiento expreso de los gobiernos de los países receptores antes de poder enviar residuos plásticos contaminados, mixtos o de difícil reciclaje a aquellas regiones del mundo.
La polémica está servida. Organizaciones ecologistas en todo el planeta han comenzado a pedir a los gobiernos de los países más desarrollados que prohíban la exportación de residuos. “Esto tiene que parar –aseguran desde Greenpeace–. Estamos exportando nuestros problemas a terceros países, a pesar de que no existen plenas garantías de que se estén haciendo las cosas bien”. De hecho, un estudio realizado por esta organización conservacionista asegura que solo el 9 % de los plásticos que llegan a Malasia se reciclan. El 12 % se queman y todos los desechos plásticos restantes (79 %) terminan en vertederos o en el medio ambiente, contaminando el aire y el agua de las comunidades locales.
Reacciones en el sector
Los gestores de neumáticos usados han recibido con entusiasmo las noticias que vienen de Australia. Lina Goodman, CEO de Tire Stewardship Australia (TSA), organización encargada de garantizar el adecuado tratamiento de los neumáticos al final de su vida útil en aquel país, agradece que se haya establecido un calendario para prohibir la exportación de residuos reciclables, incluidos los neumáticos, convencida de que esta medida impulsará la industria del reciclaje.
Para Lina Goodman, el anuncio del Consejo de Gobiernos de Australia (el foro intergubernamental más importante del país) debe ir acompañado por un impulso al mercado de los productos derivados de los neumáticos usados, así como de una mayor inversión en tecnologías e investigación de nuevos materiales. “A estas alturas ya nadie puede poner en duda el interés que tiene el caucho reciclado como materia prima para la construcción de carreteras y nuevas vías de ferrocarril, tal y como ha quedado demostrado en multitud de proyectos realizados a lo largo y ancho del mundo”.
¿Producto o residuo?
SIGNUS, por su parte, recalca la importancia de discernir entre residuo y producto reciclado. El establecimiento de una normativa simple y sencilla sobre el fin de la condición de residuo es esencial para “potenciar de manera efectiva la utilización de materias primas secundarias obtenidas en el reciclaje” y evitar posibles trabas en los mercados nacionales e internacionales.