Una de las grandes pandemias a las que nos enfrentamos actualmente es la gran plaga de los plásticos. Esta epidemia silenciosa, pero cada vez más visible para la sociedad, está llegando hasta los lugares más inesperados, como la sal de mesa. Así se puso de manifiesto en 2017, cuando tres investigadores del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Alicante publicaron en la revista Scientific reports, un artículo que dio pie a la reflexión. Los investigadores analizaron muestras de sal de toda España, todas ellas tomadas entre septiembre de 2016 y junio 2017. Los resultados fueron demoledores: se encontraron microplásticos en todas, en una concentración que iba de los 80 a los 280 microplásticos por kilo de sal. Ahí es nada

Y es que los plásticos no son elementos estables y tardan relativamente poco en fragmentarse en microplásticos (de tamaño inferior a los 5 milímetros). Su potencial tóxico sigue intacto con el agravante de que los animales marinos los ingieren al confundirlos con su alimento. “Hemos hecho estudios para saber si era factible pescar los plásticos en el mar con grandes barcos, pero es prácticamente imposible. Lo que sí que es importante es saber cuáles son los colectores naturales de estos plásticos y limpiar estas zonas. Si hace 30 años la amenaza era el alquitrán, ahora son los plásticos”, explica Ricardo Sagarminaga, biólogo marino y capitán del Toftevaag, barco dedicado a la investigación marina. El Toftevaag es solo un eslabón más de una red mundial de muestreo de microplásticos que llega hasta las 5.000 embarcaciones que en todo el globo monitorizan mares y océanos.
Así, el Toftevaag se dedica, entre otros al muestreo de plásticos marinos, recogiendo datos para conocer su volumen, cantidad y tipología de basuras flotantes y todas aquellas que llegan a nuestras costas. Todo ello con el objetivo de encontrar formas eficientes para reducir el littering marino o basuraleza que cada vez es más habitual encontrar. Y es que los plásticos que vemos en el mar solamente representan el 1 % de los plásticos que hay realmente. Así de desprende de un informe publicado recientemente por Oceana. “El 99 % restante acaba a cientos de metros de profundidad y pone en peligro zonas de alto valor ecológico, como montañas, cañones y escarpes”, indican desde Oceana.

Sin embargo, no solo los plásticos marinos amenazan la fauna marina. Un nuevo enemigo lo son los ghost fads. Se trata de redes, anzuelos y otros artes de pesca fantasma que, abandonados a su suerte, vagan por el Mediterráneo siendo una trampa mortal para la vida marina. “A día de hoy es uno de los grandes problemas de mortandad”, explica Ricardo Sagarminaga. De hecho, solo el año 2019, en aguas del Parque nacional marítimo-terrestre del archipiélago de Cabrera, se encontraron 122 artes de pesca fantasma. Pero no solo son un peligro para las tortugas, “sino también para la navegación al poderse enganchar en las hélices de la embarcación”, añade.
Durante estos últimos años se ha detectado un aumento sin precedentes de los ghost fads en nuestras aguas, debido, entre otros motivos, a que hay un incremento muy importante de pesca ilegal con palangre. “Se trata de un palangre muy peligroso porque son sedales muy largos y ocupan una gran superficie por lo que si pasa un mercante lo rompe y es fácil que termine a la deriva, en diferentes fragmentos”, detalla. Además, al estar tan cerca de la superficie también suponen un peligro para las aves marinas como pardelas, que pueden quedar enganchados en ellos. La mayoría de estos artes de pesca fantasma son artesanales y provienen del norte de África, muy usados en la pesca tradicional de aquellas costas. A raíz de la situación actual, se ha puesto en marcha un proyecto liderado por la Fundación Save the Med junto a otros ocios como el Sistema de Observación Costero de las Illes Balears (SOCIB) y la Fundación Palma Aquarium que pretende modelizar cómo ha llegado el ghost fad hasta el punto de donde se encuentran teniendo en consideración las corrientes. Determinando su origen, se puede trabajar en los puntos de donde se sueltan estos palangres. “Queremos identificar zonas costeras donde están utilizando estos artes de pesca y explicarles que hay otras alternativas que no impliquen este impacto sobre el medio marino”, detalla Sagarminaga.

Consecuencia de otra pandemia, en este caso, sanitaria, otro de los residuos cuya observación y presencia ha sufrido un incremento espectacular son guantes y mascarillas abandonadas. Más allá del evidente impacto visual, estos residuos también se acaban degradando produciendo daños a la fauna marina.
¿Qué puedes hacer tú? Pues mucho. Intenta reducir los plásticos de un solo uso, comprando los productos a granel y evitando el sobreembalaje; separa tus residuos; no abandones residuos en tus salidas y si, de excursión encuentras alguno abandonado, recógelo.