Disfrutar de una vida sostenible suena muy bien, incluso sano. Pero también suena caro, tan solo al alcance de unos pocos privilegiados pertenecientes a las clases acomodadas. Y eso que no tenemos muy claro su significado real. La palabra sostenibilidad, de tan usada (y mañida), ha perdido gran parte de su significado real. Ahora todo es sostenible, desde los presupuestos del Estado hasta las puestas de sol.
En este artículo te demostraremos que no solo es fácil y sencillo tener una vida sostenible, sino que tampoco es más caro que llevar una vida derrochona. Todo lo contrario. Otra cosa muy diferente es que no tengamos demasiadas ganas de adaptar esa sostenibilidad a nuestra vida cotidiana, más por comodidad que por precio.
Llevar un estilo de vida sostenible va más allá de adoptar ligeros maquillajes ambientales. Apuesta por un compromiso vital con el medio ambiente, desde pequeñas acciones diarias hasta nuestras más importantes decisiones. Paralelamente, inspira a otras personas de nuestro entorno más directo, aumentando con ello su impacto hasta convertirlo en una tendencia global imparable.
A continuación, exploramos esas acciones sostenibles más sencillas de adoptar, buenas y bonitas, rentables para nuestros bolsillos, pero sobre todo muy beneficiosas para nuestro planeta.
Consumo responsable
Uso sostenible del agua
Ahorrar agua es ahorrar dinero. Y va más allá de cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes, que también.
Pon difusores en los grifos, pues apenas se nota la diferencia pero ahorran hasta un 50% de agua.
Arregla rápidamente ese grifo que gotea o esa cisterna que pierde. Una sola gota por segundo supone desperdiciar 30 litros de agua al día.
Las duchas cortas son siempre mejor (y más baratas) que largos baños con espuma.
Si tienes jardín, mejor vegetación autóctona, pues no necesita riego. Y mejor una huerta que nos dé de comer buenos productos de la tierra.
Si tienes piscina, reutiliza y depura el agua en lugar de renovarla cada poco.
Electricidad renovable y sostenible
Instala placas fotovoltaicas en el tejado de casa o propónselo a tu comunidad de vecinos. La inversión se recupera en menos de diez años y puede reducir la factura de la luz en un 50%. Además la puedes almacenar en baterías para no depender de la red pública e incluso vender el excedente.
La energía solar térmica es igualmente una buena solución para reducir el gasto eléctrico, pues permite calentar el agua caliente con la luz del sol.
Una calefacción de pellets, especialmente si procede de bosques locales, siempre será más sostenible que consumir gasoil o gas natural. Y más barato.
La geotermia usa el calor natural de la tierra para calentar o enfriar un lugar, e incluso para obtener agua caliente sanitaria.
La aerotérmica obtiene energía renovable parecida a la geotérmica, pero recoge el calor directamente del aire de casa en lugar de en la tierra.
Frente al aire acondicionado, un ventilador de techo puede convertirse en una alternativa barata y eficiente.
Aunque toda la energía que consumas sea sostenible, ahórrala como el preciado don que es. Reduce el gasto. Ten bien aislada la vivienda. Instala solo luces led, pero no aumentes su potencia por el hecho de que sale más barato el watio. Y declara la guerra a tanta luz roja de los aparatos en “stand by”, fuente de un gasto tan silencioso como inútil.
Movilidad sostenible
Vehículos limpios
Pásate al coche eléctrico en cuanto puedas, especialmente si lo utilizas sobre todo para viajes urbanos, pues cargar sus baterías es infinitamente más barato que llenar un depósito de gasolina o diésel, entre 1 y 3 euros al día frente a 8 o 10 euros de los de motores de combustión. sufren menos averías. Y aparcar en zonas verdes o azules te sale gratis.
Si todavía no te convence el eléctrico, los motores híbridos son una buena opción intermedia.
Para pequeños desplazamientos por la ciudad, la moto eléctrica es barata. Cargar completamente su batería cuesta menos de dos euros.
Por encima de todos estos vehículos, el más sostenible, sano, divertido y barato es la bicicleta. Aprovecha que cada vez hay más carriles bici en las ciudades, seguros y sin atascos.
Transporte público
Bus, metro y tranvía mejor que coche.
Tren mejor que avión.
Coche compartido mejor que particular.
Camina más
El mejor vehículo del mundo es el coche de san Fernando, “un poquito a pie y otro andando”. Desconoce los atascos, es el rey de los atajos y trabaja siempre con la tarifa “gratis total”. Al ser un ejercicio fantástico para mantener una buena salud física y mental, te ahorras un montón de dinero en médicos, fisios, psicólogos y medicinas.
Si no puedes hacer tus desplazamientos a pie, sal al menos media hora a caminar todos los días para hacer pequeñas compras diarias por el barrio o simplemente para disfrutar del verdor de un parque cercano.
Viaja menos. Y cuando lo hagas, compensa el CO2 o planta árboles con alguna ONG.
Alimentación sostenible
En la compra
Elige productos locales, de cercanía, de productores conocidos en los que confías.
Opta por productos ecológicos siempre que puedas o al menos en aquellos productos de más uso como las verduras, la leche o los huevos.
Compra productos a granel, no elaborados y sin envases.
Evita los plásticos, tanto en bolsas de transporte como en envoltorios.
Desecha productos ultraprocesados, aquellos con una larga lista de ingredientes extraños, conservantes, colorantes, antioxidantes y potenciadores del sabor que nada tienen que ver con la comida real. Como destacan los dietistas y se empeñan en ocultar las empresas alimentarias, no deberían confundirse con comida, pues son tan solo preparaciones industriales comestibles.
En la cocina
Planifica con tiempo compras y menús. No te preocupe quitárselo a los maratones de series, saldrás ganando.
Cocina más, redescubriendo recetas de otros, pero también esas de tus mayores cuyo sabor inigualable tanto recuerdas.
Consume menos platos preparados.
En la mesa
Hazte un poquito vegetariano reduciendo la cantidad de carne, dedicando al menos un día a la semana a no comerla e incluso eliminándola de la dieta. La producción de carne industrial tiene un efecto devastador en el medio ambiente porque acelera el cambio climático, la pérdida de bosques y biodiversidad, contamina suelos y consume ingentes cantidades de agua.
Rechaza carne que proceda de macrogranjas, culpables de un inmenso sufrimiento animal, pero también de degradar el mundo rural. Su precio, escandalosamente bajo es siempre seña de identidad.
Aumenta la ingesta de legumbres y frutos secos, de menor impacto ambiental.
Cómetelo todo, así que piensa bien el tamaño de las raciones que cocinas antes de servirlas, pues es el mejor sistema para evitar el desperdicio alimentario. Cada año se desperdician en España más de un millón de kilos de alimentos, 30 kilos por persona.
Moda y diseño sostenible
A la hora de comprar, usa la cabeza
Compra menos. Desde que comprar se ha convertido más en un pasatiempo que en una necesidad, compramos compulsivamente sin una intención clara. Reducir nuestras compras sale barato.
Elige lo que compras. No te dejes llevar por la tendencia o la publicidad ¿De verdad lo necesito?
Elige ecodiseño, productos sostenibles que minimizan el impacto ambiental durante todo el ciclo de vida del producto desde su diseño hasta la producción, utilización, reparación y retirada.
Siempre mejor tienda física que on line. Como advierten desde Greenpeace, los envíos inmediatos dañan el planeta, incrementan el tráfico en las ciudades, consumen gran cantidad de embalajes innecesarios y aumentan las devoluciones.
Elige moda local, hecha por gente local con productos locales.
Huye de la moda rápida. Comprar, ponértelo (si te acuerdas), usarlo (apenas un par de veces) y olvidarlo en el fondo del armario no parece muy lógico.
Lo barato sale caro. Cinco camisetas no son mejor que una, la calidad se paga, pero a la larga dura mucho más que los chollos.
A la hora de renovar, repara primero
Dedica tiempo a pensar la compra, su utilidad y cuáles son las opciones que más te convienen.
Revisa siempre el fondo de los armarios, donde puedes encontrar muchas de esas prensas o aparatos que ya ni sabías que tenías y están prácticamente sin usar.
¿Se puede reparar? No solo sale más barato, sino que mantiene la misma calidad y reduce el impacto ambiental de tantas compras inútiles.
Intercambia ropa usada con amigos, es divertido y te permite renovar el armario a coste cero.
A la hora de tirar, economía circular
Lo primero es reducir, comprar tan solo lo imprescindible. Ese armario tan repleto lo utilizaremos al máximo, acción que exige cierto orden para no olvidar nada en tantos terribles fondos sin fondo.
Lo segundo es reutilizar todo al máximo. Cuando las cosas se estropean hay que repararlas y seguir utilizándolas.
Antes de deshacerte de algo intenta venderlo a través de alguna de las muchas plataformas de segunda mano que existen en Internet.
Finalmente, cuando ya no quede más remedio, opta por el reciclaje. No hace falta despedirse de cada prenda o aparato como haría Mari Kondo, pero si tener claro que eso de lo que nos desprendemos ha hecho ya su función y no da para más.
Lleva la ropa usada a contenedores específicos que les darán una segunda oportunidad o se reciclarán sus fibras.
Lleva los aparatos electrónicos al punto limpio más cercano.
Educación sostenible
Tener una cultura basada en la sostenibilidad y compartir nuestra experiencia con familiares y amigos no cuesta nada. Y ayuda a sembrar en la comunidad la semilla del conocimiento. Conviértete en un “micro influencer” ambiental.
Cuenta todo lo que haces bien, entusiasma a los que te rodean con esas pequeñas revoluciones que has incorporado a tu vida y sé feliz con estos pequeños gestos. Porque todas las grandes revoluciones empiezan con una sonrisa.