La inteligencia artificial (IA) se ha colado en prácticamente todos los hogares. Aún cuando la IA lleva desarrollándose desde hace muchos años, quedaba reservada para los “cerebritos” o “frikis” de la tecnología. Pero la aparición de ChatGPT a finales del pasado año ha provocado que la sociedad, en general, haya comprobado el potencial que tiene la inteligencia artificial y también los peligros que puede suponer, sobre todo en lo que respecta a la desaparición y destrucción de determinados empleos.
Es cierto que cualquier revolución tecnológica provoca provoca miedos a las personas y la IA, no iba a ser una excepción. Sin embargo, más allá de la posible pérdida de puestos de trabajo, lo que ha puesto de manifiesto ChatGPT son peligros de los que se habla poco, como la protección de los datos de los que se nutre, la veracidad de las informaciones que proporciona y también que supone el uso masivo de tecnologías como ChatGPT.
Qué es ChatGPT
ChatGPT no es lo que se puede decir una tecnología sostenible, pero antes de centrarnos en qué supone para el medioambiente, es necesario entender qué es esta revolucionaria inteligencia artificial. Chat Generative Pre-Trained Transformer, que es lo que significan las siglas de esta inteligencia artificial generativa, es un programa desarrollado por la organización OpenAI, que lleva desde 2015 realizando investigaciones en torno a la inteligencia artificial. ChatGPT, no es más que uno de los múltiples desarrollos en los que lleva trabajando la organización.
Originalmente, no era mas que un chatbot que se desarrolló para mejorar la atención al cliente que se presta en los canales de las empresas y administraciones públicas. La idea es que fuera mucho más rápido y preciso que los chatbots tradicionales, pero que resultó que tiene mucho más potencial que únicamente administrar un chat empresarial.
Actualmente, ChatGPT se ha convertido en un efectivo modelo de lenguaje que puede interactuar con cualquier humano de forma natural y mantener una conversación lógica y fluida con cualquier persona. Para generar el texto con el que responde a su interlocutor y, gracias a su aprendizaje automático, esta tecnología utiliza procesamiento de lenguaje natural junto con una amplia base de datos de textos, sitios web y artículos para imitar el estilo humano y responder a las preguntas. Con todo ello, además de contestar preguntas, es capaz de escribir un código, un artículo o realizar una traducción, entre otras cosas.
Por qué ChatGPT no es nada sostenible
Con todo ello, ¿en qué impacta ChatGPT en la sostenibilidad y el medioambiente? La clave se encuentra en los datos. Para que esta tecnología pueda funcionar necesita alimentarse de una gran cantidad de datos. Sin ellos, esta inteligencia artificial ni siquiera existiría. Y para tratar toda esa ingente cantidad de información entran en escena los centros de datos o data centers que son los mayores responsables de la emisión de gases de efecto invernadero y los que consumen una mayor cantidad de energía.
Es cierto, como hemos visto en este blog, que la inteligencia artificial puede ser utilizada para combatir el cambio climático ya que basándose en los datos, permite actuar de forma preventiva para evitar determinados escenarios. Pero para manejar y analizar esos datos se necesita utilizar mucha energía. Es decir, aparte de datos, para que ChatGPT pueda trabajar, necesita consumir enormes cantidades de electricidad. Algunos estudios calculan que sólo en procesar los datos, las empresas que utilizan la inteligencia artificial contaminan tanto como toda la industria de la aviación junta. El problema es que cada vez va a haber más empresas y usuarios que empleen ChatGPT y otras soluciones de IA y, por tanto, su uso incrementará el consumo energético.
ChatGPT emite 8,4 toneladas de dióxido de carbono al año
No sólo las máquinas que conforman un centro de datos son las responsables del consumo energético. Para que éstas no se sobrecalienten se necesitan emplear numerosos aparatos de refrigeración que, además de electricidad, también consumen agua.
Ya hay varias estimaciones sobre los consumos del uso actual de ChatGPT y éstas señalan que esa aplicación de inteligencia artificial generativa emite 8,4 toneladas de dióxido de carbono al año, es decir, más del doble de lo que emite un individuo, que son 4 toneladas al año. Evidentemente, el tipo de fuente de energía que se utilice en el centro de datos puede incrementar o reducir esa cifra: aquellos que empleen carbón o gas natural generan emisiones mucho más altas en comparación con con aquellos que se nutran de energía solar, eólica o hidroeléctrica.
Si nos centramos en el uso de agua, un informe llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California, Riverside, asegura que la huella hídrica significativa de los modelos de IA como ChatGPT emplea alrededor de 700 000 litros de agua dulce para entrenar a la IA. Dicho de otro modo, para que ChatGPT analice datos y aprenda a generar su lenguaje natural es la misma cantidad que se necesita para fabricar 370 automóviles. Pero ChatGPT también consume agua cada vez que mantiene una conversación con un usuario: concretamente una botella de medio litro de agua. Multipliquen ese consumo por los 100 millones de usuarios que le realizó una pregunta a ChatGPT sólo el pasado mes de enero.
Qué se puede hacer
Una forma de abordar el problema de la inteligencia artificial y la sostenibilidad es que sistemas como ChatGPT sean más transparentes en la forma en la que consumen energía. Son numerosos los analistas que están desarrollando marcos operativos para que estas tecnologías incorporen prácticas responsables. Por supuesto, utilizar fuentes de energía sostenible.
Se trata, en definitiva de promover prácticas responsables en el desarrollo y la investigación de la inteligencia artificial para crear un futuro más sostenible y equitativo, donde el progreso tecnológico no se produzca a costa del planeta.
Y a todo ello, ¿qué es lo que dice ChatGPT con respecto a ser un sistema poco sostenible? La IA reconoce que, efectivamente podía ser más sostenible, pero afirma que “OpenAI y otros investigadores están trabajando activamente en la mejora de la sostenibilidad y la eficiencia de los modelos de lenguaje. Se están explorando enfoques como la optimización del consumo de energía, el desarrollo de hardware especializado y la utilización de fuentes de energía renovable”. Entre otras actuaciones, ChatGPT afirma que “está invirtiendo en investigaciones para desarrollar modelos de lenguaje más eficientes en términos de consumo de energía y está intentando asociarse con proveedores de energía renovable para reducir el impacto ambiental”.
Asimismo da un consejo a los usuarios de su tecnología: “Como usuario, también puedes contribuir a la sostenibilidad utilizando los recursos de manera responsable, evitando un uso excesivo o innecesario de los modelos de lenguaje y apoyando iniciativas que promuevan la eficiencia energética y la reducción de la huella de carbono en la industria de la tecnología”. Una manera de eludir una situación comprometida.