Una bolsa de plástico, una crema exfoliante, un envase de un helado o una pajita tienen en común que están fabricados o contienen plástico. Un residuo que, como cualquier otro, puede acabar contaminando el medio marino si no se gestiona correctamente.
Los plásticos se vuelven más peligrosos, si cabe, cuando se convierten en microplásticos. “Los microplásticos son partículas de un grupo bastante grande de nuevos materiales de origen químico y producción humana que tienen un tamaño inferior al de cinco milímetros. Se producen por degradación química (fotooxidación u otros mecanismos) o mecánica (fragmentación, trituración, etc…) de estos compuestos en el mar. Además pueden, a su vez, descomponerse en partículas de tamaños inferiores al milímetro y en algunas ocasiones se usa el término de nanoplásticos para estos compuestos”, explica Rafael Sardà, investigador del CSIC y profesor del Departamento de Operaciones, Innovación y Data Science de ESADE
Consecuencias negativas que los microplásticos
Son muchas las consecuencias negativas que los microplásticos, y de los plásticos en general, producen en el ambiente marino. Son materiales de origen humano que entran en el mar como residuos; estimaciones actuales nos dicen que un millón de toneladas entran en los océanos por año en la actualidad. Antes de esta entrada, estos materiales tienen una fuerte huella de carbono y su producción contribuye a otras problemáticas ambientales como el cambio climático. “Además hay un efecto de la mortandad que puede producir en aves, mamíferos y otros organismos marinos como consecuencia de su ingesta o de quedar enganchado en sus organismos, es el que más veces suele salir en las escenas mediáticas sobre esta problemática”, añade Rafael Sardà.
La consecuencia inicial cuando entran como residuos en un medio que no es el suyo es el efecto de contaminación: contaminación mecánica que puede traducirse en problemáticas como la anterior, o contaminación química por los materiales que dejan ir (fruto de sustancias inherentes en su composición), que pueden tener otras repercusiones como las que seguirán. Además, los plásticos se trasladan a las cadenas tróficas marinas. Los plásticos que son ingeridos en estas cadenas tróficas pueden llegar a reducir la productividad oceánica y pueden contaminar estas mismas cadenas y trasladar el problema a niveles tróficos más altos provocando consecuencias negativas en estos niveles y, finalmente, pudiendo tener una incidencia en la salud humana por la ingesta de alimentos provenientes del medio marino.
La problemática de los plásticos, ya sea en el medio marino, ya sea cuando estos materiales llegan a nuestras costas y playas, puede tener considerables problemas de carácter estético comprometiendo el paisaje y teniendo afecciones diversas sobre determinadas actividades humana tales como el turismo. Las acumulaciones masivas de plástico en el medio, como las que podemos ver en algunos documentales de países en desarrollo, comprometen de manera directa la salud humana al constituirse como focos secundarios de todo tipo de enfermedades. “Los plásticos flotantes son asimismo vectores de movilidad para determinados organismos que pueden utilizar estos componentes para moverse de unas zonas a otras, produciendo invasiones de estos organismos a zonas en las que no estaban previamente”, añade Sardà.
La prevención, clave
En general todos los problemas se combaten reduciendo los consumos. Estamos en momento en el que el consumo, sobre todo de plásticos se estaba haciendo completamente insostenible.
En la regulación de la gestión de residuos la prevención juega un papel clave que quizás hay que tomarse más en serio. Los productores de diferentes productos deben de velar porque éstos tengan larga duración en el tiempo y de este modo se retrase la generación de un residuo. En el caso, por ejemplo de los neumáticos, se han publicado ya tres planes diferentes que van evolucionando. El objetivo principal del Plan es identificar los mecanismos aplicables para alargar la vida útil de los neumáticos y facilitar su reutilización, reciclado y otras formas de valorización, incorporando medidas de prevención a lo largo de las distintas fases de vida del neumático: diseño, producción, distribución y consumo.