Los últimos trabajos de Ángel Pantoja (ojo, que hay otro conocido Ángel Pantoja andaluz que trabaja la imaginería religiosa) son enormes montajes fotográficos con basura. ¿Qué nos quiere transmitir con ellos? ¿Por qué esta opción artística?
“Son ensoñaciones, pesadillas posibles del gran vertedero en que podemos convertir el planeta como consecuencia de este consumismo voraz en el que estamos inmersos y que genera millones de toneladas de desechos. Se ha demostrado que en los países desarrollados cada uno de nosotros producimos un kilo de basura al día. Es terrible. Así que estas obras son un canto a la torpeza humana y una hermosa visión de su desdicha, representadas, como siempre, con mi característico rasgo cinematográfico”.
Ángel Pantoja se encuentra ahora participando en la exposición Neighbours IV en el CAC (Museo y Centro de Arte Contemporáneo) de Málaga; en marzo estuvo con Fúcares en las ferias Just Mad y Just Lisboa, y ahora se encuentra preparando una exposición individual tanbién en la galería Fúcares para junio. “Hasta ahí puedo contar; soy muy supersticioso”.
Ángel inició las composiciones monumentales de basura que nos han llamado la atención en 2012, cuando realizó una Giralda de basura. “También hay una Gran Vía vertedero y una serie dentro de ésta llamada Arias para Tormentas de Bolsas de Plástico. El año pasado acabé la obra Tate Modern Basura, que tiene un tamaño de 2 X 3,5 metros y que reproduce la Tate Modern de Londres convertida en un gran vertedero, envuelta en una atmósfera no exenta de romanticismo. Como verás, no soy un artista de logística; voy produciendo series y obras a medida que voy recibiendo ideas”.
Efectivamente, la serie de los monumentos de basura la va simultaneando con otras como los bustos transgénero y los retratos psicológicos. “Creo que soy un artista al que es difícil seguirle el rastro porque simultaneo series y son varias las temáticas que me importan. La serie de bustos, compuesta por más de 40 fotos, propone el fin del binarismo de géneros, ironizando con los roles impuestos, masculino-femenino, y que tanta infelicidad ha creado a todo el que no encaja en estos polos. Acabar con lo binario haría de nosotros una sociedad más plural y justa. Los retratos son arte de encargo que llevo trabajando desde hace muchos años y en los que hago especial hincapié en el aspecto psicológico del retratado; más que en las virtudes encuentro poesía en sus debilidades”.
¿Te mueve la concienciación ambiental del público, hay alguna intención de remover conciencias, de despertarnos, o es solo un recurso estético?
Estas obras son escenografías para la reflexión. Vivimos una época artística llena de símbolos vacíos, obras que no significan nada y que el sistema mima porque no lo compromete. Estéticamente siempre me ha fascinado lo apocalíptico, la ficción distópica. Encuentro en esto muchísima belleza. Vivimos una época extraña, las series de televisión sobre futuros apocalípticos también abundan, porque, es curioso, el púbico las demanda.
¿Crees que desde el arte se pueden movilizar fuerzas y actitudes por el medioambiente?
Me enervo ante los negociantes del arte que desechan las obras comprometidas. El arte también debe generar debate y concienciar, y si los discursos artísticos van por otro lado, por lo menos que el artista sí lo sea. Vivir de espaldas al dolor no es cool.
¿Tú te lo habías planteado antes?, ¿de qué manera?
Siempre he estado al lado de los débiles y marginados, seguramente porque yo también lo soy y no me cuesta solidarizarme con cientos de causas. Espero no callar nunca y poder denunciar las injusticias.
Aunque apreciamos ahí basura de todo tipo, ¿hay alguna que te preocupa más?, ¿los plásticos? Porque también veo algunos trabajos tuyos llenos de bolsas de plástico…
Sí, lo del plástico me parece terrorífico. ¿Sabes que se analizaron las aguas del lugar más alejado de la civilización buscando la pureza e incluso allí encontraron micropartículas de plástico? Todos somos, cada día, más de plástico. En mis cuadros de tormentas de bolsas de plástico ironizo mostrando gran cromatismo, volviendo bello lo terrorífico. ¿Queremos vivir en esta Disneylandia de detritus? Pero me gustaría que el ecologismo no fuera el único debate que mi obra genere. Hay que mirar más allá y tratar de entender al ser humano contemporáneo, víctima de un sistema capitalista arrollador. Hablo de la basura interior que este sistema produce en nosotros, del desapego a las gentes y las cosas. Las modas son grandes creadoras de basura. Reflexiono sobre el todo vale por dinero, sobre la corrupción del poder y los abusos de las grandes multinacionales en detrimento del planeta. La contaminación es una consecuencia de un sistema enfermo.
¿Algún ‘artista verde’ que te haya motivado para estos trabajos?, ¿algo o alguien que te haya influido especialmente en este sentido ?
Como artista verde, me viene a la mente Joseph Beuys, pero también me influye la teatralidad del barroco sevillano, desde lo tétrico de Valdés Leal a lo luminoso de Murillo. Es imposible no estar influenciado, y más en esta época de infoxicación en la que vivimos, pero más que un artista concreto, es la suma de muchos y no necesariamente pintores. Creo que mi obra tiene mucho de cinematográfica, y, la verdad, intento no parecerme a nadie.
¿Cuál es tu relación con la naturaleza?, porque también te has servido de plantas y animales, a menudo sacados de su contexto, para provocar un impacto, una reacción…
Mi relación con la naturaleza es de un profundo amor y mucho respeto, porque ella sobrevivirá a la estupidez humana. El problema, el debate, es si sobreviviremos nosotros. En mi búsqueda perpetua de poesía, es imposible no beber del espectáculo y la constante generación de metáforas que produce la naturaleza. El paisaje como estado de ánimo, las fábulas y los mundos sutiles de los haikus impregnan gran parte de mi obra. El conjunto Hojarasca es una serie de naturalezas muertas y vivas, en las que los humanos han desaparecido de la Tierra y solo quedan sus restos. Como pieza central, un esqueleto de un galgo cuelga ahorcado de una cadena y en su pecho renace la vida en forma de panales de abejas chorreando la dulzura de la miel.
En un plano general, ¿cuál crees que son los principales retos ecológicos a los que nos enfrentamos?, ¿crees que estamos en el camino de reaccionar?, ¿qué falta?, ¿dónde habría que aplicarse más, buscar soluciones?
Me gustaría ser optimista y ver realizada la gran revolución ecologista que salve nuestro presente y el futuro de los que nos siguen. Recrear la pesadilla en la que todo puede convertirse no es más que un grito desesperado para que precisamente no ocurra, pero aunque el mundo rico tome medidas y reaccione, veo imposible explicarle a los países pobres, donde lo más importante es sobrevivir, que hay que apostar por las energías alternativas y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. Tenemos la obligación de devolverles a los países en desarrollo la calidad de vida que le arrebatamos y dejar de explotarlos, aunque sea por puro egoísmo. En estos años que vienen, me parece decisiva una masiva reforestación para recuperar las grandes superficies que se han visto mermadas con la tala indiscriminada. Controlar la basura acabando con la obsolescencia programada en electrodomésticos y coches, reduciendo el uso de plásticos, promoviendo el uso de otros recipientes biodegradables, y ahorrar agua, que será el gran problema del futuro en todo el planeta.