Nos trasladamos a Fuerteventura, a su capital, Puerto del Rosario, para ver unicornios y dragones, un dodo y el ave fénix. Para visitar un pequeño y original museo con una exposición permanente formada por una veintena de esculturas realizadas con neumáticos reciclados. Abrió hace cuatro meses y es una interesante iniciativa puesta en marcha por el colectivo Ruplares, tres jóvenes emprendedores interesados en concienciar sobre el valor del reciclaje.
Ellos son Anderson John Rentería y su hermana Zoleidy, ambos colombianos, y el marido de ella, el venezolano Jhonathan José Delgado. Tienen 30, 28 y 27 años, respectivamente. Llegaron a Fuerteventura hace seis años; los dos hermanos colombianos procedentes de las Islas Baleares, donde ya habían estado un tiempo trabajando. Están empleados en el sector de la hostelería, por lo que buscaban un destino más cálido, donde la actividad turística no decayera en todo el año, pues en Mallorca notaban demasiado el bajón de visitantes en los meses de invierno. Y hace tres años pensaron que podrían dedicar su tiempo libre a crear algo artístico y a la vez ecológico. Y también un complemento para sus economías. Hablamos con Anderson y en cada frase remarca su interés por “concienciar sobre el medioambiente”. “Esta sociedad nuestra no puede dejar de producir, pero debemos preocuparnos por recuperar, reutilizar y reciclar todo lo posible, porque estamos metidos de cabeza en el problema”.
Espíritu medioambiental
Su espíritu verde y sus intenciones ambientales quedan patentes desde el principio, desde el nombre del colectivo: Ruplares. Lo explica Anderson: “Ru de Ruedas, Pla de Plantas y Re de reciclaje. La ‘s’ significa el plural, porque somos tres”.
Tal como nos cuenta el portavoz de Ruplares, todo empezó cuando su cuñado vio en Venezuela que la gente usaba neumáticos fuera de uso como maceteros en sus jardincitos, a los que en muchos casos daban forma de animales. (Ahora entendemos mejor lo de Ruplares: Ruedas + Plantas + Reciclaje). Así que decidieron traerse la idea: elaborar animales-maceteros con neumáticos reciclados. “Es un material tan resistente que nos parece perfecto para elementos de jardinería”.
Poco después decidieron dar un paso adelante y lanzarse a algo más artístico; así comenzaron a crear a seis manos estas esculturas con neumáticos fuera de uso. “Todos trabajamos en todas”, comenta Anderson. Desde el principio, la propuesta fue bien recibida en la isla, “porque en Fuerteventura hay poco verde, hay déficit de plantas”; por eso lo de los maceteros de neumáticos para poner una plantita alrededor de casa fue bien acogido, por su doble vertiente ambiental: reutilizar un recurso y poner verde en la vida.

Una sirena y un grifo, un dodo y un minotauro
Paciente e imaginativamente, han podido reunir una colección de una veintena de figuras, que es la que visitamos hoy desde SIGNUS en su sala de exposiciones en Puerto del Rosario (calle Barranco Pilón, 7B, teléfono de información: 631992513). Animales y mitología son su principal fuente de inspiración. Vemos un unicornio y un minotauro (cuerpo de hombre, cabeza de toro), una sirena y un grifo (híbrido entre águila y león), la escultura de mayor tamaño, con 2,10 metros de altura. Vemos un ave fénix (su cíclica regeneración no puede ser mejor metáfora del reciclaje) y un dodo de tamaño natural, la mítica ave que se extinguió a finales del siglo XVII por el impacto humano, y que se ha convertido en símbolo de las especies a las que hemos llevado a la desaparición. Vemos dragones y dinosaurios, perros y cabezas de animales. Hay un lobo y un búho real. Y una escultura formada por un águila y una cobra, que simbolizan, nos explica Anderson, “la conjunción del aire y la tierra”. Y vemos una cabra surfera, con la que estos tres artistas quieren rendir homenaje a la isla que les acoge, “porque las cabras y los surferos son como los dos iconos de Fuerteventura; está llena de cabras y de surferos”.

Visitas guiadas para escolares
Hasta tal punto llega el interés verde del colectivo Ruplares que en el museo de Puerto del Rosario realizan visitas guiadas, dirigidas especialmente a centros escolares, en las que empiezan explicando el caucho, el látex, el neumático, para seguir por la importancia de reutilizar y reciclar las materias, no generar residuos porque sí, y acabar hablando desde las especies en peligro, como el lobo, a la pérdida de biodiversidad –ahí tienen, bien a mano, el dodo- y continuar por la caza furtiva, el tráfico ilegal de especies, el cambio climático y la contaminación por plásticos. De hecho, ya están preparando una nueva serie de esculturas a partir de residuos de plásticos, pero sin olvidarse de los neumáticos. Empiezan hablando de la segunda vida que se le puede dar a una rueda y terminan explayándose sobre el dodo. Entre píldora y píldora ambiental, explican los variados destinos que puede tener una rueda en su reencarnación. Y ahí es donde introducen sus equipos de jardinería, pues, aparte de los maceteros, hacen un kit completo con sillas y mesas.
El armazón: también de reciclaje
Además, si para la cabeza de la cabra surfera usaron una calavera de verdad de uno de estos animales, para el armazón de las otras figuras también apuestan por el reciclaje, en este caso, de metales. Desechos que les salen al paso y ellos aprovechan, siempre con la mentalidad de que esta sociedad no debe tirar tanto; lo mismo aprovechan un somier migrante que un tendal huérfano que una tabla de planchar desahuciada que una estantería exiliada de la casa de quien fue su propietario. “Siempre buscando ofrecer alternativas”, nos dice Anderson.

Anderson John y Jhonathan José suelen encargarse de ese trabajo más duro para las manos, crear el armazón; luego entra Zoleidy, que aporta los detalles más delicados, como la expresividad de los rostros. Un proceso conjunto –aprovechando el tiempo libre que les dejan sus trabajos en la hostelería- y que suele alargarse una media de mes y medio para cada escultura. Luego, los precios para quien quiera llevarse un grifo, un búho o un unicornio a casa oscilan por lo general entre los 350 y los 1.500 euros.
Trajes, escudos y encargos de gimnasio
Ya han recibido un buen número de pedidos, desde los maceteros, tan pintones, hasta quienes quieren que inmortalicen a su perro con una escultura neumática, quienes les encargan un traje para un espectáculo o un disfraz carnavalesco, o que plasmen sobre el negro caucho el escudo de su equipo de fútbol favorito o de su ciudad o de su apellido, o ese gimnasio que les solicitó una figura formada por un cuerpo humano con cabeza de bulldog francés y levantando unas mancuernas, tamaño natural, 1,65 metros.

Total, que Anderson cree en lo que hacen y está convencido de que desde Puerto del Rosario darán el salto en breve a exposiciones en otros puntos de Fuerteventura como Corralejo, y de ahí a otras islas canarias, como Lanzarote. Siempre con un objetivo claro: “Concienciar sobre lo que estamos haciendo con tanto despilfarro, tanto usar y tirar”.
Para quienes no podáis escaparos este otoño a Fuerteventura a ver el museo Ruplares, aquí os dejamos un vídeo de cómo es. Por cierto, aprovechando que el río no pasa por el barranco, promocionan también su otro negocio, el de unas deliciosas arepas llaneras, las tradicionales tortitas de maíz de Colombia y Venezuela. Bien ricas. Si vais, ya sabéis. Y luego a las dunas de Corralejo. Planazo.