Al igual que la piel de nuestro cuerpo se regenera cuando sufre un corte o un árbol vuelve a echar hojas después de podarlo, un neumático podría reparar los impactos que recibe en su cubierta por sí mismo. Este es el punto de partida del equipo de investigación del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros del CSIC, que desde el mes de febrero estudia la manera de desarrollar un neumático autoreparador. “Nuestra investigación se inspira en los mecanismos propios de la naturaleza con el objeto de extender la vida útil de los neumáticos más allá de lo normal, retrasando, en la medida de lo posible, la generación de residuos”, nos explica Marianella Hernández, responsable del proyecto.
Lo primero que a uno le llama la atención cuando se acerca al mundo de la autoreparación es que no se trata de un género de narraciones imaginarias de ciencia ficción ni de un campo de investigación en fase embrionaria, más bien de “un sueño que se está haciendo realidad, aunque en el caso de los neumáticos todavía estemos empezando”, confiesa Marianella Hernández.
El concepto de autoreparación no es nuevo. Algunos países de Europa llevan años trabajando en él y han desarrollado materiales con inherentes capacidades autoreparadoras. En Holanda, por ejemplo, se ha construido un tramo de autopista con asfalto autoreparador. La Univesidad Técnica de Delft, por su parte, lanzó un proyecto de hormigones con propiedades autoreparadoras, que desembocó, finalmente, en un producto de consumo comercializado en el mercado.
La doctora Marianella ha formado parte de uno de estos grupos de investigación en los Países Bajos y ha tenido la oportunidad de comprobar por sí misma los avances obtenidos en numerosos materiales. A su regreso a España se incorpora al equipo del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros para desarrollar un proyecto de neumáticos autoreparadores. “España no puede quedarse atrás en esta revolución”, afirma la investigadora del CSIC. Con este estudio, el Instituto inicia su andadura en el campo de los materiales autoreparadores. “Nuestro objetivo es demostrar la capacidad de cicatrización de neumáticos agrietados o rajados”.
Llegados a este punto la pregunta es casi obligada: ¿cómo se puede conseguir que un material inerte (como el neumático) detecte un daño en su estructura y lo repare con ciertas garantías? “Hace falta un estímulo, el que sea, pero un estímulo. En el caso del hormigón fue una bacteria sensible al agua que en el momento que se produce una filtración despierta y junto a otros componentes añadidos al hormigón reacciona sellando la fisura”, nos desvela Marianella.
Para llevar a cabo este proyecto, el equipo del CSIC ha contado con la complicidad de SIGNUS, institución encargada de suministrar el granulado de caucho que se está utilizando en las pruebas de laboratorio. Como explica la responsable del equipo de investigación, “este estudio no solamente pretende desarrollar materiales autoreparadores, si no que además incluye desechos de neumático como aditivo para cerrar la grieta o el desperfecto de la rueda. En una economía de escala, este sistema de autoreparación podría ofrecer una salida a cientos de miles de toneladas de neumáticos”. No hay que olvidar que los productos autoreparadores llegarán a ser, probablemente, un negocio boyante en el futuro. Un estudio reciente hecho por la firma n-tech Research ha identificado el potencial comercial de los materiales autoreparadores que están emergiendo de laboratorios industriales. La firma ha cuantificado la relevancia económica de estos materiales y ha proyectado un crecimiento de 2.700 millones de dólares para el año 2020.
Woww, increible lo que se comenta: «En el caso del hormigón fue una bacteria sensible al agua que en el momento que se produce una filtración despierta y junto a otros componentes añadidos al hormigón reacciona sellando la fisura”. ¡Qué evolución!
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