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Arte

No te pierdas ‘Arte y naturaleza’, una de las expos-estrella de esta primavera

Arte y Naturaleza’ es la gran exposición que podemos ver en CaixaForum Madrid hasta el 9 de junio, en colaboración con el Centre Pompidou de París. En nuestra nueva entrega de ‘Artistas en Verde’ os invitamos a realizar con nosotros un recorrido por cómo se acercaron al mundo natural grandísimos artistas, desde Picasso, Dalí, Tanguy y Jean Arp hasta Alvar Aalto, Kandinsky y Georgia O´Keeffe, junto a otros contemporáneos, que nos permiten asomarnos desde una perspectiva distinta a nuestra relación con el planeta y los cruciales retos ecológicos que tenemos planteados. Os dejamos una ruta por 10 de sus obras más icónicas.

El mes pasado también visitamos otra exposición de CaixaForum con tinte ambiental, Horizonte y Límite. Visiones del Paisaje. Nada más terminar ésta, el 31 de marzo, este centro expositivo ha decidido teñirse como el más verde de Madrid junto a La Casa Encendida, y nos propone hasta el verano esta otra gran muestra que os invitamos a recorrer junto a SIGNUS.

Izquierda: Estría roja, amarilla y negra, de Georgia O’Keeffe. Derecha: Vista de la exposición

Si bien es cierto que algunas obras y artistas están traídos un poco por los pelos al concepto Arte/Naturaleza, como las de Picasso, la exposición ofrece valiosísimos ejemplos de inspiración, denuncia o impacto de la naturaleza en la expresión artística. Por ejemplo, el óleo que la abre: Estría roja, amarilla y negra, de Georgia O’Keeffe (1887-1986, EE UU). Leemos en la cartela: “Entre 1918 y 1934, O´Keeffe frecuenta la región del Lago George, al este del Estado de Nueva York. La artista pinta numerosos paisajes de las montañas cercanas, en las que las formas ondulantes se confunden en casi una abstracción. Este lienzo representa una puesta de sol que ilumina el cielo, el lago y sus orillas. La luz se despliega en formas orgánicas, pintadas con pinceladas fluidas y precisas que traducen la sensación de unicidad de la naturaleza”.

Desde el surrealismo hasta nuestros días

La intención está clara desde el principio. Así lo explican: “En esta época en la que el mundo de los seres vivos se estremece a causa de una crisis ecológica sistémica, esta exposición propone una mirada retrospectiva a 100 años de diálogo entre las artes y la naturaleza, una fecunda relación que va desde el surrealismo hasta nuestros días”. El acierto es total; la muestra ha despertado tanta atención que la sala de la tercera planta de CaixaForum Madrid suele estar a rebosar de público de todas las edades; lo que sin duda la convierte en una de las grandes citas culturales de esta primavera. Pero para que no nos perdamos entre decenas de obras de lo más variopinto, vamos a seguir destacando las más interesantes y comprometidas con el concepto declarado.

Dentro del surrealismo nos quedamos con Max Ernst (1891 Alemania – 1976 Francia) y su Jardín traga-aviones: “Esta imagen de una naturaleza exuberante y amenazadora al mismo tiempo se inscribe en el repertorio de elementos que fascinaban al grupo surrealista, del que Ernst es miembro fundador. Al pintor le llaman la atención especialmente las plantas carnívoras y las técnicas depredadoras de las aves. En esta obra invierte la relación de poder habitual para convertir el avión –un aparato que asocia a la guerra y la destrucción– en presa de las plantas vengadoras”.

Izquierda: ‘Azul cielo’, de Vassily Kandinsky. Derecha: ‘Las plumas de Esopo’, de Pino Pascali

El surgimiento de la abstracción modificó el vínculo entre arte y naturaleza. Los pintores abstractos rechazan la imitación de la apariencia externa de mundo orgánico e intentan, en cambio, reproducir sus principios generadores. En ese punto convergieron también los avances científicos de disciplinas como la biología marina, la genética y la microbiología. Influidos por esos logros, los artistas examinan con detenimiento la naturaleza, que se convierte para ellos en un modelo cuyas formas, texturas y movimientos reproducen. Pintores y fotógrafos se inspiran en los extraños motivos descubiertos por los científicos al microscopio. Aquí llegamos a otra de las maravillas de la exposición: Azul cielo, de Vassily Kandinsky (1866, Imperio Ruso -1944, Francia). Leemos: “Exiliado en Francia desde 1933, Kandinsky se apasiona por las obras científicas que tratan de la evolución de la vida y, poco a poco, vuelve a introducir las formas biomorfas en sus obras abstractas. Azul cielo está muy influido por el trabajo de su amigo Joan Miró. Varias formas orgánicas multicolores, parecidas a animalillos mágicos, aparecen suspendidas en un espacio atmosférico. La alegría de esta composición viva y luminosa la convierte en una escapatoria poética al contexto político de la época, llena de violencia y privaciones”.

Biomímesis artística

En esta inspiración en las formas orgánicas, la muestra no olvida a dos grandes artistas que llevaron a la excelencia esta –podemos llamarla– biomímesis artística: Calder y sus famosísimos móviles, que han marcado prácticamente el canon en la forma de concebir las esculturas cinéticas, y el arquitecto finlandés Alvar Aalto, tan conocido por sus jarrones de cristal inspirados en los lagos de su país, y que siguen siendo hoy objeto de culto y de absoluta actualidad.

Continuamos el recorrido y llegamos, cómo no, al capítulo de land art, que probablemente constituya el más estrecho vínculo del arte con la naturaleza (así como el arte povera lo es con relación al concepto de reciclaje). Como muestra, una de las obras más icónicas de land art: el gigantesco espigón en forma de espiral concebido por Robert Smithson en 1970, en la orilla norte del Gran Lago Salado, en el desierto del Estado americano de Utah. Fueron necesarias 5.000 toneladas de basalto negro para realizar esta escultura en movimiento, sometida desde entonces a los cambios y los rigores de la naturaleza y el clima.

Y entramos en el último tramo de la exposición, con las obras más recientes. Lo explican así: “La crítica a los estragos medioambientales causados por las innovaciones técnicas empieza a oírse desde los inicios de la modernidad industrial. Pero es a partir de la década de 1950 cuando las cuestiones ecológicas se imponen con mayor urgencia. La entrada en la era atómica inaugura una época de temor a los accidentes nucleares y, durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, el aumento de la producción industrial genera un incremento tanto de los productos de consumo, como de los residuos y de las emisiones de CO2. Los artistas presentados aquí muestran en sus obras una naturaleza en peligro, contaminada y convertida, a su vez, en una amenaza para el ser humano, expuesto a la polución o las mutaciones virales”. Y aquí nos encontramos con el terrario con plantas artificiales de Tetsumi Kudo (Japón, 1935-1990), el vídeo con inquietantes enjambres de murciélagos de Jeremy Deller (1966, Reino Unido), el árbol caído del diseñador Benjamin Graindorge (1980, Francia) y el tanque de agua sonrosada, artificial y dañina, a pesar de su tono nacarado, de Pamela Rosenkranz (Suiza, 1979) para criticar lo contaminante de la industria cosmética para el entorno y para nuestros propios cuerpos.

PD. Tanto ha insistido este año CaixaForum en las conexiones arte/naturaleza, que su tienda-librería acoge ahora mismo uno de los despliegues más interesantes de libros eco, con volúmenes muy atractivos en torno a las plantas, los árboles, los bosques, los jardines, el paisaje, la naturaleza…. Muy recomendable una visita a este rincón de la primera planta.

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