Abre tu armario, y sé honesto contigo mismo: ¿cuánto tiempo hace desde que te pusiste algunas de esas prendas? ¿Quizá sea buen momento para hacer limpieza?
No es una buena noticia, no eres el único. En las profundidades de armarios y cajones de todo el mundo residen prendas que ya no nos quedan bien, que se han pasado de moda, incluso prendas que ni siquiera hemos llegado a estrenar. De hecho, según una investigación de la Universidad de Manchester, un 12% de la ropa se queda sin usar en los armarios de las mujeres entrevistadas.
Si te pusieras a ello, probablemente conseguirías llenar una o dos bolsas de basura que ya no te pones. ¿Pero qué sucede después?

Cada año se generan unas 92 millones de toneladas de residuo textil a nivel mundial, de los cuales 8 millones pertenecen a Europa.
Por esta razón, y por otras muchas, hay buenas razones para buscar alternativas a tirar la ropa a la basura. La industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones de carbono a nivel mundial, y solo la producción de ropa emite a la atmósfera 1200 millones de toneladas de gases contaminantes cada año. Además, se necesitan grandes cantidades de agua para producir esta ropa, siendo la industria de la moda responsable del 20% del agua residual a nivel mundial.
Hoy en día, más de 15 kilos de residuos textiles son generados por persona en Europa. Evidentemente, esto tiene unas consecuencias devastadoras para las personas y para el planeta. Si bien es cierto que las grandes empresas se están empezando a movilizar para hacer frente a esta situación, continúan salvaguardando sus propios intereses económicos, que pasan por continuar produciendo a una velocidad desmedida.
¿Por qué es tan complicado reciclar el textil?
Reciclar textil no es como reciclar papel; la ropa es mucho más impredecible y puede estar compuesta de muchos materiales, para lo cual la tecnología existente hoy en día no está preparada.
Incluso una prenda aparentemente sencilla puede contener múltiples materiales, siendo muy comunes las mezclas de fibras como algodón/poliéster o algodón/elastano, lo cual las hace muy complicadas de reciclar.

Fibras diferentes tienen diferentes capacidades de reciclaje. Por ejemplo, las fibras naturales como la lana o el algodón se pueden reciclar de manera mecánica. En este proceso la tela es triturada y reconvertida en nueva fibra a partir de la cual se puede volver a tejer. Sin embargo, las fibras se van acortando a medida que se trituran, lo cual da como resultado una tela de menor calidad. En ocasiones el algodón reciclado se termina mezclando con algodón virgen para asegurar un hilado de mejor calidad.
Además, la mayoría de telas están teñidas con tintes químicos, que también presentan complicaciones para reciclarse. Si la tela original es una mezcla de muchos colores, el hilo resultante después del proceso de reciclaje probablemente necesite pasar por un proceso de decoloración para posteriormente volver a teñirlo.
Reducir el impacto de la moda en el medio ambiente
Gran parte del problema viene de la manera en que son producidas las prendas. Si desde las escuelas de diseño de moda se habla de la importancia del ecodiseño, los diseñadores tomarán conciencia de la importancia de la circularidad desde el momento de concepción de la prenda.
La ropa que llevamos está compuesta de complejas combinaciones de fibras, fornituras, costuras y accesorios, con mezclas de fibras naturales, artificiales, plásticos y metales.

Esto hace que sean muy complicados de separar para reciclarlos de manera correcta. Categorizar a mano los tejidos por fibras y tipos de material es una labor trabajosa, lenta, y requiere una mano de obra cualificada. El creciente uso de mezclas textiles en la ropa dificulta dar con un proceso de reciclaje mecánico, aunque investigadores europeos han estado desarrollando técnicas que utilizan cámaras hiperespectrales, que pueden ver la luz más allá de los límites del ojo humano para identificar mejor los diferentes tipos de tejidos. Una vez clasificados, los tintes aplicados en estos tejidos se tienen que retirar para que las fibras se puedan volver a utilizar. En definitiva, son procesos costosos que solo se están pudiendo llevar a cabo a pequeña escala, siendo un gran desafío a día de hoy reciclar tejidos a gran escala.
En la actualidad, la mayoría de los tejidos se colorean utilizando tintes sintéticos, que son derivados del petróleo y los procesos de tintado son complejos. Estos procesos requieren temperaturas hasta 100ºC para algodón nylon y lana, e incluso más altas para poliéster y otras fibras sintéticas. Además, estos procesos también requieren el uso de químicos adicionales como ácidos y álcalis, que son nocivos para el medio ambiente cuando se utilizan en grandes cantidades.

Pero no solo las grandes empresas de moda rápida tienen culpa de esta situación: nosotros como consumidores estamos comprando más ropa que nunca, siendo de un 60% el aumento de ropa que compramos ahora comparado con lo que comprábamos hace 15 años.
Mientras que la mayoría de la ropa nos puede durar muchos años si cuidamos bien de ella, los cambios de tendencias, cada vez más acelerados traen consigo un acortamiento de la vida útil de la ropa ya que los consumidores cambian de gustos a medida que las tendencias cambian.
Así que ya sabes, si quieres apostar por el reciclaje de tu ropa de manera efectiva, olvídate de lentejuelas y demás adornos, además de las composiciones con mezclas de fibras. Este sentido, menos es más.