¿Por qué consumir una naranja de Sudáfrica si hay en Valencia? El transporte global de mercancías tiene un impacto ambiental, económico y social más grande del que se conoce. Por ello, los defensores del kilómetro cero (Km0) consumen productos locales y de temporada, ya sea en casa o en los restaurantes de Km0 que empiezan a surgir. Como veremos en este post, sus ventajas merecen la pena.
Qué son los productos de km0 y cómo conseguirlos
Naranjas de Sudáfrica en vez de Valencia, espárragos de China en vez de Navarra, manzanas de Chile en vez del Valle del Ebro… Cada vez es más común que los productos recorran miles de kilómetros, ofreciendo la posibilidad de tener cualquier cosa en cualquier época del año.
Este modo de consumo tiene un gran impacto ambiental, económico y social que normalmente no se conoce. Para evitarlo, la distancia entre el productor y el consumidor en los productos de kilómetro cero (Km0), también conocidos como locales o de proximidad, es la menor posible.
Los consumidores podemos conseguir productos de Km0 de varias maneras. La forma más directa es fijarse en las etiquetas o en los certificados de los productos, aunque no siempre es fácil. También es recomendable acudir a mercados locales, donde suelen abastecerse de género cercano, o son los propios productores quienes venden su mercancía.
Otra manera es adquirir productos de temporada, ya que, al ser frescos, normalmente se elaboran de manera cercana. La web “Soy de temporada” ofrece de manera muy visual y sencilla qué alimentos se encuentran disponibles en cada mes del año.
Por qué deberías consumir productos de Km0
Los “localtarianos”, como también se conoce a quienes consumen e incluso siguen una dieta basada en productos de Km0, destacan sus ventajas ambientales, económicas y sociales:
Son más frescos y tienen más sabor: un alimento recién sacado de la huerta huele y sabe mucho más que uno producido de forma lejana. Además de que el tiempo juega siempre en contra de los productos perecederos, su transporte en largas distancias requiere de tratamientos de conservación o congelación que los hacen menos sabrosos.
Tienen una menor huella ecológica: producir, conservar y transportar productos a grandes distancias requiere más energía y recursos, genera más contaminación y gases de efecto invernadero (GEI) implicados en el cambio climático, o un mayor desperdicio de alimentos. Los productos de Km0 evitan o reducen de forma considerable este problema.
Defienden la biodiversidad autóctona y frenan la invasión de especies: mantener la biodiversidad es clave para nuestra supervivencia. El comercio global supone consumir solo unas pocas especies, dejando de producir muchas especies locales. Por su parte, muchas especies invasoras han llegado a nuestro entorno gracias al transporte internacional de mercancías, provocando graves daños ambientales y económicos.
Los “localtarianos”, quienes siguen una dieta basada en productos de Km0, destacan sus ventajas ambientales, económicas y sociales
Refuerzan la economía cercana al consumidor: el sistema de Km0 impulsa los negocios locales, en especial los pequeños y medianos productores, manteniendo empleos y beneficiando así a toda la comunidad. Por otra parte, el consumidor puede convertirse en productor, por lo menos de algunos de sus alimentos, si cultiva su propio huerto urbano.
Suelen ser más baratos: al evitar los costes de manejo, conservación o transporte, los productos de Km0 suelen ser más económicos. No obstante, algunos productos traídos de largas distancias igualan en precios e incluso son más baratos, porque entre otras cuestiones se elaboran en países con menor protección ambiental y laboral, o bajan los precios de forma artificial para introducirse en otros mercados.
Y si no quieres cocinar, restaurantes de Km0
Los restaurantes de Km0 se abastecen de productos locales para compartir con sus clientes los beneficios de este modo de consumo. Sus impulsores parten del “Slow Food” (Comida Lenta), un movimiento surgido en Italia a finales de la década de los años 80 del siglo pasado frente al “fast food”, o comida rápida. El movimiento se ha expandido en todo el mundo, y sus responsables defienden la gastronomía tradicional y local, y un modo de alimentarse, y de vivir en general, más tranquilo y saludable.
Los restaurantes de Km0 cuentan con una placa identificativa de Slow Food visible en el local, y utilizan el logotipo de “kilómetro 0” en su carta. Además, se preocupan por cuidar el entorno o por reciclar de manera adecuada sus residuos, y suelen hacer actividades de educación para promover la alimentación sana y ecológica.
En España se puede encontrar casi un centenar de restaurantes de Km0, según los responsables de la organización Slow Food. En la web de España Slow se puede encontrar una lista con algunos de ellos.
En definitiva, los consumidores tenemos más poder del que pensamos. Con nuestras decisiones de compra, o reclamando medidas que apoyen unos productos en vez de otros, estamos marcando el camino a empresas e instituciones.