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Profesiones que luchan contra el cambio climático

¿Quieres hacer de la lucha contra el cambio climático tu profesión? Pues tienes muchas opciones donde elegir. Porque, como tantas veces se ha dicho, toda actividad tiene impacto ambiental: o genera emisiones, o genera residuos, o consume recursos naturales o afecta a la biodiversidad. O todo a la vez. O todo ello sucesivamente.

¿Quieres hacer de la lucha contra el cambio climático tu profesión? Pues tienes muchas opciones donde elegir. Porque, como tantas veces se ha dicho, toda actividad tiene impacto ambiental: o genera emisiones, o genera residuos, o consume recursos naturales o afecta a la biodiversidad. O todo a la vez. O todo ello sucesivamente.

Por ello, las esferas profesionales que son necesarias y están implicadas en reducir todo ese abanico de impactos es de lo más diverso. Y es muy interesante comprobar cómo hay tareas y espacios de trabajo para todos los gustos, desde el ámbito natural hasta el más tecnológico que se pueda pensar.

Cada vez más profesiones tienen enfoque medioambiental

Por eso probablemente sea, si no imposible, sí muy difícil limitar la formación o las profesiones a la que se deban orientar las personas que tienen la inquietud personal de dedicar su vida profesional a ser parte de solución y a trabajar en la mitigación del cambio climático.

Una buena relación de ello puede aportar Santiago Molina, con la experiencia que le da su trabajo en el Instituto Superior del Medio Ambiente, centro de formación de profesionales del sector ambiental del que es fundador y director. Por sus aulas, físicas y virtuales, pasan cada año más de 1.000 alumnos, con perfiles muy heterogéneos.

“Los más numerosos son los licenciados y graduados en Ciencias Ambientales, Biología e Ingeniería del Medio natural, incluidos los forestales. Pero también están los agrónomos, los químicos y los físicos. Además, ahora está despertando mucho interés en formarse en áreas afines al sector ambiental a personas con titulaciones, por ejemplo, de ingeniería industrial para encaminarse al ecodiseño. Y últimamente estamos recibiendo a graduados en ciencias económicas que quieren conocer cómo funciona el ámbito de las finanzas sostenibles y del reporte y la elaboración de informes de información no financiera”.

Palabras que son una muestra de la dificultad de encasillar las disciplinas más útiles para ejercer profesionalmente en ámbitos relacionados con el cambio climático, en concreto, y en general en los relacionados con la reducción de impactos ambientales.

Una idea de cómo de amplio puede llegar a ser el abanico de especialistas y profesionales cuyo trabajo puede ser muy útil si de reducir cualquiera de los impactos que influyen en el cambio climático se trata, es el hilo que publicó hace unos días en Twitter el periodista de Bloomberg News, Akshat Rathi, especialista en cambio climático. Compartió reportajes cuyos protagonistas son personas que habían dejado sus trabajos para luchar contra el cambio climático, – aunque no todos para dedicarse al activismo-, es ciertamente revelador de cómo casi cualquier punto de partida profesional puede aplicarse a este objetivo.

El corazón y el mercado laboral, dos motivaciones

Las motivaciones por las que cualquier profesional puede querer orientar su actividad de esta manera son también diversas. Por acotarlos, Molina establece algunos grandes grupos: “para algunos es algo absolutamente vocacional. Quizá no sea cuantitativamente el más relevante, pero sí que existe siempre un número de personas que, desde su ámbito profesional, quieren hacer algo por dejar un mundo un poquito mejor a como está. Luego están quienes ya tienen alguna titulación previa y quieren especializarse en algún campo concreto relacionado con el medio ambiente bien porque quieran ampliar su formación para acercarse a disciplinas concretas de su área de trabajo, o bien porque ya trabajan en alguna empresa y necesitan formarse para realizar nuevas tareas que su compañía va a incorporar. Y, desde luego, en los últimos años hay una presencia clarísima de profesionales que se acercan al entorno ambiental porque detectan que aquí hay una oportunidad laboral”.

Molina también tiene la certeza de que “son campos y áreas de conocimiento en los que clarísimamente va a haber desarrollo profesional, son mercados en absoluto crecimiento y las empresas demandan profesionales vinculados a la sostenibilidad, a la incorporación de la variable ambiental en el desempeño de las compañías, y necesitan cubrir esos puestos. Son perfiles que, frecuentemente, las empresas buscan dentro de su propia estructura y no los encuentran”.

Es interesante la reflexión de Santiago Molina en cuanto a que “cuando empiezan a conocer este mundo descubren una cantidad de matices y una cantidad de espacios paralelos que forman parte de la estructura global de ‘lo ambiental’ que suele resultarles muy motivador y se desencadenan distintas vías de especialización. De manera que unos se enfocan a desarrollar estrategias de economía circular, otros al desarrollo de políticas de mitigación y adaptación al cambio climático, otros a especializarse en la realización de estudios de impacto ambiental o a la identificación de impactos ambientales de una determinada actividad, Lo que es seguro es que descubren un mundo nuevo que les resultaba ajeno”.

Esa es una segunda lectura, para Molina, que ve cómo “algunas personas llegan por una necesidad de ampliar conocimientos técnicos para aplicar en su trabajo, pero también pensando que esto va de pájaros y flores. y acaban descubriendo que se trata de desarrollar herramientas que ayudan a hacer mejor lo que ya hacen o mejorar el desempeño general de una actividad”.

Algunos ejemplos

Aparte de los resultados a nivel personal en cuanto a las perspectivas y aspiraciones profesionales que quienes han pasado por su centro tuvieran, Molina tiene la percepción de que una vez que “comienzan a aplicar sus conocimientos sí que ven que tienen mucho que aportar, que su conocimiento tiene mucho valor para cosas tremendamente positivas y es un punto de partida muy estimulante y motivador”. La pregunta surge sola: ¿incluso que con su trabajo actúan contra el cambio climático? “Yo estoy seguro de que sí, -confirma Santiago Molina-, porque aquí viene gente que trabaja en todo tipo de proyectos preciosos y desarrollan actividades que, sin duda, están ayudando a reducir las emisiones de CO2, y que sin duda están desarrollando actividades que sirven para que las afecciones asociadas a las actividad de sus empresas sean, al menos, un poco menores que lo que podrían ser”.

Un ejemplo práctico de tres profesionales cuyo trabajo tiene un impacto positivo en relación con el cambio climático son Jacobo Umbort, Juanjo Mestre y Luis Escámez. Con formación inicialmente no relacionada con lo ambiental, Derecho y Tecnología y Emprendimiento, Publicidad y Comunicación, y Ciencia de Datos, crearon una startup, Dcycle, que ofrece servicios de consultoría a pequeñas empresas para medir su huella de carbono y reducirla, compensar emisiones, y analizar el ciclo de vida de los productos, “para que conozcan el impacto de su actividad o de sus productos. Con el diagnóstico hecho, pueden mejorar y reducir esos impactos. Les ayudamos a crecer siendo más sostenibles”.

Aunque la suya es una empresa muy joven, comenzaron a finales de 2021, ya tienen una cartera de 150 clientes, muy heterogéneos «un grupo de sanidad, de textil, de alimentación, eventos, de todo tipo. Porque, al final, la sostenibilidad abarca a todos los sectores. Y, aunque haya algunos que tienen mayor madurez en este ámbito, en muchos está prácticamente todo por hacer».

También tienen el sentimiento de que su trabajo es útil para el medio ambiente: “absolutamente, -afirma Jacobo Umbort-. Tras más de 380 análisis realizados, nuestros clientes han podido evitar más de 4.000 toneladas de CO2 equivalente, compensado con proyectos certificados más de 31.000 toneladas de CO2 e implementado cambios en más de 45 cadenas de suministro».

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