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Energía renovable y reciclaje de residuos que mejoran la vida de las personas

Cuando las energías renovables y el reciclaje de residuos generan proyectos innovadores, inspiradores, replicables y que contribuyen notablemente a mejorar la vida de personas concretas, de comunidades que gracias a ellas dan pasos adelante.

Para quienes siguen habitualmente este blog ya sabrán lo entusiastas que somos aquí de encontrar nuevos proyectos de reciclaje y nuevos usos para las materias primas que resultan de ellos. Para quienes lleven menos tiempo, confesamos que, quizá seamos incluso más que entusiastas. Ya lo irán viendo.

Y tanto como de ese tema, lo somos de la energía renovable. Especialmente cuando conocemos proyectos claramente innovadores, inspiradores, replicables y que contribuyen notablemente a mejorar la vida de personas concretas, de comunidades que gracias a ellas dan pasos adelante.

En esta ocasión hemos encontrado dos proyectos concretos que pueden parecer pequeños pasos, pero eso es solo una apariencia.  Porque en realidad son pasos de gigante. Cada uno en su ámbito.

Energía solar para alimentar 4.000 familias en Senegal

En Senegal, en la región de la Casamance, la energía solar es una de las herramientas clave en una serie de proyectos de desarrollo que han hecho posible que más de 4.000 mujeres dispongan de huertos en los que cultivan alimentos para sus familias, y que desarrolla la ONG de desarrollo Alianza por la Solidaridad, desde 2010. Con energía solar se alimentan las bombas con las que extraer de los pozos el agua para regarlos, en una zona en la que las lluvias son escasas, entre otras cosas a causa del cambio climático, y, cuando las hay, frecuentemente son torrenciales.

Gracias a paneles solares pueden asegurar la producción de los huertos, porque proporcionan autonomía energética y disminuyen los costes de producción. Como detalla Almudena Moreno, coordinadora de Desarrollo Local Sostenible de la organización «Antes, la manera de llevar agua a los huertos era a base de equipos electrógenos, alimentados con gasolina. Pero ocurría que, una vez que terminaba el apoyo económico de los proyectos, se abandonaban porque ya no había dinero para comprar la gasolina. Claro, ahí vimos que para romper ese círculo y proporcionar continuidad, era necesaria otra fuente de energía».

Estos han sido los primeros proyectos con energía solar que se han hecho en Senegal, «de hecho, nos costó un montón encontrar placas solares que tuvieran la capacidad para generar la energía necesaria para extraer el agua y, luego, para llevarla a los terrenos». Y también los primeros en relacionar la seguridad energética con la alimentaria y con el cambio climático. Comenzaron a trabajar en ellos en 2010 con el apoyo de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo).

Un proyecto que logra el empoderamiento de la mujer

Pero, como se decía, esa es solo una parte, porque las acciones abarcan más aspectos y sus resultados redundan en más cambios, porque «son proyectos que vinculan la seguridad alimentaria, el acceso a las energías renovables, la agroecología y la tenencia de la tierra por parte de las mujeres y también su control por ellas mismas de los bienes que genera. Porque ellas son las que son las que sustentan a las familias, pero sin embargo no tienen el acceso y control de las tierras ni de lo que producen».

La cultura y costumbres locales creaban una situación en la que las mujeres no tenían apenas posibilidad de acceder a terrenos para cultivar, «aunque la tierra allí pertenece al estado, de manera consuetudinaria la cede a quien la trabaja, que se entiende que son los hombres. Pero estos se dedican sobre todo a los cultivos de renta, pero los cultivos para la alimentación familiar son las mujeres quienes los hacen. Y a ellas se les daban las más alejadas, las menos productivas, las de menos valor en definitiva».

Por otra parte, en esa zona que es fundamentalmente polígama, «los ahorros que generaban los cultivos, los hombres los suelen dedicar a pagar la dote de otra esposa. Porque da más estatus. Es la realidad de la zona, aunque aquí nos choque. Sin embardo, las prioridades de las mujeres primero son asegurar el abastecimiento familiar y, si hay algún excedente, lo suelen dedicar a invertir en educación de los hijos, etc. Tienen otra escala de prioridades».

Pero ocurría que, cuando esas tierras entraban en producción y tenían mejores resultados gracias al riego, adquirían valor. Entonces, los hombres, a través de los jefes de las aldeas, las reclamaban y se las quitaban. Por lo que apoyarlas para asegurarles la tenencia de la tierra era fundamental».

Iniciativa replicable en los países de entorno

De manera que había que reunir a las comunidades y contar con mediadores culturales para poder alcanzar acuerdos con los hombres, de manera que accedieran a dar el paso que permitiera la continuidad del control de las tierras por las mujeres. Todo ello, al fin y a la postre, tenía muchas implicaciones tanto desde el punto de vista de su trabajo y de la alimentación, como por el cambio cultural que conlleva y que se puede extender hacia sus hijos.

Una característica de estos primeros proyectos, con todos sus ingredientes, es que eran perfectamente replicables en otros países de alrededor con las mismas características, de desarrollo y culturales, y necesidades alimentarias, por lo que el aprendizaje y la experiencia ha servido para ponerlos en marcha también en  Guinea Bissau y Gambia.

Solo en aquella primera fase, entre 2010 y 2016, se crearon  46 huertos con energía solar con un alcance de 4159 mujeres de los tres países, que producían mayoritariamente cebollas, pimientos, berenjenas, col, tomate, guindilla, diaxatou, gombo, lechuga y patatas.

Actualmente Alianza por la Solidaridad continua trabajando en la zona con en la subregión natural de la Casamance.

Caucho de neumáticos para crear empleo, salud y beneficio económico

Al este de estos países, casi en el centro del continente, en Nigeria, Ifedolapo Runsewe dirige la empresa social de reciclaje de neumáticos Freetown Waste Management Recycle.

Creada en 2018, cada año procesan unas 150.000 neumáticos con cuyo caucho fabrican una importante variedad de productos: alfombras, rollos de suelo, ladrillos, accesorios de para automóviles y de seguridad vial, como badenes, almohadillas antideslizantes y alfombrillas de ratón. En cuanto a escala de trabajo y volumen de producción, la empresa es pionera en Nigeria.

En la ella actualmente trabajan 100 personas a tiempo completo y otras 150 en empleos indirectos, como los mecánicos y dueños de talleres que captan los neumáticos, en un país en el que cada año se desechan más de 10 millones de ellos de manera inadecuada.

El problema de los residuos en Nigeria

Problema que se añade al que Nigeria tiene con los residuos: en un país de 200 millones de habitantes es uno de los que más genera tanto en zonas urbanas como rurales y su gestión es muy irregular, por lo que también es uno de sus problemas ambientales más apremiantes.

Muchos de esos neumáticos acaban en desagües, obstruyéndolos,  y vertedero, sirven de caldo de cultivo para los mosquitos y otros insectos y roedores portadores de enfermedades. La reducción de estos vertederos y evitar la obstrucción de drenajes claramente ayuda a evitar infecciones de malaria y la mortalidad por infecciones relacionadas con esta enfermedad.

De manera que para Ifedolapo Runsewe, con una larga trayectoria de gestión en telecomunicaciones y banca, el ámbito del reciclaje se ha convertido en un motivo para «participar activamente en la revolución ecológica que se está produciendo en todo el mundo. Concretamente, ahora el reciclaje de neumáticos en Nigeria puede beneficiar a mas de un millón y medio de personas. Teniendo en cuenta el número de familias, 360.000 que viven en Ibadan, de seis millones de habitantes y donde se sitúan la planta de reciclaje y la fábrica, y el número de vehículos que poseen y los neumáticos que se estima se eliminan de manera incorrecta en el entorno».

La compañía que dirige Runsewe tiene el proyecto de abrir plantas en otros dos estados del país, Lagos y Ogun, dos de los estados más industrializados de Nigeria, con unos dos millones de vehículos y, por tanto, un enorme potencial de generar neumáticos fuera de uso. Y, por tanto, de continuar produciendo «una amplia variedad de productos con fantásticos márgenes de beneficio».

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