Digitalización es la palabra que se incorpora en todos los análisis y propuestas tanto para el avance y desarrollo de un nuevo modelo económico, como para la recuperación económica de España de la crisis provocada por la pandemia de la covid-19.
Es más, uno de los objetivos del gobierno es completar la digitalización del país en los próximos cinco años y para ello ha elaborado el Plan España Digital 2025, presentado en julio pasado. Precisamente como herramienta para reactivar la economía y que supondrá una movilización económica multimillonaria.
El caso es que, sea la digitalización una panacea o no, se diría que todo el habla de ella dando por supuesto que todo el mundo sabe qué es y en qué consiste la digitalización de la economía y la sociedad. ¿Es así?

Por si no lo es, por si no todo el mundo sabe qué es la digitalización, quizá no esté de más hacer siquiera una pequeña incursión al significado del concepto y a sus implicaciones, necesidades, retos, posibilidades y beneficios.
Empezando por la definición, en la mayoría de los diversos estudios sobre el tema publicados en los últimos años, la definición de digitalización –si aparece- no es unánime, aunque en conjunto permiten aclarar un poco las ideas.
Marina Pumarada, economista y profesora, coautora del documento La digitalización de la economía española y sus repercusiones en el empleo, de la Fundación Alternativas, reconoce que no es fácil dar con una definición sencilla para un concepto tan amplio, pero un acercamiento puede ser «Aplicar tecnología e innovación tecnológica a cualquier proceso o procedimiento. No necesariamente solo en el ámbito de la empresa. La digitalización abarca a toda la sociedad, porque incluye desde sacar las entradas de cine por internet o las PDAs que utilizan los camareros, a la gestión de una fábrica u otros procesos de cualquier empresa, administración u organización».
Un poco más ampliado, por digitalización, y en este contexto, se puede entender el proceso por el que la tecnología digital se implanta en la actividad económica en su conjunto afectando a la producción, el consumo y a la propia organización, estructura y gestión de las empresas

Otra definición más podría ser “la trasformación digital es la conexión integral de las distintas áreas de la economía y la manera en que los players de cada sector se adaptarán a las nuevas condiciones, que imperan en la economía digital”. Es de la OCDE y la cita Rolan Berger Siemens en el documento “El reto de la transformación digital de la economía”.
Y un par de párrafos más adelante apunta otra definición que completa la anterior: “la digitalización (que comenzó siendo un medio para mejorar la comunicación) es la aplicación de una tecnología de utilidad general, que sirve de apoyo a todos los sectores de la economía”.
En todo caso, Pumarada puntualiza sobre un aspecto no menor, como es «la necesidad de distinguir entre lo que es la economía analógica, la que ha existido toda la vida y que lo que se hace es cambiarla a digital, cambiar los procedimientos que ya existían, y que supone la mejora de un proceso, y otra cosa es la economía digital, la que ya nace digitalizada. El internet de las cosas, las impresoras en 3D, las ciudades inteligentes, etc. Eso que no existía analógicamente y que nace y se basa directamente en las tecnologías digitales, en los sistemas informáticos. Eso ya es digitalización pura y dura. Y son dos procesos, en realidad».
Con esta premisa aclarada, la siguiente cuestión a saber podría ser cómo beneficia al conjunto de la economía, a un país, el avance en este ámbito. No lo hace en un solo sentido, pero Pumarada destaca un ejemplo: «Dependiendo del punto de partida de un país, lo que está claro, y está demostrado con estudios, que países como Suecia, Dinamarca, Finlandia y Corea, por ejemplo, son países que tienen niveles de desempleo mucho más bajos. Porque se han centrado directamente en sectores de alto valor añadido, que se basan más en un sector que se denomina cuaternario, en contraposición con los primario, secundario, terciario, etc., y que se apoya en el conocimiento, la innovación, la ciencia, la investigación, etc.».

La digitalización simplifica procesos, los hace más rápidos y más sencillos, por tanto ahorra costes a las empresas. Y de ella se afirma siempre que genera empleo. Es fácil preguntarse cómo es esto, si, a menudo, también se ve cómo puede reducir las necesidades de personal. «Lo que ocurre es que, a cambio, se van a necesitar otros perfiles: como desarrolladores de programas, seguridad informática, etc. Además de otros necesarios para toda la cadena de valor de los equipos, etc. En los países que lo han hecho así, sí se ha generado empleo. Siempre y cuando, claro está, que no hayan primado otros sectores económicos, como es el caso de España». Es decir, que la digitalización modifica las necesidades y cambia el mercado laboral.
Como elemento fundamental para la digitalización de un país, de su economía especialmente, hay que contar con una infraestructura tecnológica capaz de soportar la demanda «lo fundamental es la fibra óptica y el 5G. En lo primero España está en una posición muy buena en cuanto a infraestructura. Yo diría que hasta puntera. Y en 5G, ahora mismo está muy bien posicionada. El problema quizá radique más en el precio del acceso a estos servicios, a la red, al menos para los consumidores particulares».
Otras cuestiones igual de importantes son la financiación y la formación necesarias para este cambio. Aparte de la movilización económica anunciada para el desarrollo del Plan España Digital 2030, -140.000 millones de inversión público-privada en digitalizar España durante los próximos cinco años-, en el día a día de una empresa, «la visión puede ser diferente según se trate de una grande o una pyme. En estas, este cambio a veces se puede ver como un coste, más que como una inversión, porque los plazos de rentabilización les puedan resultar demasiado largos. Por eso, en una pequeña empresa, y en España son el 86 por ciento del tejido empresarial, puede resultar difícil o no siempre tienen esa visión a largo plazo, mientras que una grande lo tiene más fácil. Porque la digitalización es mucho más rentable cuanto más grande es la empresa».
En cuanto a la formación, los estudios sobre digitalización contemplan como imperiosa la necesidad de se refuercen las competencias digitales básicas tanto de los trabajadores como del conjunto de la ciudadanía. De hecho es una de las medidas que contempla la Agenda Digital España 2025, con una meta definida para ese año: que el 80 por ciento de las personas alcancen un nivel adecuado en ese ámbito.

En relación a ese punto, la profesora Pumarada destaca la necesidad de «avanzar en las formaciones STEM, (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, en sus siglas en inglés) ya desde los niveles escolares. «Porque en España es muy baja y eso un hándicap. Los estudiantes no se inclinan mayoritariamente por estas áreas, en parte porque quizá no se potencie suficientemente desde los primeros niveles de la educación. Por tanto, hay menos profesionales cualificados de estas materias de los que se necesitarían. Pero, claro, también ocurre que no siempre estos profesionales, sobre todo los más jóvenes, ven una valoración proporcionada con el esfuerzo que implica esa formación. Y muchos, al final, se van fuera. Además, seguramente las propias empresas, al menos las pequeñas, quizá deberían avanzar en la formación de sus trabajadores».
De manera que, aunque son necesarias más acciones e impulso tanto desde el sector público como desde el privado, lo más básico para el avance de España en esa digitalización considerada como uno de los retos más importantes del futuro próximo, junto con la transición ecológica son tres cosas: dinero, una infraestructura tecnológica de calidad desarrollada para una conectividad digital al alcance de todos, ciudadanos y empresa, y un avance en la formación de ciudadanos y trabajadores. Además, se ve como necesario también «un cambio cultural y de mentalización más amplio, que la gente se dé cuenta de que las cosas se pueden hacer de otra manera mucho mejor Hay todavía una cierta resistencia al cambio en general en España».

Sin embargo, con esta mentalidad convive una situación innegable como es la realidad de que en España hay ya una serie de sectores que están muy avanzados, o completamente digitalizados: «servicios financieros y banca, turismo, energía y transporte son los que más camino han recorrido en este proceso». Como “digitalizables” más claros y algo más retrasado está el ámbito «de la salud y los servicios médicos y la industria también tiene mucho margen de mejora».
Esta aproximación quizá sirva para mostrar cómo, al final, la digitalización de una economía y de una sociedad, no es solo el hecho de que las empresas incorporen masivamente ordenadores, programas, etc., las tecnologías de la información en resumen. Sino que el uso o aplicación de las tecnologías digitales, si bien es absolutamente imprescindible, no es suficiente. Son necesarias también las transformaciones culturales ya que es una nueva forma de vivir, de trabajar y de relacionarse.