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El reciclaje de renovables: un reto y una oportunidad a partes iguales

A nadie le gustaría ver miles de palas de aerogeneradores o placas fotovoltaicas en vertederos cuando, dentro de unos años, llegue al final de su vida útil la primera generación de renovables que se instalaron en los años 90. ¿Cómo evitarlo?

Si la generación de residuos es motivo de inquietud para cualquier industria, con más razón en un sector como el de las energías renovables que es ecológico por naturaleza y cuyo desarrollo está estrechamente vinculado a la lucha contra el cambio climático y la reducción de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global del planeta.

El año pasado la industria eólica se comprometía a reciclar el 100 % de los molinos para 2025, mientras que los fabricantes de paneles solares están obligados por ley a reciclar todos sus componentes para evitar que lleguen a la naturaleza en forma de residuo. A nadie le gustaría ver miles de palas de aerogeneradores o placas fotovoltaicas en vertederos cuando, dentro de unos años, llegue al final de su vida útil la primera generación de renovables que se instalaron en los años 90. ¿Cómo evitarlo? 

El reto del reciclar palas eólicas

Según la asociación Wind Europe, en el año 2023 se darán de baja más de 14.000 palas de aerogeneradores, lo que equivale a entre 40.000 y 60.000 tonelada de materiales viejos que necesitan una segunda vida o terminarán en una escombrera. “El reciclaje de estas palas es una prioridad absoluta para una industria eólica comprometida con los principios de la economía circular”, subraya la patronal del sector que reclama una legislación europea que contribuya a ser más eficiente en el desarrollo de un mercado de reciclaje de residuos de palas.

Este mismo organismo recuerda que los molinos de viento cuentan en la actualidad con una tasa de reciclabilidad de entre el 85 y el 90 %, pero aún existe un escollo fundamental para alcanzar el objetivo de ‘residuo cero’: nos referimos a las palas de las turbinas. Estas aspas están hechas con materiales compuestos (fibra de vidrio, resinas poliméricas y espumas de poliuretano) que permiten que las palas sean más largas y ligeras, mejorando la producción de la energía eólica.

Tecnologías para el reciclaje de materiales compuestos

Hoy en día, la principal tecnología para reciclar residuos compuestos es la mecánica, por la que se trituran las palas viejas y se incorporan a otros materiales como hormigones, pavimentos o aislamientos para construcción. Lo malo es que de esa manera se desperdicia una cantidad ingente de recursos y  materias primas. Por su parte, el reciclaje térmico o químico, a través de la solvólisis o la pirólisis, permite reaprovechar la fibra de vidrio y otros componentes de gran valor estratégico para la industria eólica, si bien el proceso todavía ha de ser mejorado para reducir costes. Es el momento de continuar investigando. Se calcula que el sector eólico emplea unos 2,5 millones de toneladas de materiales compuestos en todo el mundo y que esa cifra podría elevarse hasta los 43 millones de toneladas para 2050 si el mercado eólico sigue creciendo al ritmo actual.

En nuestro país, las firmas Endesa, PreZero España y Reciclalia Composite han alcanzado un acuerdo para crear la primera planta de reciclaje de palas eólicas de la Península Ibérica. El proyecto, que se ubicará en Cubillos del Sil (León), contará con una inversión de 8,5 millones de euros y estará operativa a comienzos de 2024. Con su puesta en marcha, se prevé reciclar más de 6.000 toneladas al año de fibra de vidrio y carbono de los aerogeneradores, dando una segunda vida a estos materiales, tanto en la industria eólica como en otros sectores que puedan demandar dichos compuestos.

La importancia de reciclar paneles solares

Otro tanto puede decirse de la energía solar. Los paneles solares son una fuente de energía renovable esencial en la lucha contra el cambio climático, lo que significa que no se agota y no produce emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual ha motivado una rápida expansión en los últimos años.

Sin embargo, la mayor parte de los países carece de planes para el tratamiento de residuos fotovoltaicos, cuyo reciclado y recuperación permitiría producir 2.000 millones de nuevos paneles. El Programa de Sistemas Fotovoltaicos de la Agencia Internacional de Energía Renovable (Irena) estima que, en el año 2050, los desechos de estos paneles podrían alcanzar la cifra de ocho millones de toneladas para 2030 y 78 para 2050.

La gestión adecuada de los paneles solares al final de su vida útil no solo es beneficiosa para el medio ambiente, sino que también puede contribuir a garantizar la sostenibilidad a largo plazo de esta fuentes de energía, así como promover su desarrollo mediante el reciclaje y la reutilización de componentes y materiales.

Recuperar materias primas críticas

Un informe realizado por EIT InnoEnergy para la Fundación Naturgy asegura que el reciclaje de placas fotovoltaicas en Europa supondría una oportunidad para la recuperación de materias primas críticas.  En la actualidad, el 20% de la plata mundial se utiliza en la industria fotovoltaica, que registra un nivel de implantación de más de 160 GW al año. Esta situación será más acuciante en los próximos años cuando haya 500 GW instalados. La plata solo es el 0,5% de la masa de un módulo fotovoltaico, pero representa el 47% de su valor económico total.

No es el único componente de gran valor que podría contribuir a reducir la dependencia de la UE del exterior en el mercado de materias primas. Según el informe, el germanio, el telurio, el indio, el selenio y el silicio también sufrirán problemas de abastecimiento en el futuro.

Plata, silicio y plomo

Además, hay que tener en cuenta que los paneles solares contienen materiales tóxicos que al descomponerse contaminan el suelo y las aguas subterráneas causando un grave impacto sobre el medio ambiente. Hasta la fecha, la UE ha puesto en marcha iniciativas para recuperar algunos componentes tóxicos como el cadmio, pero no se recuperan componentes como la plata, el silicio o el plomo, «por lo que se pierde la mayor parte de su valor potencial y se incrementa el impacto medioambiental del módulo», dice el informe.

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