Los descubrí el otoño pasado –octubre de 2022– en el MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, en León). Y he de reconocer que su trabajo me impactó desde el primer momento. En uno de los gigantescos espacios de este prestigioso centro artístico, la pareja de artistas filipinos Isabel & Alfredo Aquilizan habían varado un gran barco compuesto de materiales desechados cotidianos aportados por los ciudadanos para hablar de la vida y la muerte, de la idea de casa, de la identidad y de las múltiples formas de cambio y migración. La idea de viaje y de pueblo, de hogar y de mundo, de lo próximo y lo global. Atendemos en este artículo la manera más íntima y emocional de reciclar objetos que nos acompañan para componer arte con alma, con mensaje que llega al corazón (y lo traspasa).
La Balsa de la Medusa
Leí la cartela de esa enorme embarcación, inspirada en la pintura romántica La Balsa de la Medusa (1819), de Théodore Géricault, que me salía al paso.
La ficha artística: “Bound (2022). Instalación de ubicación específica. Materiales en desuso y objetos reciclados, modificados y ensamblados nuevamente por la pareja artística en la sala 1 del MUSAC entre el 25 de abril y el 21 de mayo”.
Y seguía: “Una nueva instalación llega al MUSAC a través de la exposición Proyecto otro país: ese espacio en medio. Su forma es la de una gran embarcación improvisada hecha de objetos cotidianos –objetos abandonados por sus propietarios– que adquieren una nueva configuración en esta estructura. La colección de objetos requiere de un complejo proceso que implicó desde la realización de una convocatoria abierta para llamar a la donación de artículos “previamente queridos”, hasta la elaboración de permisos para recuperar artículos de varios puntos de reciclaje en León, así como numerosas visitas a los almacenes de Cáritas, quienes gestionan enormes cantidades de residuos. Toda basura fue usada como materia prima para la estructura de la embarcación, cuya gran escala recuerda al Galeón de Manila, la ruta comercial que unió tres continentes –Asia, América y Europa– del siglo XVI al XIX”.
Y luego la explicación, el concepto: “Un barco en movimiento surca la sala del museo. Se trata de una gran instalación artística cuyo título, Bound, destaca por su riqueza de significados. En inglés, bound hace referencia al vínculo, a la unión, pero también al camino, al destino y a las obligaciones. La instalación adquiere reminiscencias históricas, entre las que se subraya la del Galeón de Manila, ejemplo temprano de la globalización y símbolo de movimiento incesante; de las personas y mercancías; del intercambio de recursos. Los materiales que forman la propuesta han sido recuperados gracias a la colaboración del equipo de la concejalía de Desarrollo Urbano del Ayto. de León, Cáritas, Comparte León, Moda Re-, así como de las personas que trabajan en el MUSAC. Estos objetos simbolizan lo que sus propietarios eligen traer o dejar atrás. Como si de un viaje hacia una nueva vida se tratase…”.
Objetos que simbolizan lo que sus propietarios eligen traer o dejar atrás
Y hoy, mientras escribo esto, tras años de publicar con SIGNUS esta serie sobre artistas que trabajan en verde, que le dan nuevos valores –desde el pasado o desde la actualidad– a lo desechado, me planteo que quizá nadie como los Aquilizan nos ha transmitido de una manera tan emocional el concepto de residuo, de desecho, y de lo que supone recuperarlo, más allá de economías 2030 y SOStenibilidades.
“Estos objetos simbolizan lo que sus propietarios eligen traer o dejar atrás”.
Lo que decidimos que nos acompañe y lo que decidimos dejar atrás. De cómo precisamente eso conforma nuestro hogar, nuestra identidad personal, nuestras sociedades y nuestros entornos más cercanos. Nuestras referencias. Nuestra basura como nuestras referencias. Lo que decidimos que nos acompañe y lo que decidimos dejar atrás.
En esa exposición del MUSAC, Kristine Guzmán, comisaria, y Eneas Bernal, coordinador, nos contaban: “Dos siglos más tarde, embarcaciones precarias y abarrotadas, muy similares a la del lienzo La Balsa de la Medusa, pueden verse en la televisión y en internet. Fue en 1988 cuando se documenta el primer naufragio de inmigrantes que intentaban cruzar el Estrecho de Gibraltar y el mar arroja desde Nador hasta la orilla de la playa de Los Lances en Cádiz el cuerpo de un marroquí sin nombre. El joven de 23 años había pagado 25.000 pesetas como pasaje para entrar en España con el objetivo de encontrar trabajo. España era por aquel entonces un lugar de tránsito, donde la gente llegaba para luego marcharse a Francia o Italia. Pasaron de viajar escondidos de forma furtiva como polizones en ferris a arriesgar sus vidas en botes frágiles e inseguros como el que utilizó el joven sin nombre, y una de las tantas que, 30 años más tarde, continúan llegando a las costas españolas”.
“Los objetos de los Aquilizan resultan familiares y extraños al mismo tiempo. Son objetos mundanos –personales y ajenos– cuidadosamente reconfigurados en busca de un compromiso con el público a través de sus propias experiencias personales. Como los niños Badjao (tribu marinera nómada que habita en las aguas y el archipiélago meridional de Filipinas), que rehacen la lengua para crear su identidad, los Aquilizan reciclan y reutilizan material de sus estructuras efímeras de gran escala previas para formar nuevos objetos esculturales y murales”.
10.000 cepillos de dientes usados
Sepamos más de esta pareja de artistas que nacieron en los años 60 en Filipinas. Han llevado sus comprometidas instalaciones a museos de todo el mundo, sobre todo Asia y Australia. Este mismo mes han estado exponiendo una gran instalación con esos objetos “que ya no queremos” en una muestra colectiva en Corea del Sur en torno a la diáspora y la emigración de pueblos perseguidos en el mundo a lo largo de la historia; y sigue abierta su muestra en el Museo Macan de Yakarta, Indonesia, donde presentan sus instalaciones con chanclas usadas, cepillos de dientes usados, cajas de cartón, cables, guitarras, lámparas, marcos…
Una especie de retrospectiva de algunas de sus composiciones más aclamadas: En Erasure and Remembrance (Supresión y recuerdo), que se exhibió en la 6ª Bienal de La Habana en 1997, se recolectaron 10.000 cepillos de dientes usados de los habitantes de un pequeño pueblo de Filipinas con los que se realizó una instalación de gran densidad. En la serie de trabajos de desarrollo asociados con el proyecto Be-longing (Pertenencia/Añoranza), desde 1999 hasta 2022, los artistas comenzaron a recolectar artículos personales de filipinos que habían emigrado a Australia. Y en su proyecto Dream Blanket (Frazada de ensueño) recolectaron frazadas (mantas gruesas) y sueños, artículos personales muy íntimos, para crear instalaciones. Flight (Vuelo) es una instalación al aire libre compuesta por 4.000 chancletas clavadas en cañas de bambú.
Y a los lectores más puristas deSIGNUS Signus Ecovalor decirles que sí, que también han empleado neumáticos en algunas de sus instalaciones, en concreto en una montada en un patio del MUSAC, como apéndice del barco Bound.
La dislocación social que emana de la carencia
Ese barco varado a la entrada del MUSAC representaba también la propia experiencia de los Aquilizan, ya que decidieron mudarse hace unos años a Brisbane, Australia. Así, saben perfectamente expresar la complejidad de emociones asociadas con la dislocación social que emana de la carencia o de la necesidad de cambio.
En esa embarcación, desbordada de artículos, pude distinguir pequeños muebles, artículos deportivos, juguetes, maletas, cajas, material de exposiciones antiguas del museo… “La instalación asume”, escribía la comisaria, “la materialidad del significado de trasladarse, llevándose consigo todo lo que se puede y guardando más que perdiendo a lo largo del viaje. Aunque conseguidos localmente, los objetos ofrecen una poderosa imagen estética de consumo y globalización”.
Y a propósito de la obra, nos daban más datos y contexto: “Mientras los migrantes deben elegir entre lo que llevarse y lo que dejar, los que se han asentado en la sociedad consumen artículos tanto como pueden permitirse. Solamente en León, Cáritas recoge 70 toneladas de ropa no deseada al mes, que clasifica y vende en tiendas de segunda mano para proporcionar trabajo a minorías tales como las personas migrantes. De esta forma, la estructura de la embarcación, con su montaje ingenioso y ready-mades descontextualizados, nos reta a ver este círculo vicioso de globalización: artículos producidos en masa por mano de obra sometida a condiciones laborales indeseadas, un trabajo a menudo realizado por personas migrantes, y todo ello para satisfacer las demandas de consumo de la sociedad. Y una vez que estos artículos ya han cumplido con su vida útil, son exportados a esos países, que se han convertido en el basurero de Occidente”. “Es una geografía fracturada que prioriza la libertad de mercado por encima del libre movimiento de personas, con el apoyo de normas que ayudan a mantener un sistema global de desigualdad económica y política que alimenta el ciclo de migraciones”.