La pandemia no ha influido en la capacidad creativa del cortometraje en español. Si el año pasado Pedro Almodovar nos sorprendía con el estreno de un corto con el que “soñaba desde hace tiempo”, este año el Another Way Film Festival nos ofrece un buen elenco de cortometrajes sobre medio ambiente en la sección Rueda por el Cambio, patrocinada por SIGNUS. Una oportunidad para atraer a nuevos talentos y gente joven al cine y a la sostenibilidad que merece la pena aprovechar.
En 2021, el concurso de cortometrajes se centra en la producción nacional, aunque sus historias trascienden de lugares comunes para poner de manifiesto la necesidad de preservar y proteger el medio ambiente en todos los rincones del planeta: desde el afán de un puñado de vaqueros (de los que hacen películas del Oeste) para limpiar de basura el desierto almeriense de Tabernas, pasando por los municipios del sur de Galicia devastados por los incendios, hasta los glaciares que se derriten en la Patagonia o la alarmante pérdida de biodiversidad en la costa del suroeste de Madagascar, donde se encuentra una de las mayores reservas de coral del planeta.
Comprometidos con el medio ambiente
Los cortometrajes presentados al concurso Rueda por el cambio en su quinta edición hacen hincapié a cuestiones claves para la conservación de la naturaleza, la lucha contra el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el reciclaje o el compromiso con la sostenibilidad, recordándonos, de una o de otra manera, que estamos agotando el capital natural de la Tierra y, lo que es peor, comprometiendo el futuro de las generaciones venideras.
Los diez cortometrajes a concurso se podrán ver de manera presencial el sábado 23 de octubre a las 19:30 h. en Cineteca Madrid. Se trata de Medvedek (Ainhoa Gutiérrez del Pozo), Living Memories (Pedro Vilas, Cris Yañez), Melting the Glaciers (Pepe Molina Cruz), A Fistful of Rubbish (David Regos), Salvaje (Raul González), Flight to Earth (Ignacio Rodó), Conscience (Erik Anderson), La máquina de los deseos (Paula Espinoza), Packing a Wave (Eduardo Glez), y Vezo (Manu Cid y Sara Olleros).
Entre ellos, la historia de Salvaje aborda el vínculo del ser humano con las demás especies, a través de una mujer, Maite Sánchez, que decide cambiar las comodidades de la ciudad por el campo, empezando de “cero total” una nueva vida, como dice ella. Confesa ganadera, Maite vive desde hace treinta años en los montes de Goizueta (Navarra), junto a sus dos hijos Anxo e Insar, donde lucha por sobrevivir y salvar de la extinción a una raza de vacas endémica del norte de España y el país vasco francés conocida con el nombre de Betizu (del euskera, behi izua: ‘vaca huidiza’). “Es la única vaca salvaje que queda. Sólo se puede criar en libertad y si la encierras, se muere”, asegura. “Yo creo que se extinguiría si no fuera por los ganaderos que la estamos conservando”.
Al encuentro del cortometraje
Antes de la proyección de cortos, se producirá un encuentro entre profesionales del cortometraje, productores y distribuidores, entre los que se encuentra Eduardo Cardoso, activista y experto del género que ha sido nominado hasta en dos ocasiones a los premios Goya por sus cortometrajes El paraguas de colores (2014) y En un lugar del cine (2010): “El cortometraje es una de las disciplinas artísticas más exitosas de la cultura española, y como muestra, basta con recordar que en los últimos 10 años ha habido más cortos que largometrajes españoles nominados a los Oscar o que la película más premiada de la historia del cine es un cortometraje español titulado Porque hay cosas que nunca se olvidan”.
Eduardo Cardoso se considera un samurái del cortometraje y atiende gustoso nuestra invitación a mantener una pequeña charla sobre cortometrajes y cómo incorporar los actuales retos medioambientales al mundo del cine:
–¿El cortometraje goza de buena salud?
–Sí, por supuesto. El cortometraje español es mejor incluso que el largometraje. Si yo tuviera que hacer una lista de mis diez películas favoritas la mayoría de ellas serían, sin lugar a dudas, cortos. Lo único que falta es que la gente los conozca.
–¿Por qué sigue siendo un género tan desconocido para el gran público?
–Los cortometrajes son poco rentables para las salas de cine y por eso necesitamos que los gobiernos y las administraciones públicas presten mayor atención a este tipo de cine. Las televisiones están obligadas a invertir por ley el 5 % de sus beneficios en cine, pero no necesariamente en cortometrajes. Si Telecinco o Antena 3, por poner un ejemplo, participaran en la realización de una veintena de cortos al año y luego los emitieran en sus respectivas cadenas, la realidad cambiaría por completo. Y no te quiero decir si a ese movimiento se sumaran plataformas de televisión como Netflix o HBO. A esto hay que añadir que los programas de cine en radio, prensa y televisión hablan muy poco de cortometrajes.
–¿Cómo contribuyen los festivales de cine o concursos como Rueda por el cambio a promocionar el cortometraje?
–Los festivales de cine son la gran ventana del cortometraje español, sin ellos el genero moriría, pero tendríamos que ver cortos en prime time, porque al espectador le gustaría.
–¿Hay grandes producciones dentro del mundo del cortometraje?
–Es muy difícil sacar adelante un cortometraje profesional por menos de 20.000 o 30.000 euros. Luego depende de cada corto y cómo lo muevan sus autores, así como las distribuidoras que hay detrás de estas proyecciones. Los festivales son una oportunidad para mostrar estos trabajos y tener visibilidad, pero el recorrido posterior ya es cosa de los autores y las distribuidoras.
–¿Abundan los cortometrajes sobre temática medioambiental?
–Los cortometrajes sobre desarrollo sostenible lo tienen especialmente complicado. No es una temática muy habitual en los circuitos generalistas y, por tanto, se ven abocados a canales de distribución minoritarios y muy restringidos. Yo confío que esta situación pueda ir cambiando poco a poco en los próximos años.
–¿Cómo ha influido la pandemia en la calidad y la producción de cortometrajes durante los dos últimos años?
–La pandemia no ha afectado a la salud del cortometraje, al menos en líneas generales. Los festivales están proyectando en estos momentos cortos realizados durante el año pasado y son todos de gran calidad. Se han quedado proyectos sin hacer, por supuesto, a mí me ha ocurrido, pero realmente los cortometrajes que están ahora mismo en el circuito son muy potentes.