Poco a poco las ciudades van incorporando nuevas infraestructuras urbanas que tienen los mismos objetivos y funciones que otras anteriores, pero están pensadas desde otro punto de vista. El que aporta la inspiración en los sistemas naturales para solucionar o paliar necesidades o problemas de las ciudades. Son las soluciones basadas en la naturaleza, o SbN como se denominan en los ámbitos especializados.
Los ecosistemas naturales purifican el aire, regulan el clima, limpian el agua, etc., de manera armónica y siguiendo sus propios ciclos y ritmos, realizando así una importante e imprescindible serie de servicios gratuitos de los que se benefician los seres humanos. Igualmente, la creación de espacios en los que se imite la actuación de ecosistemas naturales en entornos urbanos puede dar solución a necesidades de su gestión.
¿Qué son las soluciones basadas en la naturaleza (SbN)?
El concepto de soluciones basadas en la naturaleza se comenzó a utilizar a finales de los años 2000, por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, (UICN), el Banco Mundial y los responsables de las políticas europeas. La Unión Europea las define como «inspiradas y respaldadas por la naturaleza, que son rentables, que simultáneamente proporcionan beneficios ambientales, sociales y económicos, y ayudan a construir la resiliencia».
«La clave es que son un enfoque de trabajo: buscar soluciones a un problema social, ambiental o económico utilizando para ello las herramientas, los servicios ecosistémicos que nos da la propia naturaleza», en expresión más coloquial y cercana de Víctor Irigoyen, técnico ambiental de la Fundación Conama. «Aplicando estas técnicas, -continua-, conseguimos unas sinergias y un doble beneficio: por un lado, esa mejora de del entorno y la biodiversidad; y, por otro, los servicios ecosistémicos que se generan dan solución a problemas que pueden ser prioritarios para los responsables de, en el caso de las ciudades, los municipios».
La aplicación en ciudades o pueblos, de este tipo de propuestas está adquiriendo bastante importancia e interés en los últimos años, pero lo cierto es que lleva mucho tiempo utilizándose en la restauración de ecosistemas naturales o para prevención de riesgos naturales. «En las ciudades se está viendo que estas estrategias las hacen mucho más amigables, más habitables, que aportan beneficios para la salud de los ciudadanos, tanto fisiológica como psicológica. Por eso en el ámbito urbano actualmente se está poniendo muchísimo el foco en esa línea de trabajo».
En algunos lugares lo llaman naturaleza urbana o soluciones naturales, hay diferentes términos. Por eso, es posible incluso que los habitantes de ciudades donde ya hay proyectos con estas características no sepan que se trata de una solución basada en la naturaleza, una expresión muy descriptiva y divulgativa en sí misma, «hay bastante terminología muy parecida que hace referencia a lo mismo, pero esta es la más aceptada internacionalmente». Además, marca muy bien la diferencia con biomimesis, «que se refiere al estudio de estructuras biológicas y se aplican más en ingeniería. Por ejemplo, cómo funciona el vuelo de un ave, para aplicarlo el después al de una máquina».
Ejemplos de SbN
Irigoyen aporta un ejemplo «imaginemos que hay un problema de inundaciones en una parte de una ciudad. Se le podría ser una solución “gris”, con ingeniería o arquitectura tradicionales, para canalizar el agua y sacarla del sitio donde se esté embalsando. Pero también se pueden buscar fórmulas, a través de sistemas de drenajes sostenibles acompañados de zonas verdes, de modo que se favorezcan el drenaje de ese agua para usarla para riego de esas zonas verdes, de forma que se complementen y se creen sinergias entre dos sistemas. Es otra visión del espacio urbano».
Soluciones puede haber tantas como necesidades. «No hay un catálogo cerrado de soluciones, no es solo poner fachadas verdes o parques y jardines, sino aplicar un enfoque amplio al abordar problemas. Es decir, tenemos soluciones tradicionales basados en la arquitectura o la ingeniería, grises; pero de forma compatible con esas mismas o como alternativa, también se puede aplicar estas SbN, a partir de utilizar material vivo, para que esos servicios ecosistemas que nos dan, de regular la temperatura, generar oxígenos, regular el ciclo del agua, etc., aporten beneficios concretos a la ciudad».
Estas propuestas pueden ser útiles con objetivos de prevención, mitigación o adaptación, por ejemplo en cambio climático o pérdida de biodiversidad. «Pero a mí me gusta destacar que lo que hay que tener en cuenta es cuál es el problema que quieres o afrontar y ver qué soluciones tradicionales hay y qué alternativas basadas en la naturaleza se pueden aplicar en su lugar. Y que también pueden tener otros beneficios asociados. Por ejemplo, unos huertos urbanos o unos jardines compartidos, además del beneficio de crear un mosaico vegetal en la ciudad, puede ser un espacio de aprendizaje y educativo y de cohesión social para niños u otros colectivos, por tanto tiene también un beneficio social. Y esto puede ser algo aplicable a pequeña o a gran escala. Porque se puede realizar, por ejemplo, en un espacio infrautilizado, pero también convertirlo en una estrategia de ciudad, y hacer un corredor que la vertebre».
Si son tan beneficiosos, ¿por qué no se hacen más?
Esa es también una de las características de las SbN. Que muchas veces los beneficios son muy diversos «y cuando se plantean estos proyectos a veces cuesta mucho poner en valor todos los beneficios que hay. Porque alguno son directos, como la absorción de carbono o la recuperación de espacio público. Pero otros son difíciles de medir, como es el efecto en la salud física o psicológica de los habitantes; o la mejora en la educación, de la relación social en un barrio. Hay muchos aspectos. Por eso, los expertos que trabajan en SbN, dicen mucho que no hay que quedarse solo en los beneficios económicos sino que hay que mirar más allá».
Eso sin contar, como apunta Irigoyen, «que este tipo de soluciones no siempre van a resultar más económicas, en su ejecución o mantenimiento, pero los beneficios que conlleva invitan a apostar por ellos».
En todo caso, sí que hay métodos para evaluar y medir los diferentes aspectos e impactos de los SbN,«hay un proyecto europeo, Eklipse, que es un manual de referencia actualmente y que orienta sobre criterios e indicadores para medir el funcionamiento de esas SbN y su eficacia. Es una disciplina relativamente reciente y, de hecho, ahora hay muchos proyectos innovadores que se están desarrollando y justo están trabajando también en cómo aplicar indicadores y medir, para poder replicar experiencias, compartirlas, escalarlas, etc. ». Esta posibilidad es especialmente útil para los ayuntamientos, para analizar la compensación económica que pueda tener abordar un proyecto determinado, «para saber si una SbN es competitiva económicamente, en ejecución y mantenimiento. Pero a veces no se da esa situación y, sin embargo, es importante medir otros beneficios porque pueden tener un efecto muy interesante en otros niveles. Por ejemplo, una estrategia de arbolado puede actuar en cambio climático, pero también reducir la isla de calor de la ciudad. Los beneficios muchas veces son muy evidentes, pero otros pueden ser más complejos, múltiples e intangibles. Por eso es importante poder sistematizar estas mediciones».
Proyectos SbN en España
En España hay ya unos cuantos proyectos realizados con este enfoque y funcionando. En Alicante, Salamanca, Vitoria, Barcelona, Madrid, por ejemplo. Irigoyen considera muy inspiradoras las experiencias que cambian el modelo urbano «son estrategias amplias, de largo recorrido. El ejemplo más claro en España es el del Anillo verde de Vitoria-Gasteiz, que es muy demostrativa y ha dado un gran impulso al sector». También hay soluciones constructivas, «quizá más asociadas a la imagen, en edificios por ejemplo. Pero también hay proyectos que sirven para recuperar zonas degradadas de una ciudad, que pueden, mejora la calidad de vida de los trabajadores de la zona, como es el caso del polígono industrial de Illescas, Toledo. O a reducir el uso de fitosanitarios, como el proyecto Alcorques vivos, de Barcelona».
Lo que sí quiere dejar claro Irigoyen es que «las SbN no son aplicables solo a ciudades que tengan un clima idóneo para la creación de espacios verdes. También hay soluciones para ciudades con climas más calurosos. De hecho, hay un proyecto en Arrecife, en Lanzarote, llamado “Bioesquinas para Arrecife”, que es u ejemplo perfecto de cómo a partir de vegetación autóctona se crea una red de puntos estratégicos en la ciudad, con zonas de sombra, descanso, interacción social, etc. E incluyen un sistema de drenaje sostenible para captar, filtrar y almacenar el agua de lluvia».
Todos ellos, proyectos y casos de éxito, se pueden encontrar en la página web del Observatorio de Soluciones Basadas en la Naturaleza, recientemente creado por la Fundación Conama en colaboración con el Centro de Cooperación para el Mediterráneo de la UICN. Se trata de una plataforma a partir, precisamente, del Grupo de Trabajo SbN de los congresos Conama, y de la que es coordinador el propio Irigoyen, «que ha reunido a diferentes expertos, investigadores, académicos, representantes de ayuntamientos, responsables de proyectos europeos. Un grupo muy amplio, que funciona muy bien y en el que se ha compartido una cantidad importante de información. Por eso se decidió crear una comunidad, darle una continuidad, y crear este espacio en el mostrar experiencias, hacer seguimiento a proyectos, reunir publicaciones y otros documentos de interés, y en la que cualquier profesional interesado pueda encontrar información relevante, aliados, etc., incluso registrarse como profesional».