Las playas están tan asimiladas a las vacaciones, al tiempo libre, al disfrute del sol y el agua, a los juegos de niños y mayores, al paseo, al no hacer nada más que estar ahí… que es posible que, a menudo, se olvide que son también espacios naturales. Y como ecosistemas, más que como meras infraestructuras turísticas, deberían ser tratadas a la hora de adecuarlas sanitariamente para asegurar el uso y disfrute de las personas