Aunque España siempre ha sido un país caracterizado por sufrir intermitentes periodos de sequía el problema de la escasez de agua se está incrementando desde que comenzó el presente siglo debido al cambio climático. El cambio que se está produciendo es de tal impacto que a las tradicionales regiones más afectadas del sur de la Península se están sumando regiones tradicionalmente húmedas. Así vemos como comunidades como Asturias, Cataluña o Galicia están empezando a experimentar lo que hace unos años parecía imposible: que haya restricciones al consumo de agua debido a la escasez de lluvias.
El problema es que lejos de remitir, cada vez debemos acostumbrarnos a que no sólo Andalucía o la Región de Murcia, por poner algunos ejemplo, sufran de esta carestía. Los periodos secos se van a ir incrementando y cada vez va a afectar a una mayor extensión del territorio.

Todo ello se va a traducir en otra serie de problemas como un incremento de los incendios forestales que además se van a producir no sólo en el periodo estival, sino que, como hemos visto este año en Asturias pueden aparecer en cualquier estación del año. Además, impacta negativamente en la economía, siendo el sector agrícola y ganadero el que más sufre con la sequía. Todo ello deriva en un incremento de los costes de alimentación motivada por una menor productividad. Y por supuesto, impacta en el medio ambiente con un notable incremento de la desertificación del territorio.
Sin agua no hay vida, y uno de los resto a los que se enfrenta España como país es el de aprovechar de una forma más eficiente los escasos recursos hídricos que posee. Por ello, se han invertido en numerosas estrategias, muchas de ellas con la tecnología como gran aliada, que ha permitido que hagamos un uso más responsable del agua que tenemos.
Tecnología empleada
Evidentemente la mejor solución para paliar los efectos de la sequía sería que se incrementasen las lluvias. Pero ya no se puede depender de ese factor. La posición geográfica de España hace que seamos uno de los países que más va a sufrir por los efectos del cambio climático. Cada año vemos como las temperaturas son cada vez más altas, sufrimos veranos sofocantes e inviernos en los que parece que nos encontramos en primavera. Con ello los suelos tienen una mayor aridez y los cultivos tienen menos agua precisamente porque las reservas se reducen de forma alarmante.
Sin embargo, hay algo positivo que podemos extraer y es que nuestro país, debido a que no es ajeno a convivir con periodos de sequía lleva tiempo invirtiendo recursos y dinero en combatir la sequía. Por ejemplo, España es uno de los líderes mundiales en lo que se refiere a la gestión hídrica: contamos con numerosas redes digitales de medición y control en tiempo real del agua que está embalsada, del caudal que llevan los ríos. También somos capaces de medir la cantidad de agua que procede de la lluvia o controlamos los niveles que se encuentran en las aguas subterráneas.

A todas ellas, el CSIC, junto la AEMET, acaba de sumar su herramienta de monitorización de la sequía. Gracias a esta solución se puede realizar un seguimiento completo y casi en tiempo real de la evolución de la sequía. Gracias a él, por ejemplo, se podrán lanzar alertas tempranas para saber en qué territorios va a haber una escasez de agua importante en pocos días o en cuáles se puede reducir la alarma debido a que están previstas lluvias. Además, en aquellos lugares donde se están dando condiciones de sequía, el monitor permite conocer el tiempo que una región lleva en esa situación o la intensidad de la misma (el tiempo que lleva en esa situación). La herramienta permite asimismo conocer cómo se forma una sequía y cómo evoluciona en el espacio y en el tiempo lo que permite desarrollar modelos predictivos sobre la severidad y la posible duración de la misma.
Otras tecnologías en uso
El sector agrícola es uno de los que más ha invertido en apurar cada gota de agua. El uso de nuevas tecnologías ha ayudado a que los regantes hagan un consumo más eficiente que no sólo les permite un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos, sino que les ha permitido reducir costes derivados de un menor consumo e incrementar la productividad de los terrenos. Sin embargo, no toda la tecnología que se emplea tiene que ver con el uso de la inteligencia artificial o la automatización. Algunas de las tecnologías que se están incorporando ya se inventaron en el siglo VIII. Este es el caso del proyecto Memolab que lleva desde 2014 recuperando acequias que ya funcionaban en esa época, sobre todo en el antiguo Reino de Granada. Con ellas se puede controlar el flujo de agua y reponer los acuíferos con un goteo constante. Al reponer esos acuíferos gracias al agua procedente de esos pequeños canales se puede emplear en tiempos de sequía.

La mayoría de las tecnologías que se están empleando en el mundo agrícola, que es el mayor consumidor de agua, tiene que ver con la toma de decisiones gracias al uso masivo de datos. Con el empleo de soluciones de analítica se puede mide la cantidad de agua que se está empleando para regar un campo y adaptar ese riego a las necesidades concretas de cada momento. Asimismo, y gracias a la automatización, no es necesario que intervenga ningún humano para decidir cuándo y en qué cantidad hay que regar ese campo. Todo ello, es posible gracias a que se instalan diferentes sensores tanto a ras de suelo como en profundidad que permiten conocer los niveles de humedad y la necesidad de agua que tienen las plantas. Con ello, se dota de la cantidad de agua exacta que necesita una plantación y no se desperdicia ni una sola gota de agua.
Proyectos más complejos
Aunque hay infinidad de innovaciones destinadas a gestionar de forma eficiente los recursos hídricos, también existen otras que parecen de ciencia ficción. Esta serie de innovaciones han permitido que países casi desérticos tengan capacidad de tener agua. Países como los del Golfo Pérsico, Israel o China han desarrollado diferentes tecnologías que les permiten abastacerse de agua en largos periodos de sequía.
Por ejemplo, en China emplean la inteligencia artificial para paliar la escasez de agua. Para ello utiliza, diferentes satélites y estaciones de radar móviles con los que son capaces de predecir los movimientos de aire húmedo a fin de mejorar las condiciones en las provincias que se encuentran situadas en los márgenes río Yangtsé.

En Israel, por su parte, a partir del año 2015 empezaron a consumir más agua de la que recogían. Y la solución para paliar ese déficit la encontraron en las aguas residuales. Para ello desarrolló tecnología que le permitiera recuperar el agua que se desperdiciaba a través de los retretes o los lavabos. Gracias a los procesos de tratamiento esas aguas residuales recicladas se limpian hasta alcanzar niveles casi potables que se emplean para que llegue a los cultivos. A día de hoy, el país es capaz de reciclar el 86% de sus aguas residuales y el objetivo es alcanzar el 95% en dos años.
En definitiva, la tecnología ayuda a tener un consumo mucho más eficiente, aunque al final, la mejor de las soluciones tiene que venir del cielo: que llueva.