“Envase 100% reciclable”. Esta frase suele figurar en los productos que consumimos a diario. Sin embargo, prácticamente ninguno lo es al 100%. Una empresa ha lanzado un certificado y un sello avalado científicamente para mostrar el porcentaje real de reciclabilidad de los envases. En este post contamos cuáles son los envases que más y menos se pueden reciclar, cómo funciona este sistema, y qué hace la UE para que todos los plásticos se reciclen.
Cuáles son los envases que más y menos se pueden reciclar
“Al consumidor se le engaña con mensajes que no son reales”, sostiene Raquel Iglesias, directora general de Dríade Soluciones Medioambientales. Esta consultoría especializada en reciclaje, prevención y ecodiseño, con el apoyo científico de la Cátedra UNESCO de Ciclo de Vida y Cambio Climático ESCI-UPF, ha desarrollado un certificado y sello de reciclabilidad para ofrecer información real a empresas y ciudadanos. Entre otras cuestiones, este sistema clasifica los envases con estrellas de menos a más reciclables:

Cero estrellas: Envases con materiales que son reciclables, pero que en la práctica no se puede, como los muy pequeños, tipo unidosis de mantequilla o mermelada.
Una / dos estrellas: Envases fabricados con diversos materiales mixtos, lo que dificulta su reciclabilidad, como el tetra brik.
Tres / cuatro estrellas: Envases de un solo material pero que por su diseño no son del todo reciclables. Iglesias explica que el vidrio o el aluminio son 100% reciclables, pero si se les añade otros componentes su reciclabilidad baja. Una botella de agua, o de refrescos, de plástico transparente con una etiqueta, tiene una reciclabilidad alta, aunque no tanta como una de vidrio o de aluminio. Otro caso llamativo es el color del envase. Por ejemplo, los de plástico de color negro son los más difíciles de reciclar, no así si es de aluminio.
Cinco estrellas: Envases de material 100% reciclable, sin mezcla de otros materiales, con etiquetas que se puedan separar bien, y con calidad suficiente para fabricar otros envases, como una lata de aluminio, una botella de vidrio o de plástico PET transparente, o un envoltorio de cartón. “No es lo mismo un envase de plástico que no vale luego para hacer otro envase, sino para otros productos más limitados, que una lata de aluminio que puede utilizarse infinitas veces”, explica Raquel Iglesias.

La directora de Dríade cree que este sello podría ayudar a aumentar las tasas de reciclaje, incluso entre los escépticos con el sistema: “Decir que todo es 100% reciclable hace que el consumidor desconfíe, incluso de lo que está bien, o que se cambie de envases que se reciclan bien a otros, como el brik, que se recicla mal, porque no lo sabe”.
Cómo funciona el sello y el certificado de reciclabilidad
Mediante el Certificado de Reciclabilidad las empresas fabricantes de envases y empresas envasadoras pueden identificar el porcentaje de material de envase disponible para un reciclado de calidad. Por su parte, el Sello es una ecoetiqueta voluntaria que las empresas pueden incluir en los envases para mostrar su resultado en el Certificado. La metodología se ha pensado inicialmente para España, si bien la responsable de Tríade adelanta que están a punto de que sea válido también para Alemania y Reino Unido.

Esta metodología fue presentada de manera pública el año pasado en Barcelona en el ‘Sustainability in Packaging Europe’, el evento sobre sostenibilidad de envases más importante de Europa. Iglesias señala que varias empresas ya han realizado la evaluación, pero no han solicitado el sello, aunque hayan obtenido una buena calificación: “Tienen miedo de ponerlo porque la percepción actual de la gente es que como no sea 100% es malo. El primero que dé el paso podrá servir para animar a los demás”.
En definitiva, todavía queda camino por recorrer para que las empresas asuman un verdadero compromiso por la sostenibilidad. Según la responsable de Dríade, “hay de todo, empresas que lo saben y no hacen nada, algunas porque dicen que les afecta a su marca y sus ventas; otras desconocen estas situaciones y diseñan sus envases sin saber, pero cuando se lo cuentas, quieren cambiar”. Un ejemplo de este cambio son las botellas de Sprite de plástico verde: “Coca cola las está cambiando ahora por transparentes, para que mejore su reciclabilidad”.
Economía circular en Europa y envases: hace falta un mayor impulso
La Unión Europea (UE) quiere impulsar la economía circular entre sus estados miembros con diversas normativas y programas. La Estrategia sobre los plásticos de 2018 obligará a que en 2030 todos los plásticos deban reciclarse. Raquel Iglesias considera que “los objetivos son muy ambiciosos, que está muy bien, pero no se van a conseguir. Se está implantando, pero no se está cambiando el sistema de producción. A nivel europeo el proceso de reciclado cambia de un país a otro, hay que poner de acuerdo a todos los países”.

Y como hemos visto, tampoco se exige una forma de demostrar el grado de reciclabilidad de los envases ni una etiqueta que informe al consumidor de manera real. Algunos países están intentando introducir algo similar, aunque de manera limitada, explica la responsable de Dríade. En Reino Unido hay etiquetas que indican lo que es y lo que no es reciclable, para que el ciudadano sepa si lo puede depositar o no en el contenedor correspondiente. En Alemania hay un certificado similar al que propone la empresa de Iglesias, “aunque no es tan restrictivo como el nuestro, ya que examinamos también la calidad del material y su degradación en el proceso de reciclado”.
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