El mundo de la alimentación, como el de cualquier otro sector, está basado en proveer al mercado de la mayor cantidad de bienes posibles para que éstos sean consumidos. Da igual si se trata de agricultura y ganadería ecológica o fabricantes de productos bio. El objetivo de cualquier empresa del sector alimentario es el de obtener un beneficio económico que permita la supervivencia y el crecimiento del negocio. Y para ello se emplean diferentes técnicas más o menos sostenibles.
El sector alimentario no es el agricultor o el ganadero que depende del sol y de la lluvia para que las plantas crezcan o para poder alimentar a sus animales. Se trata de una gran industria, en la que se incluye también a la de los alimentos ecológicos, impulsado por grandes corporaciones, interminables cadenas de suministro y de logística, cuyo objetivo es el de sacar el mayor rendimiento posible a la tierra para que proporcione alimento tanto a los seres humanos como a los animales de la industria ganadera. En ese contexto ya podemos entender el porqué el sector de la alimentación consume el 30% de la energía mundial y genera un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero según datos de la FAO.
Consumo energético
De toda la energía que consume el sector agroalimentario, un 30% se produce en las plantaciones agrícolas y ganaderas. El resto se produce fuera de ese entorno: mayoritariamente en los procesos de envasado y procesamiento (23%) y conservación de los alimentos en nuestra propia casa (32%). Por sorprendente que pudiera parecer, el transporte de las mercancías sólo supone el 11% del consumo energético que engloba cualquier proceso de producción, distribución y consumo de toda la cadena alimentaria.


Uno de los problemas es que se emplean tecnologías poco eficientes tanto en la producción agrícola como en la ganadera. Hay países, como España, en donde la agricultura y la ganadería han implantado procesos altamente eficientes que les permiten, por ejemplo, emplear la cantidad justa de agua para regar las plantaciones o reducir el consumo eléctrico al mínimo gracias al uso de fuentes de energía renovables. Pero en la mayoría de países, sobre todo aquellos menos desarrollados, las fuentes de energía siguen proviniendo de combustibles fósiles.
Gases de efecto invernadero
Otro de los déficits de la industria agroalimentaria es el de la emisión de gases de efecto invernadero. En este caso, es el sector ganadero el máximo responsable ya que se estima que algo más de un 14% de las emisiones mundiales provienen de este sector. El proceso digestivo de rumiantes como las vacas o las ovejas, produce metano un potente gas de efecto invernadero y que supone casi la mitad de todas las emisiones de este sector. Lo mismo ocurre con el estiércol que se produce.


Además de estos dos elementos hay dos prácticas nada sostenibles en las que incurre el sector agroalimentario. Uno de ellos es el de la deforestación para aumentar la superficie para desarrollar tanto explotaciones ganaderas como agrícolas. La expansión agrícola para satisfacer la cada vez mayor demanda de alimentos ha llevado a que se destruyan extensas áreas de bosques y selvas especialmente en regiones tropicales. Según datos de Greenpeace, se estima que el 80% del área deforestada del Amazonas tiene que ver con la ganadería, para la creación de pastos para los animales.
Aunque hay más elementos, el desperdicio de alimentos es otro de los principales problemas del sector agroalimentario. Se estima que un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial se desperdicia, lo que no solo representa una pérdida económica, sino también un desperdicio de recursos naturales como agua y energía.
Soluciones tecnológicas para el sector agroalimentario
A pesar de que la mayor parte de las soluciones para mejorar la sostenibilidad deberían encontrarse en los cambios en los hábitos de consumo y, por tanto, en la economía, la tecnología puede ayudar a que las prácticas del sector alimentario sean más sostenibles. Veamos algunos ejemplos.


Empezando por la agricultura son ya numerosas explotaciones que están empleando distintos tipos de tecnologías avanzadas como sensores, sistemas GPS y drones para optimizar el uso de recursos en la producción agrícola. Gracias a estas soluciones los agricultores pueden monitorizar en tiempo real sus cultivos. Por ejemplo, la utilización de sensores permiten medir la cantidad de agua que hay en el suelo, lo que permite definir en qué momento hay que regar y en qué cantidades hay que hacerlo. Con ello, se reduce el riesgo de que las plantas enfermen por exceso o carencia de agua. Asimismo, los sensores de temperatura permiten conocer el estado de los suelos para identificar cuándo es el momento adecuado para sembrar y cosechar, mientras que los sensores de nutrientes permiten conocer al instante cuál es la composición química para saber cuñando es necesario utilizar fertilizantes para enriquecerlo.


En lo que respecta a la ganadería, el principal uso es el de la reducción de los consumos energéticos. Más allá del uso de los tradicionales paneles solares que podemos encontrar en casi cualquier explotación agrícola de la actualidad (al menos en España), este sector está empleando otras tecnologías para reducir los consumos tanto de energía como de materia prima. En este sentido, destacan los alimentadores automáticos que dispensan la cantidad exacta de alimento que los animales necesitan. De esta forma, no sólo se ajustan los costes, sino que se reduce el desperdicio alimentario y el animal recibe una dieta adecuada a su tamaño y peso. Asimismo, los sistemas de gestión de datos que son capaces de analizar las necesidades nutricionales de los animales y ajustar la composición de la dieta en consecuencia. Esto no solo mejora la salud del ganado, sino que también reduce las emisiones de metano asociadas con la digestión.
Blockchain para la cadena de suministro
Blockchain es una tecnología que permite el registro seguro y transparente de transacciones en una red descentralizada. Se trata de una especie de base de datos que se organiza en bloques de datos conectados entre sí de manera cronológica y protegidos por criptografía. Los casos de uso de blockchain son numerosos, pero es habitual su utilización en las cadenas de suministro. En estos casos, la industria alimentaria emplea esta herramienta para rastrear el origen de los productos ganaderos desde la granja hasta el consumidor final lo que asegura que se cumplan los estándares de sostenibilidad y bienestar animal. Asimismo, al proporcionar un registro inmutable de cada transacción, blockchain ayuda a prevenir el fraude y la adulteración de productos ganaderos y agrícolas.


Otros sistemas que están empleando, en este caso las empresas distribuidoras y productoras de alimentos envasados es el Big Data y la analítica de datos. Unidos a la Inteligencia Artificial, que es capaz de analizar ingentes cantidades de datos, los almacenes son capaces de predecir cuando se van a producir picos de demanda y adaptar la producción a los mismos. Todo ello, se traduce en un menor consumo energético y una mayor eficiencia a la hora de gestionar la materia prima lo que contribuye a evitar el desperdicio de productos perecederos.
En definitiva y aunque la sostenibilidad total no va a ser posible conseguirla, si es cierto que implementando diferentes soluciones tecnológicas, este sector puede ser mucho más eficiente y respetuoso con el medioambiente.